sábado, 24 de marzo de 2012

LOS AMIGOS DE ANDURIÑA (otro de Peruso)


A Peruso le encanta bailar trompo. Sus amigos le hacen un círculo para ver cuánto tiempo lo baila en la palma de su mano o en el aire, colgado de la pita. La pandilla de muchachos está entretenida alrededor cuando llega Lazarito con cara de no querer jugar, ni mirar jugar. El trompo se paraliza en el aire. Lázaro les cuenta sus apuros. Su madre no lo deja tener un perro, ni siquiera sato.
 —Voy y le pregunto a mi mamá, ¿puedo traer un perro a la casa? No, contesta ella. Los perros cuestan mucho dinero. Qué va, le digo yo, me lo van a regalar. ¡De eso nada!, me grita. Detrás de los perros vienen las pulgas, las garrapatas y tus amigos. Nada de perros, ni comprados ni regalados, y punto.
Entonces Peruso se asombra.
— ¿Tu mamá tiene un lápiz en la lengua?
— Claro que no —Lazarito saca la lengua—.Tiene una lengua así como la mía, un poco más larga y gorda. ¿Por qué?
— Es por lo del punto; para poner un punto hace falta un lápiz y si ella quiere ponerlo hablando será porque tiene uno en la lengua.
Un ¡Ah! de admiración recorre el grupo. Este Peruso es un genio. Se le ocurre una solución para el problema de Lázaro: un perro prestado. Una madre puede prohibir un perro regalado o comprado pero no puede ponerse brava si a uno le prestan un perro, vaya, que los amigos están para ayudarse.
Ana Carla se brinda para prestarle Anduriña. Le advierte que sólo come puré porque el arroz le hace daño; se le llena el cuerpo de unas bolas rojas con puntos negros y después anda como una semana rascándose. Peruso se rasca la cabeza, pero para él también son un misterio las bolas negras.
Lázaro va para su casa con Anduriña bajo el brazo. La pobre perra tiembla, ¿sabrá qué le espera? La pandilla se queda abajo, esperando, y lo ven regresar enseguida con la perra cargada.
— ¿Qué pasó? —preguntan todos.
—No hay forma, muchachos. Mi mamá me dijo: muy inteligente, ahora voy a averiguar quién quiere tener un niño prestado con su perro prestado.
Se quedan asombrados. No hay dudas. La madre de Lazarito es una bruja disfrazada que se hace pasar por una mamá común y corriente. Pero hay una pregunta que no se les va de la cabeza: si es una bruja, ¿dónde habrá escondido la escoba?

1 comentario:

La noche en el bolsillo dijo...

Cierta vez, un aviador poeta pidió excusas por dedicar el más hermoso libro que se ha escrito a una persona mayor, alegando que esa persona estaba sola y padecía hambre y frío. No tengo la misma excusa. La persona a quien quiero dedicarle este cuento es alguien que ahora está triste y a quien quiero mucho pues es muy importante para mí y un ser muy especial. Creo que él lo sabe, pero quiero decírselo desde aquí para que mis palabras lleven un poco del amor que siento por él a su corazón y una sonrisa a sus labios. Lo necesita ahora y lo merece mucho.

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