domingo, 29 de julio de 2012

UN RITO POR LOS PADRES


(biblioteca27de4.blogspot.com) 


Hoy es domingo en el mundo, según el calendario. En esta parte del mundo estamos en la mañana del domingo y otros estarán terminándolo. En República Dominicana celebran el Día del Padre o de los Padres, y es uno de los cinco países en Latinoamérica que dedican a la figura paterna un día fuera del mes de junio. En Bolivia y Honduras es celebrado el 19 de marzo, por ser el día de San José; en Uruguay es celebrado en julio y en Brasil, en agosto. He buscado en algunos lugares el porqué de la elección de la fecha pero no lo he encontrado.
En Wikipedia, se habla de la institución del tercer domingo de junio:
La idea de celebrar el día del padre ocurrió en 1909, cuando una mujer llamada Sonora Smart Dodd, de Washington, propuso la idea de celebrar el día del padre. Esta mujer quería homenajear a su padre, quien era un veterano de la guerra civil llamado Henry Jackson Smart, que enviudó cuando su esposa murió durante el parto de su sexto hijo y, a partir de ahí, se hizo cargo de criar a sus niños cumpliendo rol de padre y tratando de cumplir el de madre, y como el señor Smart había nacido el 5 de junio, ella propuso el día de su cumpleaños como día del padre.
La idea de instituir un "Día del Padre" fue acogida con entusiasmo por muchas personas en diversos condados y ciudades, y fue en 1924 cuando el presidente Calvin Coolidge apoyó la idea de establecer un día nacional del padre.
En 1966 el presidente Lyndon Johnson firmó una proclamación que declaraba el 3er. domingo de junio como el Día del Padre en los Estados Unidos.
Y después, esa fecha la asumieron muchos otros países.
Recuerdo ahora un pasaje de El Principito, durante su encuentro en el desierto: el corazón necesita de ritos, para diferenciar unos días de otros. Las celebraciones que hacemos los días de cumpleaños, las flores que colocamos o las velas que encendemos en los aniversarios de las muertes de nuestros seres queridos o en aquellos días dedicados a vírgenes o santos de la religión, son ritos convertidos en tradiciones, que forman parte de la cultura de los pueblos.
Los ritos son necesarios, dice el zorro al Principito.
-¿Qué son los ritos? -preguntó el principito.
-Se trata también de algo bastante olvidado -contestó el zorro-. Es aquello que hace que un día se diferencie de los demás, una hora de las otras horas. Te daré un ejemplo. Entre los cazadores hay un rito. Todos los jueves bailan con las jóvenes del pueblo. Para mí el jueves es un maravilloso día, ya que paseo hasta la viña. Si los cazadores no tuvieran un día fijo para su baile, todos los días serían iguales y yo no tendría vacaciones.
Por eso los hombres dedican días a honrar personas o celebrar sucesos: son los ritos que necesitamos para que todos nuestros días no sean iguales. Sin embargo, yo estoy domesticada por una isla y por las personas que allí son mi familia o mis amigos, por los lugares, por los sueños que allí están… entonces, me cuesta asimilar otros ritos. Será por eso que este día, en otra isla hermana del Caribe, no tiene igual significado para mí que el tercer domingo de junio, aunque trato de que lo tenga. Para mí es un día como cualquier otro.

Pero aunque no sea mi rito íntimo y personal, deseo que tengan un feliz día todos los padres dominicanos. Porque un padre es, junto a la madre, el procreador y sostén de la familia. Porque también construye, con sus hijos, los ritos que harán de sus vidas algo diferente. 

martes, 24 de julio de 2012

PERUSO VUELVE A CASA


(diariomedico.com)


