martes, 27 de marzo de 2012

LA CASA DISTINTA


(Tomado de mundobso.com)



Sale a buen paso de la ciudad, con todos los sueños en la mente y en su corazón. Aunque le parece estar ya en pleno campo, se asombra al ver a lo lejos torres y cúpulas. A la media hora entra en una ciudad de grandes portales y columnas, con un prado de árboles al centro.
Camina por el prado, mirando las casas de los lados, cuando ve al cartero. Sentado en un banco, la bolsa de cartas en el piso y la cabeza baja. Sin pensarlo, se acerca a él. Parece muy infeliz.
―Buenos días, señor cartero. ¿Se le ha perdido alguna carta?
Él levanta su cara, triste como un domingo:
―No son buenos días para mí ―responde―. He perdido una casa, no una carta.
―¿También reparte casas?―pregunta ella, pensando que en todo caso serían casas en miniatura que pudieran caber en su bolso.
―No. Perdí una casa: mi casa. No puedo encontrarla.
Esto es sorprendente. La niña no conoce a una persona mayor que no pueda encontrar su casa.
―¿Cuál es su dirección? ―pregunta ella.
―No tiene dirección ―responde él.
¡Qué va! Este cartero piensa que es boba. Se llena de paciencia.
―Mire, todas las casas están paradas en algún lugar. No son ni un perro, que sale corriendo, ni un pájaro que sale volando...
El cartero la interrumpe:
―¡Eso es mi casa! Como un pájaro de madera que en cualquier momento emprende el vuelo ―se da cuenta que la niña está asustada―. No estoy loco. Verás: cada día, a las doce de la noche, mi casa cambia de lugar y de forma. Lo mismo tiene cuatro balcones hoy y mañana dos terrazas; hoy diez ventanas y luego tres cocinas... en fin, siempre distinta.
―¿Y el lugar? ―se interesa ella.
―Puede amanecer en cualquier continente o país. He viajado el mundo a bordo de mi casa.
“ ¡Dime tú! Como si fuera un barco o un avión,” piensa la niña.
―Pero habrá algún amigo que pueda darle noticias sobre el paradero de esa casa tan particular.
―¿Amigos? ―pregunta él, asombrado―. No he tenido tiempo para hacer amigos. La pasaba tan bien en casa,―suspiró― y siempre temí perderla... ¡la cuidaba tanto!
―¡Es increíble! Que usted quiera más a una casa y no le interesen  las personas. Por eso se siente tan solo. Y con ese oficio tan bonito de hacer conversar a las personas a pesar de cualquier distancia.
Lo convence para terminar de repartir las cartas, recorren las calles y van conversando con las personas. Al final del bolso encuentran un sobre que no tiene dirección. Solamente dice:
Esta carta es para el Cartero.

Muy rápido el cartero rasga el sobre y lee lo que está escrito en el papel.
Estimado inquilino:

Me he cansado de estar siempre vacía, sin niños que jueguen en mis jardines, terrazas o balcones; sin pájaros que canten en los árboles, sin árboles porque siempre tienes un muro tan alto a mi alrededor que no puedo ver más allá de mis portales. Por eso he decidido que voy a ser una biblioteca, o una escuela. Lo importante es vivir. Si cambias, te enviaré mi dirección. Se despide,

La casa.

El cartero y la niña se miraron. Ahora sabían por qué la casa había escapado.
― ¿Tendré esperanzas de que regrese? ―preguntó el cartero.
― Eso depende de ti. Los egoístas no les gustan a los demás. Es un problema de tiempo. Seguro regresa. Algún día.

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