sábado, 27 de septiembre de 2014

LA VIDA ES SER UNO MISMO



Muchas veces escribimos pensando en una realidad y quienes leen interpretan otra y se ofenden. La vida me ha enseñado que a todo aquel que se ofende por cualquier sencillez o por malas interpretaciones hay que dejar que piense y reflexione solo hasta que comprenda. Y si no comprende, no tiene por qué estar entre nuestras amistades. 
A lo largo de mis años me he convencido de que no es posible quedar bien con todas las personas con quienes nos cruzamos en este camino de la vida. Siempre habrá quien interprete tus palabras o tus acciones de manera completamente diferente, por mucho que te esfuerces por lograr lo contrario. 
Mi única conclusión al respecto es que siempre se debe ser auténtico y decir lo que se piensa, quien se ofenda, bueno. Si nada haces con dobles intenciones, cada uno se convencerá. Otra lección de la vida es que cuando esto ocurra no debe salirse al paso para hacer ninguna aclaración: la lluvia cae y lava las hojas de los árboles y jamás vuelve atrás a deshacer su camino. Utiliza esos pequeños incidentes para desbrozar el sendero que sigues. Quien por exceso o equivocada susceptibilidad se ofende con acciones naturales y sanas no merece acompañarte en tu camino de vida. Despídelo, a veces con verdadero dolor porque es un valioso ser humano y sigue sin mirar atrás.
Como dice la frase de Mahatma Ghandi, realmente me esfuerzo humildemente por ser honesta, amar y decir la verdad y tratar de ser una hermana para todos. Eso no quiere decir que vaya a lograrlo.
Pero mientras pueda contemplar los amaneceres y sentir ese gozo interno de poder admirar el rojo del silencio y la luz gloriosa del sol que nos alumbra, escuchar el sonido de la lluvia como la más hermosa de las melodías y sentir la caricia del viento en mi piel cuando camino, valdrá la pena cada intento y cada esperanza. 

jueves, 25 de septiembre de 2014

DE LA MEMORIA Y EL AMOR

Albertico Yáñez


El pasado año escribí un breve recordatorio de dos personas que llevo en el alma por diferentes razones y con amores distintos (filial y de amigo) pero que el destino quiso que se marcharan de esta dimensión un 26 de septiembre. 
Desde hoy los estoy recordando. Mi padre, por muchas razones, siempre ha estado en mi vida y aunque tuvo defectos y tenemos reproches que hacerle, jamás las manchas han ocultado la luz que me trasmitió y el aliento que me daba ese orgullo que nunca ocultó por mí y que lo hacía presumir de ser mi padre, aunque era yo una muchacha absolutamente normal.
Gracias a él supe entender la falsedad de un ambiente que nos rodeó por mucho tiempo y que en ese momento no logré descubrir del todo, pero que el tiempo se encargaría de desenmascarar y poner en cada lugar a las personas. De sus enseñanzas conservo una que me ha sido muy útil y me ha servido a lo largo de mi vida: jamás juzgar por las apariencias ni por la supuesta opinión de la mayoría (a pesar de que en Cuba estaba entronizada esta forma de pensar). Gracias a ese pensamiento evité muchas injusticias mientras pude, pues a veces no bastaba el deseo de evitarlas.
De él y mi madre heredé el amor por la lectura, increíblemente dos personas que nadie pensaría que tuvieran libros a su alcance eran lectores empedernidos. También heredé los rasgos asiáticos de su abuelo chino, más incluso que mis demás hermanos y creo que todos heredamos su energía vital y ese don de mando que nos hacía temblar en la casa cuando se enfurecía, pero que lo hacía líder en su trabajo, donde lo admiraban y seguían por su capacidad de trabajo y dedicación. 
Sobre Albertico he tratado de buscar las palabras que escribí el mismo día que supe de su muerte, el 26 de septiembre de 2008 y que supuestamente se habían publicado en La Jiribilla pero no las he encontrado, señal de que luego de publicarlas fueron eliminadas, quizás como parte de la censura activa que ejercía el entonces presidente del Instituto del Libro, tristemente célebre.
Pero como todos los que en Cuba y en otros muchos lugares del mundo nos dedicamos a leer y a escribir literatura para los pequeños y jóvenes del mundo, quiero seguir agradeciendo a la vida que me haya permitido coincidir en este espacio temporal y físico con Albertico Yáñez, porque fue la medida de la desmedida: grandilocuente, humano, arrebatador, amante desenfrenado, escritor desmesurado y genial... simplemente un genio que llegó a nuestras vidas para demostrar todo lo que se puede hacer al mismo tiempo.
Gracias a Mirta, su hermana, se han publicado póstumamente excelentes libros que su rigor excesivo mantenía lejos de las editoriales como  Zafarrancho colosal (2009), Libro primero de las cosas raras (2010) y Libro segundo de las cosas raras (2011), todos aparecidos con el sello de la Editorial Gente Nueva, y El cuaderno de las maticas (y otras hierbas), Ediciones Unión, Colección Ismaelillo, La Habana, 2011.
He comprobado que las imágenes suyas que aparecen en Internet, documentando entrevistas y artículos, pertenecen a la época en que estuve en Gente Nueva y me honró con su amistad.
Solo puedo decir que fue una tromba marina que llenaba de historias, abrazos y cuentos nuestras jornadas de trabajo en la editorial, en la feria del libro o cuando desandábamos por las calles de La Habana... que cuando escucho a Estela Raval me acuerdo de cuando nos poníamos como locos a escucharla en su casa; que si veo un afiche de Marilyn o cualquier imagen, mi primer pensamiento es ver cómo la consigo para él y luego recuerdo que no está. 
No sé de qué manera recordarlo mejor, creo que donde esté él sabe que lo pienso y extraño. Que necesitamos muchos de él en nuestras vidas. Que le agradezco, como a mi padre, haber compartido una parte de mi tiempo. Porque siempre la vida triunfa sobre la muerte y la memoria es la manera que tenemos de seguir viviendo con quienes amamos.