La pandilla casi completa está en el balcón mirando al horizonte. Ninguno se atreve a hablar, por miedo a romper el hechizo. Todos piensan en lo mismo: ¿volverá Peruso?
Un silbido conocido rompe el aire como una flecha. ¡Es él! Todavía en silencio buscan con la mirada y entonces lo ven. Saludando con las dos manos, como si estuviera en un desfile, viene Peruso desde la esquina. Los muchachos empiezan a gritar y salen corriendo de la casa.
Se encuentran en los bajos del edificio y ¡milagro mayor!: no está asomada ninguna de las chismosas,  así que casi matan a Peruso con los apretones y su mamá lo llena de besos.
En lo que Mirtha les prepara un buen jugo de mango, la pandilla se sienta en el piso del balcón haciendo un círculo, con Peruso en el medio. Enseguida ve que falta Leonel.
—¿Y Leonel dónde está? —pregunta a los otros.
—Fue a casa de su abuela —contesta Raulín.
Bueno, la pandilla está casi completa. ¿Qué más se puede pedir? En los días de vacaciones es bastante difícil que todos estén juntos. Peruso suspira y no se sabe en qué piensa.
—Peruso —le pregunta Luis Enrique—, ¿volviste a caer en el puente del casi?
—Chico, si digo que sí, te miento. Yo estaba un poco aburrido y el traqueteo del tren me dio sueño, así que recosté la cabeza y de pronto empezó a entrar humo por la ventanilla. Primero creí que era el humo de la locomotora, pero luego estaba flotando en el aire y lo único que había a mi alrededor eran nubes blancas. De verdad que no vi el puente por ninguna parte, pero por al lado mío pasó el gato de aquella vez, con el tabaco en la boca.
—¡Jesús! —exclamó Dianamari—. Ese gato debe ser un fantasma que te persigue. Yo creo que tienes que buscar una protección contra los fantasmas, porque no te va a dejar tranquilo.
Peruso se queda pensando.
—Tú sabes que sí, eh. A lo mejor quien me secuestró fue el gato ese. 
Lazarito se echa a reír.
—¿Ahora ustedes piensan que a Peruso lo persigue el fantasma de un gato? Cuando yo lo digo: dime con quien andas y te diré quien eres. Ya Peruso los ha contagiado con sus historias. Aquí el único fantasma de nacimiento es Peruso. ¿Me equivoco, Peru?
Peruso se queda pensativo.
—Es verdad lo que tú dices. Pero no me negarán que esto está raro, bastante raro. Para empezar, es la primera vez que veo a un gato fumando tabaco… Me lo encuentro en el puente del casi y después cuando fui a dar a la casa de las ideas locas. Da qué pensar, sabes.
Ellos están de acuerdo. A Ana Carla se le ocurre una idea.
—¿Y si despistas al fantasma?
—¿Despistarlo?
—Despistarlo. Todavía estamos de vacaciones. Te puedes ir para otro lugar adonde nunca hayas ido. No puedes ir en tren, porque es posible que sea un fantasma que viaja en ese tren… Yo he visto en las películas que cuando alguien muere en un lugar, su espíritu se queda vagando. ¿Será un gato que saltó de un tren?
La interrumpe Osvaldo:
—Para empezar, los gatos siempre caen de pie. En todo caso sería que el tren lo atropelló. Son unas peliculeras las dos. Primero la otra dice que el gato es un fantasma y ahora esta sabe cómo despistarlo. Ahora van a dedicarse a las historias de misterio, ¿no? Así tendremos dos Gatas Cristie en la pandilla.
Mientras Peruso se muere de risa, Raulín, que pasa la vida leyendo a escondidas los libros de su papá, rectifica a Osvaldo:
—Oye, esa escritora se llama Ágata, no gata.
—Sí, la equivocación de Osvaldo está buenísima. Si Ana Carla y Dianamari van a investigar el caso es mucho mejor llamarlas Gatas Cristie, porque andarán detrás de un gato, ¿no te parece? 
Los varones se ríen del invento y las muchachas protestan:
—Claro, seguro que todas las buenas ideas son tuyas, bobo —dice Dianamari a Osvaldo—. ¿Qué se te ocurre ahora, que sea mejor?
Peruso trata de poner calma.
—Primero hay que probar. No está mal irse por ahí unos días. Con todo este lío no he tenido tiempo para disfrutar las vacaciones.
El Guille habla entusiasmado:
—Podemos ir a casa de mis abuelos, en Laguna Escondida. Ese es un pueblo chiquito y hay que dar una pila de vueltas para llegar allá. Oigan, ahí sí no hay fantasma que encuentre el camino. Puede ir en tren si quiere, que después de la estación hay que seguir a pie o a caballo.
La pandilla chifla toda al mismo tiempo. Peruso le pregunta:
—Guille, para despistar al fantasma, ¿vamos a ir a casa de tus abuelos o al fin del mundo?
El Guille se pone rojo. Él, que de buena gana está ofreciendo la casa de sus abuelos, se ofende.
—Si ustedes no quieren ir, no vayan. Es su problema.
De verdad está ofendido. Se levanta y va para la puerta cuando Peruso da un salto y cae al lado de él.
—Caramba, Guille. ¿Cómo vas a ponerte bravo con nosotros? Aquí siempre hacemos igual con todos los planes. Tenemos una pandilla democrática.
Guille se ríe con ironía.
—¿Qué, vamos a hacer papelitos para votar a favor o en contra?
Peruso se rasca la mitad medio pelada de su cabeza porque, mientras estuvo fuera, el pelo le ha crecido un poco.
—¿Sabes qué? Es mejor ir primero a la barbería, porque no estoy acostumbrado a que estos pelos de acá estén tan largos y, ¿quién sabe? Quizás eso no me deja pensar bien. No creas que es mala idea lo de los papelitos. ¿Vamos todos a la barbería?
La madre de Peruso, acostumbrada a la pandilla, les dice desde la cocina:
—Nadie se mueve de aquí hasta que merienden. Allá donde estabas, con esas ideas locas y el gato fantasma había de todo menos comida. Más pareces un fideuso que un Peruso, ¡estás tan flaquito!
Los muchachos se ríen con el chiste. ¡Qué bueno está eso de comparar a Peruso con un fideo!
—Ven acá, mami, ¿pasaste un curso de chistosa mientras yo estaba lejos?
—No, hijo, ese es un mal de nuestra familia. Creo que en realidad es un bien. Ahora los estaba oyendo y les digo que para atrapar a un gato, hace falta un perro.
—¿Y si es un gato fantasma? —pregunta Peruso.
—Entonces vas a necesitar un perro especial.
Lo que dice la mamá de Peruso es verdad. Pero, ¿dónde encontrar un perro especial para dominar a un gato fantasma?
—¿Te acuerdas de Señor B, el perro del primo Miguel? —pregunta la mamá.
Peruso ríe.
—Ahora también tienes poderes: lees el pensamiento. Pero el Señor B estará viejito o muerto. Ese fue el regalo del abuelo a Miguel cuando cumplió siete años y empezó a mudar los dientes. Él tiene tu edad, más o menos. Sé de memoria el cuento de abuela: lo consolaba diciéndole que los dientes eran para hacer la dentadura de un perrito y cuando la tuviera completa, llegaría a la puerta de su casa. 
—Ese mismo es, pero de viejito o muerto nada. Está fuerte y saludable. En las fotos que trajo tu abuela cuando vino parece un perrazo de cinco años, no más.
—¿Es un perro mágico? Esas cosas pasan nada más en la familia de Peruso —opina Dianamari.
—No, qué va. El abuelo siembra zanahorias y lechugas en el patio y se acostumbró desde chiquito a comerlas, de modo que allí le dejan una parte solo para él.
A Luis Enrique le entra un ataque de risa.
—¿Así que un perro vegetariano?
—No, ¿cuándo has visto un perro vegetariano? Únicamente en los libros. Le encanta comer pescado, revoltillo con papas y perros calientes. ¡Ah! y por supuesto, los huesos, aunque sean de aceituna.
La pandilla, que está de buen humor con la vuelta de Peruso, se muere de la risa. Peruso se toca la barriga, o bien dicho, el lugar donde otros más gordos guardan la grasa y tienen barriga, porque él sólo tiene un pellejito.
—Mami, hablando de comida: siento hambre. ¿Cuándo está la merienda?
—Ya está. Ahora la sirvo. Si hablar de fantasmas de gatos te da hambre, voy a buscar una familia de fantasmas para ti.
De verdad tienen hambre, porque no dejan una miga de pan en los platos ni una gota de jugo en los vasos.
—¡Chao, mami! Vamos a la barbería —le dice Peruso desde la puerta.
—¡Niño, descansa un rato! —vocea ella desde la cocina—. Parece que esas ideas locas te han dejado lleno de energía.
Las últimas palabras les llegan como un eco, porque ya bajan las escaleras.

