domingo, 31 de julio de 2016

EL PRINCIPITO: ANTOINE DE SAINT EXUPERY ME HA DOMESTICADO




Los 31 de julio son días tristes y me parece ver, en la noche, un paisaje que me recuerda la partida de un ser excepcional. Este es el paisaje:


Y quiero creer que, aunque se perdió en el mar, las arenas le dibujaron el mismo paraje del desierto desde donde partió su amigo el Principito.  Por eso lo atesoro en mi memoria con especial cariño, para celebrar con un pensamiento, la vida de ese hombre que fue capaz de presentarnos a un ser extraordinario, que marcó a muchos de nosotros para siempre y nos regaló, para esas noches interminables en que podemos sentirnos solos, la magia de poder escuchar con el corazón la risa de un niño que suena como si, al mismo tiempo, tocaran todos los cascabeles de la Tierra.

Cuando leemos El principito, uno de los pasajes más hermosos es ese donde habla con la zorra (al parecer, en francés es zorro, pero me gusta la traducción al español en que el personaje es femenino porque me identifico más con ella).

Dice el Principito:
«Estoy seguro que..., si me domesticas mi vida se verá envuelta por un gran sol. Podré conocer un ruido de pasos que será bien diferente a todos los demás. Los otros pasos, me hacen correr y esconder bajo la tierra. Pero el tuyo sin embargo, me llamará fuera de la madriguera, como una música. ¡Mira! ¿Puedes ver allá a lo lejos los campos de trigo? Yo no como pan, por lo que para mí el trigo es inútil. Los campos de trigo nada me recuerdan. ¡Es triste! Pero tú tienes cabellos de color oro. Cuando me hayas por fin domesticado, el trigo dorado me recordará a ti. Y amaré el sonido del viento en el trigo...»

Entonces, definitivamente, Saint Exupéry y su principito me han domesticado: puedo escucharlos, sentirlos reír como si estuvieran a mi lado e invariablemente los recuerdo cuando veo niños, cuando me siento triste y quiero ver una puesta de sol, cuando comprendo que solo el corazón alcanza para ver las cosas realmente importantes de la vida y nadie puede poseer las estrellas porque están allí para decirnos que no se pueden contar ni poseer, solo admirarlas y dejar que su luz nos embargue y embriague, con la magia buena de la ternura.
Y si vemos una rosa, o una oruga que algún día será una mariposa, si por casualidad nos tropezamos con un vanidoso y su espejo, con algún rey que quiere convertirnos en súbditos, recurramos siempre a la utilidad soñadora del farolero, porque nuestra verdadera y única misión en esta vida es encender siempre las luces, las del corazón, que son las que de veras alumbran el camino.




martes, 12 de julio de 2016

PABLO NERUDA: SI MIRO LA LUNA DE CRISTAL



Un 12 de julio, pero de 1904, hace exactamente 112 años, nació Pablo Neruda. Es de los imprescindibles, según la definición de Brecht. 
Luchó toda su vida desde una resistente y bella trinchera: la poesía. Luchó por el amor, por la justicia, por la verdad y por la humanidad. Celebremos su vida eterna, su vibrante poesía que siempre nos acompaña porque "si miro la luna de cristal, la rama roja/ del lento otoño en mi ventana, / si toco junto al fuego / la impalpable ceniza /o el arrugado cuerpo de la leña, / todo me lleva a ti"... Toda la poesía, siempre nos lleva a ti, si sentimos nostalgia en plena madrugada, si amamos u olvidamos, si celebramos la vida y el amor, allí en ese preciso lugar del corazón, están tus versos.

Poema 20


Puedo escribir los versos más tristes esta noche. 

Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada, 
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos.» 

El viento de la noche gira en el cielo y canta. 

Puedo escribir los versos más tristes esta noche. 
Yo la quise, y a veces ella también me quiso. 

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos. 
La besé tantas veces bajo el cielo infinito. 

Ella me quiso, a veces yo también la quería. 
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos. 

Puedo escribir los versos más tristes esta noche. 
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido. 

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella. 
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío. 

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla. 
La noche está estrellada y ella no está conmigo. 

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos. 
Mi alma no se contenta con haberla perdido. 

Como para acercarla mi mirada la busca. 
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo. 

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles. 
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos. 

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise. 
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído. 

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos. 
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos. 

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero. 
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido. 

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos, 
Mi alma no se contenta con haberla perdido. 

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa, 
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.



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