martes, 23 de septiembre de 2014

EMMA WATSON Y HERMIONE: SHEFORHE AND FOR EVERYONE


En el día de hoy organicé con uno de mis grupos de estudiantes un debate sobre "Violencia en el seno familiar" y fueron sorprendentes muchas de las opiniones y juicios que comentamos.
Lo primero, a pesar de que en la introducción al debate la moderadora hizo una explicación sobre qué considerar violencia en la familia casi todas las intervenciones se enfocaron en si es "necesario" disciplinar a los niños desde pequeños mediante el castigo físico. Debo reconocer que para ellos (todavía adolescentes) ese es uno de sus mayores problemas porque muchos han lidiado desde siempre con ese tipo de correctivo en sus hogares pero, y esto sí es lo peor, sus experiencias personales de maltrato físico les han hecho creer que este es una buena forma de educación y lo que genera en los más pequeños de la familia el "respeto" hacia los mayores.
No pienso hacer un análisis de algo tan obvio ni dar recetas que a nadie hacen falta porque cada quien tiene su propia visión del mundo lo que sí resulta evidente es que no es posible que nadie crea seriamente que la manera de formar buenas personas sea a través del castigo físico y psicológico.
El debate sirvió para convencerme que mucho trecho nos falta por andar en el respeto a la integridad de los demás comprendidos en esa etapa de 0 a 120 años, el respeto a sus derechos como seres humanos, como nuestros iguales. 
De verdad salí tan preocupada de allí que necesitaba escribir. Nadie se refirió a la violencia de género, tema abordado en una clase anterior, ni a la violencia contra los discapacitados o adultos mayores en el seno familiar, que también existe y solo fue mencionado por la moderadora. Pienso, no obstante, que el hecho de debatir el tema con sinceridad, expresando sus verdaderas opiniones, es un logro, pero más bien triste escuchándolos. 
Por mi parte, debo reconocer que esos arquetipos de conducta generan más violencia: en las escuelas, en los colectivos de trabajo o, incluso, en lugares donde somos servidos. 
Cuando entré a ver las noticias del día me vi gratamente sorprendida por los titulares y noticias sobre el discurso que ofreció Emma Watson en la sede de la ONU en Nueva York, donde se refirió a sus experiencias con el feminismo. La actriz, quien es embajadora de buena voluntad del organismo, explicó la campaña “HeForShe” y las razones que la animan a estar a favor de ella.
Es curioso como dijo:
"Ustedes deben pensar: ¿Quién es esta chica de Harry Potter y qué hace aquí en la ONU? Pues es una muy buena pregunta, yo también me la he estado haciendo. Pero todo lo que sé ahora es que, realmente, me interesa este problema y quiero ayudar a que las cosas mejoren. Habiendo visto lo que he visto y teniendo la oportunidad de hacer algo para cambiarlo, es mi responsabilidad decir algo”. Además, citó la frase de Edmund Burke: "Todo lo que necesita el mal para triunfar es que los buenos no hagan nada".