viernes, 20 de julio de 2012

EL CARTERO LLAMA MUCHAS VECES



Siempre los carteros han ejercido en mí una especie de fascinación que los años, lejos de atenuar, han acentuado. Recuerdo siempre uno que, durante mucho tiempo, llevaba la correspondencia a mi casa y todos los anuncios los hacía de una forma peculiar. Siempre diciendo un refrán o una broma. Quienes conocieron aquellos carteros de Cuba que llevaban una gran bolsa de cuero, sabrán de quiénes hablo. Siempre mi madre tenía su pequeña conversación con el cartero, él preguntaba por personas cuyas direcciones no estaban muy claras y ahí empezaba el “¿Luisa? ¿Acaso será la señora que vive al doblar, que es costurera…?” Y luego la explicación de dónde vivía la señora para ver si era la destinataria de aquel sobre misterioso.
Escribo cartas desde que aprendí a escribir. Hace unos años recuperé una que guardaba mi tía Chacha como un precioso recuerdo, de cuando yo tenía 6 años, felicitándola por el año nuevo. Ella me la dio, para que la guardara, poco antes de morir. También mi mamá me dio una que le había escrito a ella estando yo en el Pre, pues estudié en la entonces Isla de Pinos y todas las semanas le escribía, pues solo iba de pase una vez al mes a casa. Mi hija la leyó y buscó la fecha, emocionada. Mami, me dijo, me parece que estás hablando ahora mismo. ¡Así mismo hablabas a los diecisiete años! Lo cual no me deja claro si es un elogio o debo preocuparme por ello. Me inclino por lo primero: sigo pensando y hablando como si tuviera diecisiete…
A veces yo misma recibía mi carta estando en la casa, pues el correo demoraba a menudo. Mi madre conserva la costumbre de escribir cartas y enviar postales a sus familiares, pues no usan, como nosotros, el correo electrónico. Yo guardo las que ella me manda, por manos propias, como solía decirse. Mis hijos y yo hacemos lo mismo, pero sin carteros como intermediarios. Ya los carteros no son lo que eran: aquellos personajes de enormes bolsas de cuero cargadas de mensajes y esperanzas.
En mi libro La niña que salió a buscar un cuento, ella dice cuando conoce a un cartero triste que ha perdido su casa: “Y con ese oficio tan bonito de hacer conversar a las personas a pesar de cualquier distancia”.
Cuando trabajaba en la Biblioteca de Cienfuegos, mi amigo y colega José Díaz Roque, se comunicaba de la manera tradicional con escritores y amigos de todas partes. No se me olvida cuando empezó a “cartearse” con Garrandés, a raíz de que este visitara Cienfuegos.
Hace algunos días un amigo me pidió la dirección, pues Jose quería enviarme unos libros, y dudé que pudiera hacerlo, pero se la envié. Hace dos días recibí un sobre amarillo con un ejemplar de la Revista Ariel, revista cienfueguera que hace 25 años trata de seguir el legado cultural del grupo llamado así por Carlos Rafael Rodríguez y que, al decir de mi amigo, suponía el antónimo de la posición de Roberto Fernández Retamar con su Calibán y tenía su propia teoría sobre la expresión sociocultural de los pueblos de América Latina que, defendía: América tiene más de Ariel que de Calibán (personajes de La tempestad de Shakespeare). Además de la revista me envió, con una emotiva dedicatoria, su libro de ensayos literarios El crepúsculo, la noche y el marinero, donde se refiere a tres grandes figuras de las letras hispanoamericanas: José María Chacón y Calvo, Federico García Lorca y Samuel Feijóo. Es una joya el libro por la manera tan sencilla de abordar las honduras de ellos, y en el caso de Federico y Chacón y Calvo, incluye los facsímiles de notas originales del poeta español. Recibí también una Biobibliografía de Florentino Morales, Historiador de Cienfuegos por mandato de sus compatriotas, y el Epistolario de José María Chacón y Calvo y Florentino. Todavía recuerdo cuando trabajaba, en la paz intranquila de la sala especial para niños ciegos y débiles visuales, la correspondencia entre aquellos dos grandes y me leía fragmentos, reía de alguna cita o me expresaba sus profundas reflexiones sobre la obra de uno de ellos o el significado cultural de aquella relación que cobraba vida en las cartas intercambiadas, con esa pasión encendida con la que siempre reacciona Jose ante el más mínimo suceso cotidiano.
Entonces hoy estuve en el correo de Plaza Central, y me atendió Josefa. (¡Qué coincidencia de nombre!). No puedo explicar la paciencia de aquella dulce señora, la forma en que habla de su oficio, de que los carteros existen en cualquier rincón del mundo, y que las cartas deben ser llevadas aunque sea hasta la última casa en el pico de una loma, y la veía pegar los sellos y pensaba en aquellos carteros que, desde los chasquis del Perú, han llevado y traído mensajes para comunicar a las personas, para que la posteridad descubra lo que pensaban los hombres a través de sus cartas, de las personas que hacen de ellas el testimonio de una época, una obra o el sentido de la vida de personalidades que pueden parecernos lejanas e inaccesibles y se vuelven humanas cuando leemos su correspondencia. Y entonces también llegué a la casa a escribir este artículo para recordar a ese amigo que es José Díaz Roque, entrañable, cercano y amadísimo… y me explico por qué cuando conocí a Ernesto Cardenal le presenté dos ejemplares de su Antología poética y le pedí, después de que me autografiara el mío, que dedicara el otro a Jose (como le decimos quienes lo queremos), porque sabía que sería una joya apreciada por él, porque desde ese mismo lugar, en el hermoso edificio que fuera antes el Ateneo de Cienfuegos, ha trabajado cada día con ese sentido fundacional que lo distingue, ya sea que oficie una misa como sacerdote de la iglesia católica liberal, labore como vicepresidente de la unión de escritores, sea el creador de las áreas especiales para ciegos y débiles visuales en las bibliotecas públicas cubanas, poeta exquisito o ensayista incisivo, orador lenguaraz e irreverente o escriba una carta para un amigo.
Como al martiano de pura cepa que es, solo le digo que es parte de la patria que va conmigo adonde vaya, habitante de mi isla íntima y personal donde el cartero del tiempo llama muchas veces para entregarme los mensajes de esos a quienes amo, sin palabras ni papeles: solo recuerdos, innombrables e imborrables, pero que hoy recibí uno con su nombre y el sello del cariño mutuo y amistad eterna.

