(Tomado de flickr.com) |
Papel del feo
No he dicho que tengo un
tío. Se llama Armando, pero todos le dicen Mandy. Mi tío hace libros. No los
escribe: él les hace la parte de afuera, esa donde dice el nombre del libro y
quién lo escribió. Al trabajo de mi mamá no puedo ir, pero sí voy al de tío,
cuando hay semana de vacaciones o en el verano. Allí todos me tratan como a una
muñeca que habla y camina. Yo me aprovecho y hago lo que quiero. Entro y salgo
en las oficinas, dibujo, veo libros y pregunto muchas cosas.
El otro día invité a Maribí, mi amiga.
Cuando mi tío nos vio me dijo: “Talía, no puedo ir con las dos.” Pero él no
sabía que esa mañana en su trabajo harían una fiesta, porque no he dicho
todavía que los libros de allí son para los niños. Lo convencí y al final nos
fuimos los tres.
Al llegar, tuve que enseñarle a Maribí
la editorial y presentarle los amigos de tío. Como la fiesta era más tarde,
fuimos a las oficinas para que ella viera a todo el mundo. Cuando fui a subir
la escalera me acordé de un hombre que trabaja solo en una oficina y pensé que
como Maribí es tan miedosa tenía que decirle algo antes de presentarle a Adel,
que es como se llama, y me puse muy seria (para que Maribí supiera que no
estaba jugando) y le dije: “Fíjate Maribí, ahora no puedes asustarte, porque te
voy a presentar a Adel”.
Yo no había visto a Olga, pero ella
estaba allí y empezó a reírse cuando me oyó. Tuve que explicarle los miedos de
Maribí y… ¡es que Adel es tan feo! Mi tío se puso bravo conmigo y al volver,
nos decía que todas las personas no son bonitas y eso no quiere decir que sean
malas. También dijo que Adel era lindo por dentro. Yo me asombré. ¿Será que hay
alguna máquina con esos cristales gordos que aumentan las cosas que dejan ver
cómo somos por dentro? Pero mi tío dijo que eso quiere decir otra cosa: que
adentro lo que tenemos son sentimientos y si una persona tiene buenos
sentimientos, es bonita, aunque no se vea. Yo entendí, claro, pero uno no puede
saber si una persona es buena nada más de verla y yo le iba a presentar a Adel
a Maribí. ¿Cómo ella iba a saber que era bueno y no asustarse? Entonces estuve
pensando y, aunque no sabía bien por qué, aprendí que por mirar la cara de una
persona no se sabe si es bonita o fea y una fiesta es un rato muy chiquito para
ver a las personas “por dentro”. ¿Será que cuando yo crezca podré inventar una
máquina para ver lo que tiene cada uno por dentro? Si es muy difícil, no queda
más remedio que volver más grandes los ratos que uno está con los demás y
conocerlos. Mientras no se invente una máquina, es la única manera.
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