En su discurso señaló: “Desde que fui nombrada Embajadora de Buena Voluntad de la ONU y hablo del feminismo me he dado cuenta de que luchar por los derechos de las mujeres es para muchos un sinónimo de odiar a los hombres. Estoy segura de que eso tiene que terminar. Para que quede constancia, el feminismo, por definición, es creer que tanto hombres como mujeres deben tener igualdad de derechos y oportunidades”, comenzó la intervención de la actriz. “Me empecé  a cuestionar las suposiciones de género hace mucho tiempo. A los ocho años, cuando comenzaron a llamarme ‘mandona’ por querer dirigir una obra teatral para nuestros padres y a los chicos no les decían nada. A los 14, cuando la prensa y algunos medios empezaron a sexualizarme. A los 15, cuando mis amigas empezaron a abandonar sus equipos deportivos para no parecer demasiado ‘musculosas’. A los 18, cuando mis amigos hombres se veían incapaces de expresar sus sentimientos”.
Emma Watson durante su intervención


Se dirigió a los hombres para decirles: “Me gustaría aprovechar esta oportunidad para haceros llegar una propuesta formal. La igualdad de género también es vuestro problema. (…) Si a los hombres no se les hace creer que tienen que ser agresivos, las mujeres no serán sumisas. Si a los hombres no se les enseña que deben ser controladores, las mujeres no serán controladas. Ambos, hombre y mujeres, deben sentirse libres de ser fuertes. Es hora de que veamos los géneros como un conjunto, no como polos opuestos. Debemos parar de desafiarnos los unos a los otros. Ambos podemos ser más libres, que es de lo que trata esta campaña. Quiero que los hombres se comprometan. Para que sus hijas, hermanas y madres se libren de los prejuicios, pero también para que sus hijos se sientan con permiso para ser vulnerables y humanos, una versión más honesta y completa de sí mismos”. Por eso he invertido la frase en el título y en vez de Heforshe he dicho Sheforhe. Elemental, Watson, como diría Holmes, compatriota de Emma.

¿Cuál fue la reacción? Las palabras de la actriz sobre el feminismo hizo que horas después la amenazaran con hacer públicas fotografías de ella desnuda...

Así anda el mundo, pero me niego a pensar que nuestra vida sea signada por la amenaza y el miedo a ser agredido. Y no solo la amenaza, sino como se convierte en realidad el hecho de golpear, mutilar o hasta asesinar a los más débiles, dígase mujeres, desvalidos o ancianos. Recuerdo la linda canción que cantaban los niños en Cuba: "Quiero que haya sol siempre, que también haya cielo, que mamá siempre viva, que también viva yo". 


Respetemos y honremos la vida, como el bien más preciado que nos fue otorgado. Vivamos en paz y con amor. Es la única forma de merecer llamarnos "humanos" y merecer, además, la vida que en su momento nos entregaran . 


viernes, 19 de septiembre de 2014

MIRTHA EN EL BOLSILLO DE LA ADOLESCENCIA CUBANA, por Alina iglesias Regueira




Cuando las luces se apagan, voy al encuentro de la noche. No siempre ha sido así. Antes me quedaba tranquila en la cama, escuchando las voces del sueño a mi alrededor (…) Ahora me escurro sin hacer ruido, bajo las escaleras y miro desde el descanso para ver si descubro al profesor de guardia.

