domingo, 16 de diciembre de 2012

NO NOS SALVEMOS DE SER NIÑOS



Dicen que solo cuando somos niños y jóvenes somos arriesgados, atrevidos, actuamos sin temor y luchamos por nuestros sueños aunque parezcan imposibles; que no nos apegamos a nada material y disfrutamos el vuelo de una mariposa como el milagro que es, o bailamos bajo la lluvia sin temor a enfermarnos; que nos importan más los juegos, ver volar un papalote como si fuera un pájaro de papel y la belleza, sin calcular cuánto cuesta un pedacito de esperanza, porque la tenemos toda ahí, muy adentro, habitándonos sin miedos ni restricciones que imponga el sentido común.
Dicen que los seres humanos se convierten en adultos cuando empiezan a aferrarse a las cosas materiales, les importa más tener un auto nuevo que un nuevo y buen amigo y miden a los demás por cuánto dinero tienen y no por los sueños que llevan dentro, por su bondad y su lealtad hacia los otros.
Siempre tengo como punto de partida, como una brújula de palabras cuya aguja señala directamente al corazón, el texto de El Principito. Jamás tendrán que enmendar una dedicatoria, pues todo lo que se escribe para los más pequeños o más jóvenes está destinado a mí.
Es cierto que, de alguna manera, nos ponemos un frac o un vestido de etiqueta porque necesitamos conseguir que el mundo se convenza de la existencia de un asteroide nuevo, donde alguien deshollina volcanes y cuida de una rosa. Es necesario, a veces, disfrazarnos en este baile del mundo y usar por ratos una máscara porque es el método efectivo para lograr que se planten rosales en el mundo. Pero jamás dejaremos de ser atrevidos, leales y amantes de los atardeceres y las rosas. Este es un grupo que solo se encuentra debajo de las estrellas en la más oscura de las noches o a la orilla del mar, viendo como el disco rojo del sol sale poco a poco de las aguas.
No quiero salvarme, Benedetti, como no te salvaste y estás vivo. Ni ahora ni después, porque el que se salva solo es un muerto que camina con un reloj dentro del pecho, que marca las horas, pero ha perdido el tiempo.


NO TE SALVES

No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo
pero si
pese a todo 
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo.
   
MARIO BENEDETTI

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