Desde siempre he jugado con los
números y las palabras, sus posibles significados y qué han representado en mi
vida. Hay números que prefiero por razones que a veces resultan difíciles de
explicar. Es como si me trasmitieran un mensaje secreto que solo mi corazón
descifra.
Cuando hay fechas
en que coinciden los dígitos de día, mes y año, todas las personas las asocian
a eventos extraordinarios o que pueden ser particularmente dichosos y el
momento apropiado para pedir gracias especiales o la realización de un deseo
decretado desde mucho tiempo atrás.
Hoy es 12 de diciembre de 2012 y
se repite el 12, pero como estamos en el nuevo milenio, hay un dos adicional y
me he puesto a pensar en que el número 2 es casi tan mágico como el 3. Pensemos
que casi todo en el cuerpo humano es doble: los ojos, las cejas, los brazos,
las piernas, los pulmones… en fin. El dos simboliza también la unión, la pareja…
En la vida todo va con dos caras, como digo en un poema pues existen dos sexos,
dos estados de actividad (sueño y vigilia), dos astros principales (el sol y la
luna) que determinan dos ambientes: la luz y la oscuridad (el día y la noche).
Tenemos dos padres, y su unión es
la que nos dio vida y respiramos, crecimos y somos gracias a ellos, marcando
para siempre un tiempo que puede ser que exista después de ellos, pero nunca
antes. Tengo dos tías que adoro, aunque una de ellas partió hace poco y la extraño enormemente. Dos tíos, porque eran 3 y uno también se ha ido.
Por asociación, entonces, llego a
que dos son mis hijos y son para mí como mis pupilas, mis brazos, mis piernas y
dos razones muy importantes para vivir. Cuando me faltan ando errante, necesito
sus palabras y escuchar sus voces. Ahora han empezado a multiplicarse y aunque
tengo un solo nieto, en algún tiempo futuro, vendrá otro a acompañarlo, para
que sean 2.
Retomando el doce, llego entonces
a que somos 12 entre 2 la cantidad de hermanos (6) y crecimos en un país
maravilloso que nos dio lo que le falta a muchos en otros lugares:
sensibilidad, humanismo y cultura, a pesar de las escaseces y cualquier
problema material. Crecimos juntos, compartiendo los juegos, la imaginería
particular de mi familia que tiene su propio lenguaje y que nos hace hablar
cuando nos vemos como si reanudáramos la conversación de unos minutos antes,
aunque pase hasta un año sin vernos.
Recordamos a menudo nuestras
peleas, encarnizadas más con unos que con otros, las afinidades y las
diferencias… pero nos mantenemos siempre como los mosqueteros: todos para uno y
uno para todos, aunque la vida se ha empeñado en conducirnos por distintos
países o caminos, estamos unidos por la sangre (grupo sanguíneo O positivo que es el mismo
para mis hermanos y yo, también para mis hijos), pero más que todo porque el amor de nuestra madre y la (áspera a veces)
disciplina del padre nos hizo ser sensibles y fuertes a la vez.
Entonces pienso que en este día
todo me remite una y otra vez a mis orígenes, a mi familia. Nada es más
importante para mí y ninguna diferencia pasajera logrará apartarnos en este
incierto camino que es la vida, donde necesitamos a veces mirar atrás para ver
el trecho andado, pero brevemente, pues por delante hay un ancho y venturoso
camino por recorrer, donde seguiremos, igual que los dedos de las manos,
diferentes y unidos por una raíz común; abiertos para recibir los dones del Universo
y unidos como un puño cuando es necesario.
Son doce los signos del Zodiaco,
doce los meses del año, los apóstoles de Jesús, y doce es el año que está por
terminar y que agradezco, desde lo más hondo de mi alma, porque me ha permitido
ser feliz en compañía de mi familia y seguir respirando el aire, contaminado o
no, que me anuncia que este es un día importante, porque estoy viva. Y estar
vivos es el regalo mayor que nos puede hacer el Universo, hoy y todos los días
por venir.
2 comentarios:
Da gusto y esperanza leer lo que escribes amiga ("gusto y esperanza" un hermoso binomio). Muy bueno !!!... Un abrazo desde Guadalajara, la de México... L'Aura
Es un placer escribir y que nos lea alguien que de verdad lo disfrute. Sobre todo si eres tú, amiga.
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