Un encuentro fortuito entre adolescentes de distinto sexo dispara los sentidos entre ellos y… también los del lector. La intriga comienza desde el primer capítulo, asegurando la fidelidad del lector hasta el final. Pero no, no pensemos en una relación amorosa pasional y tremebunda: ambos jóvenes eligen la noche como lugar de encuentro, sí: ella, porque es una soñadora y desea ser escritora; y él, él quiere ser astrónomo. Se bautizan con los simbólicos sobrenombres de Luna y Merlín, y deciden seguir el juego hasta ver adónde llegan, sin merma del respeto, como dos entes sin cuerpo a quienes une la noche. Simplemente la noche.

Así se inicia La noche en el bolsillo, una tierna y amena novela para adolescentes creada por Mirtha González Gutiérrez, en la cual afloran los recuerdos de una beca de preuniversitario ―típica del periodo entre los años 1975 y 1985― y los momentos más intensamente vividos de una etapa que, al parecer, no volverá a reeditarse entre los jóvenes cubanos de hoy. Pero… Amanda está en séptimo grado. Tiene doce años ―casi trece― y se lo leyó de un tirón: “–Mami, se lo voy a decir a todos en el grupo para que se lo lean. ¡Está precioso! ¡Léelo tú, anda!”

Así sucede, porque La noche en el bolsillo, recién presentada en la Feria Internacional del Libro, es una obra para la adolescencia de todas las épocas; tiene esa pureza que persiste en la añoranza de la experiencia. Evoca textos tan bien recibidos en aquellos pasados años como La Única, de Clara Jarunková, Dingo, historia de un primer amor, de Ruvim Fraerman, La cinta blanca en tus cabellos, y muchas otras deliciosas novelas para muchachas y muchachos, venidas de países del este europeo o de autores soviéticos y dedicadas a aquellas personitas que comenzábamos a sentir las primeras vivencias del amor de pareja.

La novela se estructura en doce partes ―o “noches”― en las cuales los protagonistas se encuentran ―amén de exámenes, caminatas, desmayos y otros sucesos imprevistos―, en un terreno contiguo a los albergues, para contemplar el cielo y conversar. Sí, porque esta obra ofrece un ejemplo divino a algunos jóvenes actuales que sustituyen la comunicación verbal y humana por modernas conexiones con máquinas, eludiendo la relación personal más primitiva y, a la vez, funcional y superior, al cultivar la espiritualidad. Esta es la excelente propuesta de Mirtha: recuperar ese terreno perdido, volver al rito, retornar al regodeo verbal ―sin cursilerías ni ridiculeces― para hallar, de una manera más completa, la primera ilusión del amor.

Ya al final, la autora ofrece los puntos cardinales de su obra, extraídos de la más cercana realidad, aquella que lleva bajo su piel de adulta. Una adulta que nunca ha dejado de soñar, pues ha publicado varios cuentos para los más chicos, como el tan gustado Peruso y La ciudad de los recortes, entre otros como Talía y sus papeles, Los cuentos de Peque y La niña que salió a buscar un cuento.

Pero el libro que ocupa no es, en modo alguno, una novela rosa: entre los acontecimientos narrados y descritos hay encuentros desafortunados con pandillas escolares, delincuentes mayores que cobran a los menores por taladrar partes de su cuerpo, para estar a la moda con aretes y tatuajes, y toda clase de sucesos penosos y negativos que sabemos riesgosos y presentes en nuestra becas estudiantiles de hoy. Así, la autora proyecta su propia experiencia hacia el presente y la recontextualiza, quizás imbuida de vivencias actuales de conocidos suyos.