martes, 17 de julio de 2012

NANA DEL NIÑO QUE NO DUERME


(facilisimo.com)










Dicen que Diego no duerme
porque una mosquita inquieta
zumba en su oído de noche
para no dejar que duerma.

Zuzuzú, hace la bandida
al oído del bebé
pero esta abuela bien sabe
que no lo puede creer.

Duerme Diego, que ya salen
las estrellas y la luna.

Dicen que cuando mi Diego
se duerme en su cama suave
extraña el olor que siente
en los brazos de su madre.

Y la mosquita molesta,
quien sabe si lo despierta,
pero quiere ir con mamá
que lo mima y que lo besa.

Ay, Diego, debes dormir
que sus ojos se le cierran
y tu mirada intranquila
no deja que ella se duerma.

Que mamá duerme a tu lado
para así velar tu sueño
y que los duendes no vengan
para inventar nuevos juegos

que esconden en su bolsillo,
de mírame y ya verás,
juegos que son divertidos
pero asustan a mamá.

Que te ve reír gozoso
aunque la noche sea oscura
y las estrellas se oculten
en el brillo de la luna.

Duerme Diego, que ya salen
y su luz tenue te alumbra.







jueves, 12 de julio de 2012

PABLO NERUDA CUMPLE 108 AÑOS


(http://commons.wikimedia.org)


