Mi
deslumbramiento con Rubén ocurrió durante la adolescencia. Siempre fui lectora
precoz, que se atrevió a leer a escondidas Cien
años de soledad a los 12 años
y me he dado cuenta que ninguna lectura posterior me ha impactado como aquella.
Primero conocí su Mensaje
lírico civil y luego descubrí
los sonetos de Rubén… en aquella época no había aún la cantidad de librerías
que hay hoy ni de bibliotecas, o quizás se debía a que el lugar donde yo vivía
en la Habana estaba alejado del centro. En todo caso, conocí a Villena por su
poesía y fui indagando poco a poco quién era, sobre su vida, su muerte prematura
y todo lo que resultara de interés.
Me
fascinaron (y me fascinan sus sonetos). No exagero si digo que son los mejores
sonetos escritos por un poeta cubano. Porque, evidentemente, fue la forma
estrófica que prefirió para escribir. Son excelente, todos: El cazador, El enigma de la
amante horrible, Insuficiencia de la escala y el iris, La medalla del soneto
clásico y por supuesto, Soneto, el más bello y delicado poema erótico
que he leído, además de su Hexaedro
rosa.
Su
coherencia entre su pensamiento y su vida lo hicieron un ser extraordinario.
Nadie ha escrito mejor sobre él que Raúl Roa, en ese ensayo que prologa la
selección de su poesía, en uno de los volúmenes de aquella excepcional
colección de Órbita: Una semilla
en un surco de fuego, parafraseando el verso de Villena “Mi vida: una
semilla en un surco de mármol”. Lo había predicho el insigne Máximo Gómez
cuando lo conoció, teniendo Rubén solo 3 años de edad, al decir “tu vida tendrá
luz plena de mediodía”.
Breve su
paso por la vida, murió unos días después de cumplir los 34 años, pero estuvo
luchando por la justicia hasta el último aliento. La tuberculosis que le causó
la muerte y entrecortaba su palabra, no le impidió dirigirse a los huelguistas
Militó
activamente en el Grupo Minorista, la Falange de Acción Revolucionaria y el
Movimiento de Veteranos y Patriotas. Estuvo desde el momento fundacional
en el Partido Comunista, con Mella y Baliño, hasta el mismo instante de su
partida. Desde que Gerardo Machado asume la presidencia de Cuba en
1925 Villena se convierte en su acérrimo adversario, pues dirige la huelga
general contra él; escribe una carta de protesta contra la prórroga de poderes
y funge como asesor legal de la Federación Obrera de La Habana y la
Comisión Nacional Obrera de Cuba. El dictador declara ilegales el Partido
Comunista y la Federación Estudiantil Universitaria, hace que expulsen a Mella
de la Universidad y lo encarcela bajo la acusación de ser terrorista. En la
cárcel, Mella inicia una huelga de hambre y Rubén va a ver al dictador para
interceder por Mella. De esa entrevista, famosa y publicada en muchos lugares,
nace la frase que va a caracterizar al dictador: es un asno con garras, dicha a
Fernando Ortiz y Pablo de la Torriente Brau. Machado no había querido disponer
la excarcelación de Mella bajo fianza y había jurado que lo mataría, como
finalmente hizo.
El 20 de
marzo de 1920 organizó y dirigió la primera huelga política en Cuba, que duró
24 horas e hizo tambalear al dictador. Enfermo ya, va a la URSS a tratarse en
un sanatorio y cuando descubre que no puede curarse, decide regresar a Cuba, a
conocer a su hija y compartir con ella y su amada Asela sus últimos días,
entregado a la causa de la Revolución.
Gravemente
enfermo organiza y dirige la Huelga General Revolucionaria que derrocó a
Machado el 12 de agosto de 1933, recibe las cenizas de Mella, dirige las
reuniones del Partido Comunista de Cuba y participa activamente en todo el
contenido y los proyectos para el IV Congreso Nacional Obrero de Unidad
Sindical. En diciembre asiste a su última reunión, antes de ser internado en el
sanatorio La Esperanza.
Por eso,
con ese verso que titula este breve texto, le hicimos un homenaje en la
Editorial Mecenas, publicando una selección de su poesía.
Tengo el
impulso torvo y el anhelo sagrado
de
atisbar en la vida mis ensueños de muerto;
¡oh! la
pupila insomne y el párpado cerrado,
ya
dormiré mañana con el párpado abierto.
¡Oh! mi
ensueño, mi ensueño, vanamente me exaltas,
¡oh! el
inútil empeño por subir donde subes,
estas
alas tan cortas y esas nubes tan altas,
y estas
alas queriendo conquistar esas nubes.
Su nacimiento fue un hecho
trascendental y su vida tuvo la luz de los que se ciñen en su frente la
estrella que ilumina y mata, como dijera el maestro de todos los cubanos.
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