La original edición de la obra es de Gretel Ávila Hechavarría, y combina disímiles tipografías para diferenciar los segmentos de pensamiento o discurso interior de aquellos de anécdotas, narrados por los dos personajes, pero siempre en primera persona, cual un diario a cuatro manos. El diseño corresponde a María Elena Circard Quintana y la composición es de Marla Albo Quintana. Merece un aparte, sin dudas, la cubierta de Abenamar Bauta Delgado, donde los azules índigos de la noche se mezclan con tonos marinos típicos de las profundidades oceánicas, para matizar la esencia de esta niña-mujer que narra la historia, quien es representada con mirada soñadora pero firme, agarrando a la Luna como el globo de sus sueños de futuro, inmersa en un entorno estrellado que penetra su propio cuerpo.

La noche en el bolsillo, perteneciente al apartado Primavera de la colección Juvenil de Gente Nueva, espera por las manos y los ojos vibrantes de esos adolescentes que aún no lo han leído; pues muchos otros son ya los que, sin duda, tienen la novela entre sus lecturas preferidas.


viernes, 12 de septiembre de 2014

EL PERUSO DE MIRTHA CONTRA UN GATO FANTASMA, por Alina Iglesias Regueyra

Cienfuegos es una sureña ciudad cubana, fundada a inicios del siglo XVI como Santa Fernandina de Jagua en la llamada península de la Majagua, a la orilla y al fondo de la bahía homónima cuyo nombre indígena significa “origen, fuente, manantial, riqueza”. Está abierta al mar Caribe por un estrecho canal que da paso a los barcos que utilizan el puerto, segundo más importante del país. La  ciudad es también conocida como la Perla del Sur. La fortaleza militar española Nuestra Señora de los Ángeles de Jagua, ubicada a la entrada de la bahía, fue construida a finales del siglo XVIII en estilo renacentista, y declarada Monumento Nacional en 1978 e inaugurada como museo veinte años más tarde. A los pies del Castillo de Jagua surgió y se desarrolló un pintoresco pueblito de pescadores, en un lugar de naturaleza exuberante, con playas donde rompen las aguas tranquilas y transparentes del Caribe.


Es en este escenario donde transcurre la acción de un libro, publicado en el año 2012 por la colección Escolar de la Editorial Gente Nueva, en el cual un querido personaje vuelve a las andadas, esta vez no con la locura de sus primeros años, sino en una misión mucho más “seria”. Peruso y el gato fantasma pone en evidencia que Pedro Jesús, el hijo literario de la escritora cienfueguera Mirtha González Gutiérrez, ha llegado a las letras por más aventuras: después de ser recibido con cálidos vítores por su pandilla del barrio, el ingenioso niño plantea un misterio a resolver: un extraño gato con un tabaco en la boca lo persigue y amedrenta constantemente.

A partir de esta premisa, el volumen se articula en nueve capítulos, con un nutrido sistema de personajes que incluye a los amigos habituales del protagonista —Dianamari, Raulín, el Guille, Osvaldo, Luis Enrique, Lazarito y Ana Carla, con la excepción de Leonel, quien pasa sus vacaciones en casa de su abuela—, a quienes se suma Marilope, la nieta de Nena y el pintor Donjuán, el barbero Tavo —tío de Luis Enrique—, el papá de Peruso —a quien se le conoce como Pedro el Grande aunque, contrario al zar, no posee poder alguno sobre su escurridizo vástago— y Baby —la celadora del museo donde acontece buena parte de la aventura—. Como personaje de referencia aparecen los padres y abuelos del resto de los menores, y hasta la propia autora, de quien se habla pícaramente en la página 27:

—Te esperamos. No vaya a ser que después no comas, y no quiero oír a tu mamá decir que por eso estás flaquito.
Peruso frunce la frente (como siempre que le molesta algo) porque su amiga al decir “flaquito” ha puesto la voz parecida a Mirtha, burlándose.

El grupo de niños desarrolla una dinámica muy original, a tono con la imaginación y la necesidad de reunión y aventuras propios de la edad: poseen un sistema de silbidos en clave, con contraseñas, y un refugio secreto debajo de una secundaria, para evadirse de los adultos que los llaman a gritos cuando se les escapan para encontrarse. La descripción de los más bellos parajes de la zona, su brisa, su vegetación y su generosa producción de frutas tropicales que consumen los niños como meriendas, adorna la narración.

