martes, 31 de diciembre de 2013

NUEVO AÑO, VIDA NUEVA


Es 31 de diciembre y cada año nos parece que los 365 días se acortan un poquito. La intensidad y rapidez con la cual vivimos hace que el tiempo se nos haga más corto y los sueños se alejen a veces un poco.
Acostumbrados a no pensar en lo conseguido, sino en lo que nos falta por alcanzar, perseguimos la luz de las estrellas lejanas y abandonamos las luces de las luciérnagas que merodean por nuestras casas. Así, con solo pensar un poquito nos damos cuenta que se va el 2013 pero hemos logrado alcanzar muchos sueños. En mi caso, mi hijo Alejandro vino a vivir conmigo (algo que parecía casi imposible); junto con el primer año de Diego, se publicó mi libro Nanas para Diego y celebré su cumpleaños con la presentación y un cumpleaños con niños dominicanos en la feria del libro; publiqué mi primer libro de poesía para adultos, Mío es el tiempo y participé en el hermoso festival Grito de Mujer, donde conocí a un excelente grupo de poetas y amigos; pude estar en Cuba casi dos meses de mi tiempo; se graduó mi sobrina en la universidad y tenemos una doctora en la familia; conocí a muchas y buenas personas en el ámbito profesional y afectivo: nuevos amigos que me han llenado de satisfacciones y cariño… creo que la lista sería interminable, pero solo esos hechos bastan para hacerme sentir feliz con este año. Me queda la nostalgia de mi madre, de mi Diego y la linda Esnorquita pero hasta la nostalgia, cuando es por amor, es un dulce sentimiento.
Pude disfrutar de las flores, de los pájaros, del aire… de esa sensación de libertad que nos hace flotar o volar por donde queramos. Leí buenos libros, vi excelentes películas y me reí hasta el cansancio con mis series favoritas. Escuché buena música y me emocioné con intérpretes de todos los tiempos, por lo que fue muy importante la música para mí.
Para el próximo año debo terminar de escribir dos libros que he empezado, emprender nuevos proyectos y cumplir los planes de, al menos, dar unas caminatas al aire libre… Sé que con un año nuevo por delante todo es posible, si la magia del amor nos acompaña y la esperanza anida en nuestra alma.
El año viejo se marcha con su bolsa repleta de recuerdos y el nuevo llega ligero y alegre a iniciar el camino. Nuestro es el tiempo. Hagamos que cada minuto y cada segundo cuente y valga esa alegría. 
Cuando entendamos que el ser humano es una criatura de amor, estaremos salvados y seremos felices. Solo entonces.
Que la vida nos premie con todo el amor.


martes, 24 de diciembre de 2013

CELEBRANDO LA VIDA







Hoy es 24 diciembre y en una buena parte del mundo las personas celebran la Nochebuena. El 25 es la natividad de Jesús y el mundo occidental celebra la Navidad. Todos tenemos costumbres y tradiciones, más o menos extendidas, comprensibles o no.

Para mí estos días del año siempre significaron una fecha para reunirse en familia, incluso durante los años que en Cuba no era celebrada la Navidad, pero en mis recuerdos infantiles persistían aquellos viajes a casa de mi abuela en Yaguajay, donde nos reuníamos y la numerosa familia celebraba, con un lechón asado, la llegada al mundo del niño Jesús. Comíamos manzanas, nueces, avellanas, turrones, todos los que en aquellas fechas aún se vendían en las bodegas.

Cuando esa costumbre desapareció, nos quedó la celebración del Año Nuevo, la despedida del viejo… porque afortunadamente, el 1 de enero era y es una conmemoración patria.

Recuerdo nuestros deseos de tener un arbolito (siendo adolescentes) y cómo pintábamos de colores los bombillos y se colgaban de la mata de granada que mi mamá tenía en el jardín. Desde siempre, los ritos, como dice tan sabiamente el Principito, nos alegran la vida y hacen nacer ilusiones en nuestro corazón, como el insustituible alimento para el espíritu: el que necesitamos para respirar y para que en este mundo tan globalizado y sin alma, sintamos que pertenecemos a una nación, a un grupo, a un pueblo del que nos sentimos orgullosamente parte.

Mi abuela primero, luego mis tías y mi madre, ahora también nosotros con nuestros hijos, conservamos las comidas acostumbradas en esta fecha, los mensajes, las visitas, sin olvidar la sonrisa luminosa en el rostro. Acomodamos a los gustos esa tradición: en vez de lechón asado prefiero las masas de puerco fritas, el congrí mejor que el arroz blanco con los frijoles negros, la yuca con mojo, la ensalada de lechuga y tomate (verde y roja, colores de la Navidad), los turrones (sobre todo el de yema, preferencia heredada por mis hijos), el vino tinto y los buñuelos, aunque ya no moldeo los números del año que viene, como solía hacer cuando era muy joven y me encargaba de hacer buñuelos para la cena.

Soy una apasionada del mago Merlín y de la leyenda del Rey Arturo. No es casual que en la leyenda arturiana se haya escogido el 25 de diciembre para el nacimiento de este gran rey de la Bretaña. O sea, mis ancestros celtas tienen sus celebraciones paganas y hermosas también en esta fecha.
En lo personal siempre en estos días trazo una frontera espiritual en mi vida: un antes y un después… es como despojarme de la piel que vestí durante el año, abandonar los lastres y las negatividades y aprestarme a recibir el año nuevo llena de ilusión y buenos deseos, porque el futuro es de esperanzas. Si algún dolor sentí, si sufrí decepciones o desengaños, eso queda abandonado en el camino, con los idus del año que termina.
Celebremos la vida, el más precioso don que recibimos, con el corazón cálido y tierno. Seremos capaces de recibir lo que entregamos. Prodiguemos entonces la sonrisa, el gesto amable y la confianza en lo mejor del corazón del hombre y abramos de par en par las puertas de nuestro propio corazón para que lleguen, en armonioso conciliábulo, el amor y la felicidad. Solo quienes aman serán amados. Y de ellos ha de ser siempre el reino de la Tierra.

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