domingo, 31 de mayo de 2020

GENTE NUEVA CUMPLE AÑOS


La editorial más joven de Cuba cumple años. Más de medio siglo y sigue siendo una traviesa e inquieta chiquilla que descubre talentos, dibuja historietas, cuenta cuentos, se enamora y suspira, tiene sueños fantásticos y estudia las verdades científicas mientras vive las más locas y divertidas aventuras, ya sean de misterio o de capa y espada.
No en vano fue soñada por ese poeta inmenso que es Eliseo Diego, quien comenzó a crear maneras de hacer llegar a los niños y jóvenes los clásicos de la literatura universal, primero desde la Biblioteca Nacional José Martí y luego, ¡por fin! desde esta casa editorial que se convirtió en la verdadera isla de Nunca Jamás para los lectores cubanos de todas las edades.
Este espíritu amplio que sin excluir temas, autores, países o épocas, ha marcado la evolución de la editorial a través de períodos más fértiles que otros, sacudida por los vaivenes de la economía que siempre afectan la fragilidad material de este empeño.
Pese a todo, ha existido una voluntad por conservar los precios de sus libros, aunque a veces se haya menoscabado su imagen. No siempre se han impreso en buen papel sus libros, o las imágenes han sido en blanco y negro… pero más allá de las indudables manchas que indudablemente ha tenido su quehacer, han sido muchas las generaciones de cubanos que han conocido la obra literaria de muchos de los autores del mundo gracias a los generalmente modestos libros de Gente Nueva.
Sabemos que es importante la factura del libro: su papel, sus ilustraciones, la tipografía que permita una buena lectura. Muchos de estos conceptos se han sacrificado en aras de que el libro llegue a las manos y ojos de los pequeños y jóvenes lectores. ¿Para bien o para mal?, se preguntarán algunos. En mi opinión, para bien.
Recuerdo cuál fue el primer libro que compré en una librería de Marianao a la que fui con mi tía, no recuerdo el precio, pero creo que eran como cuarenta o cincuenta centavos: Cuentos de Grimm, justamente una selección con adaptaciones y prólogo de Eliseo Diego. Luego conocería en la editorial otras que hizo de Los cuentos de Andersen. Jamás olvidaré el inicio de su versión de El patito feo: ¡Ah, los días de verano!
Después de ese devoré, generalmente en bibliotecas, todos los títulos que encontraba. Y cuando pude empezar a comprar, mi casa empezó a llenarse de libros. En la secundaria conocí a Jane Austen, gracias a las ediciones de Orgullo y prejuicio y La abadía de Northanger.
No imaginé que detrás de todos esos títulos hubiera un ejército aguerrido de editores, correctores, por aquel entonces de impresión directa, los maquetadores, linotipistas e impresores. Todavía recuerdo a María Elena, la jefa de diseño referirse a aquella época pasada como la de «recorta y pega». Después, ese proceso lo conocí en la vieja imprenta de la Calzada, en Cienfuegos, donde imprimimos, sobre todo, libros de poesía de Mecenas.
He leído y leo libros de muchas editoriales. Aunque quizás sea en este caso una testigo no muy de fiar, me enorgullezco de las cuidadas ediciones de Gente Nueva, para mí son inconfundibles.
Soy testigo de las expediciones en busca de libros que permitieran publicar títulos nuevos y desconocidos para el lector cubano. Para mí fue un placer iniciático el ser la editora de la primera edición en Cuba de Scaramouche, de Rafael Sabatini, gracias a un señor que nos prestó varios títulos de su colección de folletines.
He hablado de clásicos, pero los autores cubanos se han publicado y leído en las ediciones de Gente Nueva. Una obra importante y diversa se ha promovido gracias a sus libros a través de los años.
Todos los títulos de Dora Alonso, Onelio Jorge, Mirta Aguirre, Eliseo Diego, Julia Calzadilla, Nersys Felipe, Alberto Yáñez, hasta los de autores más jóvenes y también muy importantes, han sido editados y traídos al mundo de la letra impresa durante estos cincuenta y tres años.
Así como la década del 80 fue el florecimiento de las publicaciones de Gente Nueva, tanto en el valor de lo que se publicaba como en la hechura de sus libros (baste citar La noche, de Excilia Saldaña, la edición de El principito y de muchos títulos de autores desconocidos (muchos de los cuales habían recibido incluso el premio Andersen) como María Gripe, Astrid Lindgren, Roald Dahl, Gianni Rodari, Christine Nöstlinger, Tove Jansson, Jean C. George con esa joya que es Julie y los lobos, El hobbit, El señor de los anillos, todos con excelentes prólogos de reconocidos autores.
En la década del 90 es bien conocida la situación de la industria editorial, aunque se continuó trabajando en difíciles condiciones. Ya en el siglo XXI y priorizada la actividad del sistema del libro en Cuba, se retomaron colecciones como Aventuras, Minilibros y Primavera, se reimprimieron en grandes tiradas la compilación de La Edad de Oro, Oros viejos, Flor de leyendas, Había una vez y otros, llegando hasta a 100 mil ejemplares, a la par que se reevaluaba el premio La Edad de Oro y se diseñaba una colección de lujo, con cubierta plastificada y solapas.
El catálogo editorial se ha ido renovando: han aparecido nuevas colecciones. En el 2006 se crearon tres colecciones para los más pequeños: Pelusa, Tesoro y Tyto. Concebidas para diseñarlas con ilustraciones en colores y grandes tiradas, dirigidas a lectores infantiles, las dos primeras incluían obras literarias y la última, de divulgación científica.
Se retomaron las historietas, los libros animados y en el 2007 comenzó la colección 21 con un título de Carlo Frabetti: El cuervo dijo nunca más y que ha publicado importantes y transgresoras obras creadas en este siglo.
Más adelante se retomó la colección Ámbar, en la cual se publican obras fantásticas y de ciencia ficción, clásicas y de autores cubanos, la cual llegó para completar un vacío editorial en estas temáticas, creando alrededor de las publicaciones un grupo de autores cultivadores de estas obras, para beneficio de la literatura.
Mucho se podrá hablar a favor o en contra de las publicaciones de la editorial y las limitaciones que ha tenido a lo largo de todos estos años. Antes de escribir estuve buscando algunos criterios en Internet que me han convencido una vez más de la cantidad de lecturas que tiene un hecho histórico (las publicaciones de la editorial), una institución (Gente Nueva) y el movimiento autoral que la alimenta, desde el siglo XVII con los Cuentos de Perrault hasta nuestros días.
Desde mi modesta experiencia, que comenzó siendo su lectora 53 años atrás, hasta la que tuve mientras disfruté la suerte de conciliar, soñar y hacer realidad mis sueños durante la dirección de ella, no podemos reducir a las cifras lo que le debemos a Gente Nueva.
Una y otra vez regreso a la savia nutricia que nos ha dado y sin dudas, la última palabra (que es la primera) la tienen todos los lectores que han vivido, crecido y soñado a través de sus libros.
Por eso, desde mi corazón, desde donde verdaderamente se ve según ese pequeño príncipe perdido en el desierto, solo digo una palabra en este aniversario: GRACIAS.

LinkWithin