El 12 de julio de 1904 nació en Parral, Chile, un niño que sería luego uno de los más grandes poetas de Hispanoamérica. Fue conocido y se recuerda como Pablo Neruda, aunque encuentro datos contradictorios en su verdadero nombre. En Wikipedia se dice Ricardo Eliecer Neftalí Reyes Basoalto, y en otros sitios aparece como Neftalí Ricardo Reyes Basoalto, pero creo que el nombre escogido por él es el que hemos hecho nuestro: basta decir Neruda y convocamos a la mejor poesía. Eligió firmar sus obras como Pablo Neruda en homenaje al poeta checo Jan Neruda, y llegó a legalizarlo en 1946.
Sus primeros poemas aparecen en 1921, solo tenía entonces 17 años, y su poesía alcanzó fama mundial con la publicación de Veinte poemas de amor y una canción desesperada, en 1924, justo a sus 20 años. 
No es el sentido de esta nota teorizar sobre su poesía sino en su significado para los millones de lectores que han vibrado y regresan una y otra vez a leerla.
Recuerdo que leí esos Veinte poemas de amor... en una edición de bolsillo que se publicó en Cuba, dentro de una colección en la que apareció también una selección hecha por Raúl Roa de la poesía de Villena.
Creo que esos poemas han acompañado a los jóvenes de habla hispana desde su adolescencia, al igual que muchos otros como su Canto general, Farewell y tantos que resulta una lista interminable.
Trabajando en Gente Nueva tuve la oportunidad de realizar un proyecto de promoción de lectura con los estudiantes de Preuniversitario en el campo, en el municipio de Güines. El viaje hasta allá era bastante agotador, pero invariablemente escogí los poemas de esos grandes poetas latinoamericanos como Sor Juana Inés, Vallejo, Villena, Roque Dalton, Gabriela Mistral, Huidobro, Borges y por supuesto, Neruda. El encuentro redimía la fatiga del viaje: aquellos jóvenes se fascinaban con sus poemas, a veces les llevaba fotocopia de algunos, dejaba los que teníamos publicados de la editorial en las bibliotecas, preparamos una selección de los libros en existencia y les entregamos más de un centenar de ejemplares a cada escuela. Confío en que hayan llegado a su destino, pero de todas formas, los conocieron, fuera de las clases de Literatura y descubriéndoles detalles que los hacían más humanos.
Por eso esta breve nota, para los jóvenes que hoy quieran leer un hermoso poema de amor, escrito por un extraordinario poeta, pero también un hombre grande como pocos. 
Se lo dedico a alguien que en este momento está enfermo y sufre. Porque la poesía da aliento y anima: fortalece el espirítu, sobre todo si, como este poema, lleva en cada palabra la profundidad de ese tormentoso y profundo sentimiento que es el amor. 

TE AMO
                                                                                                       
Te amo,
te amo de una manera inexplicable,
de una forma inconfesable,
de un modo contradictorio.

Te amo
con mis estados de ánimo que son muchos,
y cambian de humor continuamente.
por lo que ya sabes,
el tiempo, la vida, la muerte.

Te amo...
con el mundo que no entiendo,
con la gente que no comprende,
con la ambivalencia de mi alma,
con la incoherencia de mis actos,
con la fatalidad del destino,
con la conspiración del deseo,
con la ambigüedad de los hechos.

Aun cuando te digo que no te amo, te amo,
hasta cuando te engaño, no te engaño,
en el fondo, llevo a cabo un plan,
para amarte mejor.

Te amo...
sin reflexionar, inconscientemente,
irresponsablemente, espontáneamente,
involuntariamente, por instinto,
por impulso, irracionalmente.

En efecto no tengo argumentos lógicos,
ni siquiera improvisados
para fundamentar este amor que siento por ti,
que surgió misteriosamente de la nada,
que no ha resuelto mágicamente nada,
y que milagrosamente, de a poco, con poco y nada
ha mejorado lo peor de mí.

Te amo,
te amo con un cuerpo que no piensa,
con un corazón que no razona,
con una cabeza que no coordina.

Te amo
incomprensiblemente,
sin preguntarme por qué te amo,
sin importarme por qué te amo,
sin cuestionarme por qué te amo.

Te amo 
sencillamente porque te amo,
yo mismo no sé por qué te amo.

                              Pablo Neruda.


miércoles, 11 de julio de 2012

NIDO




(photaki.es)
Mamá Gorrión cuida a sus hijos
—acurrucados dentro del nido—
y el tío viento, ¿será atrevido?
Sopla en la rama un aire frío.

— ¡Ay, se resfrían los pequeñitos! —,
dice la madre, y al dar abrigo
a sus pichones dentro del nido,
abre sus alas de plumón tibio.


lunes, 9 de julio de 2012

CANCIÓN DEL AGUA




(pixmule.com)

El agua que pasa
es agua pasada,
agua del estanque
es agua estancada
y el agua de casa
¿es agua casada?



Si el río es de agua,
la mar es salada
y por ellos andan
peces y sirenas
barcos, esperanzas,
¿son caminos de agua?

viernes, 6 de julio de 2012

ACUARELA


(es.123rf.com)


Caballo de mar
con bridas de espuma
y cascos de sal.

Se mece en el viento
cabalga en las olas
que bañan el puerto.

Cuando se va el sol
mi rojo caballo
cambia de color.




