sábado, 2 de junio de 2012

EL UNICORNIO DEL EDIFICIO


(tomado de aquileana.wordpress.com)
Esa noche, Raúl le silba desde abajo a Peruso. Varias veces. El apartamento está oscuro y en silencio. Se decide a subir la escalera llena de sombras y toca a la puerta. Abren una rendija y se oye una voz tenebrosa: “¿Qué quieres?” Menos mal que Raulín no puede ver bien, así no distingue el bulto con claridad.

—Peru, —así le dicen los amigos a Peruso— vamos a la esquina del Correo a echar un juego.
La misma voz le contesta: “Entra”.
Cuando Peruso enciende la luz, a Raúl le da un escalofrío. En medio de la sala hay una figura envuelta en un trapo blanco y donde debe estar la cabeza hay un pico grandísimo.
—No te asustes —le pide Peruso—, es que me caí jugando pelota y se me hizo un chichón en la frente.
Se quita el trapo y Raúl se asombra más, si es que eso fuera posible. Peruso tiene en la frente un pico como del tamaño de un pepino. Tiene que aguantar la risa.
—Ahora pareces un unicornio, con el cuerno. Podemos anunciar el regreso del unicornio. ¿Quién lo iba a decir, eh? Peruso, el unicornio.
—Eres muy chistoso. Como si a mí no me molestara. Ojalá y fueras tú quien lo tuvieras.
Nada más decir esto, la frente de Raúl se estira y crece en forma de cuerno mientras que la de Peruso vuelve a estar despejada.
— ¡Esto no es una gracia, Peruso! Quitámelo rápido.
Pero Peruso no sabe cómo quitárselo. Van corriendo a ver al médico del otro edificio y tampoco sabe qué hacer. Cuando lo oyen llamar a una ambulancia, salen corriendo.
Se encuentran al resto del grupo y la sorpresa es general. Lazarito empieza a reírse y Raúl, recordando lo que había dicho Peruso, dice:
— ¡Ojalá y fueras tú quien lo tuviera!
Pero al parecer no son palabras mágicas, pues nada pasa. Entonces Peruso se da cuenta que el pepino-chichón sólo responde a sus órdenes. Repite las mismas palabras y allá va eso. Se levanta el chichón en la frente de Lazarito.
— ¡Magia! —gritan todos.
Peruso tiene que ir deseándoselo a todos. Se cansan del juego y surge otro problema. ¿Quién se quedará como dueño del chichón? Enseguida aparece una idea. Sí, ya saben a quien le regalarán el cuerno, pepino o chichón, como quieran decirle. A quien ha quitado los bancos para que no se sienten a hacer cuentos frente a su casa, después quitó el farol para dejar la acera oscura, le molesta el palomar de Alejandro, en fin, se merece de sobra el chichón.
Empiezan a llamarlo a grandes gritos.
— ¡Rigo!
Por la reja asoma su cabeza de fiera.
— ¿Qué escándalo es ese? ¡Váyanse a dormir, mataperros!
Peruso aprovecha y pronuncia las palabras mágicas.
— ¡Ojalá que lo tuvieras en tu frente!
Leonel, actual unicornio, siente que la frente se le deshincha y vuelve a tenerla lisa, pero el cuerno no le salió a Rigo.
— ¡Váyanse de aquí! —ruge la fiera humana.
Se van callados y Raulín dice en voz alta lo que piensan todos:
—Ni la magia de un unicornio le entra a ese hombre.


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