Mirtha González Gutiérrez, gran observadora del entorno infantil y memoriosa de su propia niñez, arma cuidadosamente un argumento sustancioso a partir de un enigmático y luminoso fantasma azul que busca afanosamente un objeto creado por amor. En efecto, en este universal sentimiento se basará el tormentoso secreto que oculta una conocida leyenda de la ciudad de Cienfuegos. Como pistas para su descubrimiento, funcionarán un cuadro del pintor Donjuán y el Castillo de Jagua, escenario de los sucesos que motivaron el mito, conocido en el imaginario popular como La Dama Azul y citado en Tradiciones y leyendas de Cienfuegos (Adrián del Valle, 1919), donde también puede consultarse la leyenda de Marilope, a la cual alude Mirtha en respaldo al nombre de uno de sus personajes.

Peruso y el gato fantasma fue editado con gran cuidado por Odalys Bacallao. La cubierta y las ilustraciones interiores son de José Antonio Medina, experimentado artista que conocemos por sus excelentes colecciones de autos y aviones antiguos para colorear publicadas por Gente Nueva para deleite de un público mayoritaria y tendenciosamente masculino. Esta vez sus dibujos, de trazo firme y grueso y marcada expresividad, también pueden ser coloreados. En la cubierta, el gato, montado sobre un tren, atraviesa un puente multicolor, quizás el de los sueños, dada la bruma que lo rodea al brotar del mismísimo Peruso, retratado en la contracubierta.

Peruso y el gato fantasma no solo ofrece una divertida historia, sino el testimonio de una rica herencia cultural que una pandilla de chiquillos revitaliza mientras aprende sobre su ciudad. Buen trabajo de una escritora probada en temas infantiles aunque, por supuesto, apto para cualquier edad.

                                                  Alina Iglesias Regueyra, 20 de marzo de 2014 (Barquito de papel, Cubaliteraria)

jueves, 11 de septiembre de 2014

DAILAN KIFKI: MARÍA ELENA WALSH


¿Qué pasaría si un jueves alguien encuentra a un elefante en la puerta de su casa y, para colmo, con una carta enorme colgada de una oreja?
Pero veamos qué dice la carta de recomendación de este elefante:
«Estimada señorita: Yo me llamo Dailan Kifki y le ruego no se espante porque soy un elefante. Mi dueño me abandona porque ya no puede darme de comer. Confía en que usted, con su buen corazón, querrá cuidarme y hacerme la sopita de avena. Soy muy trabajador y cariñoso, y en materia de televisión, me gustan con locura los dibujos animados».
Hasta aquí la carta. Y entonces comienzan precisamente las aventuras de este singular elefante que nos cuenta María Elena Walsh, escritora argentina quien fue, además, compositora, cantante, periodista, dramaturga y guionista de televisión, en fin, una persona maravillosa que escribió muchos libros de poesía y narrativa para los pequeños donde la acción, el humor, la gracia y el disparate, atraen a los lectores desde el principio.
En esta novela los personajes hacen a cada momento lo que no se piensa que puedan hacer. Y es un libro muy educativo: se aprende cómo aliviar a un elefante de un dolor de pancita, cómo hacer bajar en pleno vuelo a ese mismo elefante con su bombero de jinete y, por supuesto, cómo se hace la sopa de avena usando un sombrero como cazuela.
También aparece u n enanito, Carozo Marujín, dueño de un palacio, una carroza y el bosque de Gulubú, donde los charcos son de chocolate.
Se habrán podido dar cuenta que esta es una historia de enredos, desmayos, derrumbes y viajes. Hay viajes aéreos, en tren, en carroza, en fin…
Pero no sigo contando porque no van a querer leer el libro con sus propios ojos y hace mucha falta que todos lean este libro. No solo por las aventuras sino porque a veces es bueno unirse a otras personas para hacer cosas juntos. Les doy un consejo: si no tienen la suerte de que un elefante toque a su puerta, salgan a buscarlo.

Entonces, supisiche, palabra que en lenguaje de enanito vaya a saber qué quiere decir. 

María Elena Walsh

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