EL VAMPIRO EN LA MONTAÑA


(frikiempiezaconf.blogspot.com)



El rey del país de las montañas era muy rico. Tenía montones de oro guardados en cofres, un castillo majestuoso y una cuadra llena de mulos. Hubiera preferido caballos, pero todos saben que para escalar una alta montaña hay que ser bien mulo, nada de caballo. El único inconveniente es la tozudez del mulo: ya sabes, cuando dice que no, ni a palos sube.
Este rey de quien les cuento era caprichoso, como todos los reyes, y le gustaba coleccionar rarezas. Por eso se le ocurrió tener un monstruo de verdad. Mandó emisarios por todos los lugares en busca de uno, pero nada. El último dragón estaba contratado para encender las fogatas de los campamentos de verano, la bruja trabajaba en un museo, el ogro era el director de una guardería infantil. Esas noticias eran muy desalentadoras. Le llegó un aviso de que en cierta ciudad vivía un trol, muy feroz, pero cuando llegaron allá se había convertido en papalotero y solo aceptó ir al castillo los fines de semana ventosos, a empinar papalotes con sus amigos que eran más de mil niños. Para ponerle la tapa al pomo, pidió con anticipación que le despejaran la galería donde estaban colgados los retratos de la dinastía real, para montar una exposición de chiringas, katanas, chichiguas y todas las variantes de los papalotes, y un gran salón donde organizar el taller “Cómo se fabrica un papalote”.
Recuperándose a duras penas de su decepción, he aquí que aparece una mañana, en pleno puente levadizo sobre las rocas, una cesta de mimbre con un pequeño vampiro dentro. Era un bebé vampiro y le habían colgado un letrero que decía: SOLO TOMA SANGRE DE GALLINITA DORADA.
—¡Oh —se dijo en alta voz el rey—. Tanto tiempo buscando un monstruo o ser sobrenatural y ahora aparece con semejante dificultad. En este castillo no hay gallinas y mucho menos, doradas. Si la hago construir de oro no tendrá sangre.
Entonces mandó llamar a sus consejeros y les preguntó si sabían qué hacer para fabricar una gallina dorada y lograr que tuviera sangre, para poder alimentar al bebé vampiro. Enseguida fueron respondiéndole:
—Yo no —dijo el ganso.
—Tampoco yo —dijo el pavo.
—Ni yo —respondió el pato.
—Trataré yo —dijo el niño, y nadie lo creyó. Solo el rey, que estaba muy esperanzado con tener su vampiro y confiaba en la imaginación del niño.
Entonces despidieron a los consejeros del salón del trono no sin que el rey ordenara antes que se pusieran todos en el castillo a la disposición de ellos, por si acaso encontraban una fórmula secreta.
Cada consejero se retiró a sus aposentos privados, donde cada cual tenía montado su propio laboratorio. El niño salió del castillo y se fue al bosque, mientras los otros lo vigilaban desde los altos ventanales, hasta que lo perdieron de vista.
El bebé vampiro lloraba por hambre a grito pelado, y el rey se encerró en la torre más alta del castillo para no escucharlo. Rogaba a los dioses que se encontrara la manera de alimentarlo.
El pato consiguió una mezcla de sangre de pato con un poco de la del propio rey y pensó que bien podría parecerse al sabor de una sangre de gallina dorada. Llegó a la habitación del vampiro y el pequeño, nada más olerla, empezó a gritar más fuerte. Ni siquiera la probó.
El ganso, con su fama de tonto, mezcló su sangre con la del jefe de la guardia del palacio, quien se creía valiente armado con su lanza, pero dormía siempre con una luz encendida pues le temía a la oscuridad. Tal vez podría parecerse a la sangre de una gallina dorada.
Esta vez el bebé la olió con cuidado, como si le fuera familiar, pero tampoco la probó, y gritó más alto aún.
El pavo demoró mucho en decidirse: se miraba en el espejo primero para comprobar que sus plumas estaban bien peinadas. Todavía se pavoneaba cuando el niño regresó del bosque y fue directo a la cocina del castillo. Allí pidió ayuda a la cocinera para preparar algo.
Todavía el pavo no había terminado de mirarse en el espejo cuando el niño llevó al vampiro una jarra de hojalata con un líquido rojo.
Enseguida subió un paje a la torre, para avisarle al rey que el bebé había dejado de llorar. El monarca bajó las escaleras de tres en tres y se acercó cauteloso a la habitación. Allí vio una escena que lo dejó más que asombrado: el niño leía al bebé vampiro el cuento de La gallinita dorada, mientras el vampiro se bebía el jugo de fresa silvestre (al que nosotros llamamos en el colegio guachipupa) y reía de vez en vez, enseñando sus pequeños colmillos.



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