Era muy joven cuando empecé a escuchar las canciones de Amaury, Pablo,
Silvio... Creo que todos los jóvenes de mi generación lo hicieron. Disfruto mucho
las canciones de los tres, pero por alguna desconocida razón (o conocida)
siempre preferí a Amaury. En aquellos tiempos, en Cuba, la televisión y la
radio eran los medios por los cuales se conocían y disfrutaban los artistas
nuestros. Veíamos todos los programas musicales de aquel entonces. Recuerdo sobre
todo uno que daban al mediodía en el cual veíamos a las figuras de entonces.
Amaury pertenecía al movimiento de la Nueva Trova, pero había una diferencia
entre él y los demás. La música de sus canciones tenía otro tempo, era diferente. Más tierna, algo
que no acertaría a describir aunque la apreciara, sin contar que se abría en un
amplio diapasón hacia la música popular como aquel tema que interpretaba a dúo
con Mirta Medina, antológico, Porque ya
no me vas a querer.
Todas esas diferencias, sutiles o no, lo
fueron haciendo especial para mí y mi preferencia se ha mantenido a lo largo de
los años. Como el buen vino, ha ido mejorando con los años, de manera que
siempre lo disfruto a pesar de que nuevos intérpretes o compositores, cubanos o
extranjeros, se añadan a la lista de favoritos él sigue ahí: entrañable,
insustituible... con la permanencia de la elección del corazón y los oídos.
Lo sentí un poco lejano en
aquellos días suyos de México, pero tenía sus canciones y escuchaba
sus nuevos álbumes que, por suerte, la mayor parte de las veces llegaban de
manos amigas o por las trasmisiones de Cuba.
Me gustan (y aquí sí puedo utilizar la dichosa palabrita que los
especialistas destierran del habla común de los simples mortales) todas sus canciones,
aunque escucho unas u otras en dependencia de mi ánimo de turno: Acuérdate de Abril, Encuentros, Amigos, Amor
difícil, No lo van a impedir (¡!),
Hacerte venir, Olvídame muchacha, Dame el otoño, Por las ausencias, Abecedario,
Mis confesiones… en fin, todas.
Increíblemente nunca he estado en un
concierto suyo, así que mi disfrute ha sido muy particular e íntimo. Los
cubanos saben que a veces es muy difícil asistir en La Habana a un concierto y
las veces en que lo he visto más cerca ha sido en las ferias del libro.
Celebré y disfruté su programa de
entrevistas: no lo perdía en Cuba cada semana, esperando la inesperada
aparición de la personalidad que seleccionara, todos imprescindibles de nuestra
cultura, fuera cual fuera el ámbito en el cual se destacaran. El tema, a dúo
con Silvio, es increíblemente hermoso.
Su libro de poemas fue una sorpresa y su
novela, otra mayor aún, la que pude leer y sin que se considere una obras
maestra, creo que es sincera, amena y revela ese desgarramiento que sufre quien
está lejos de su tierra y las contradicciones y a veces surrealistas normas que
debemos acatar. Ahora ya no son 11 meses, son 24 y, de alguna manera, esa obra
suya contribuyó a la transformación. En toda su obra, literaria y musical, hay
un profundo sentimiento de humanidad que la trasciende e inmortaliza.
Por eso hoy, que es su cumpleaños, quiero
dedicar unas líneas a decirle que ha estado presente en mi vida de forma significativa.
En mis amores, tristezas, desamores, ansiedades o decepciones. Hay temas que
prefiero por su relación con momentos especiales, pero quiero agradecer su
conducta inclaudicable, su profunda cubanía y sencillez, su manera de hacerse
indispensable para la vida de millones de personas en todo el
mundo.
Ahora tengo facilidades para disfrutarlo,
gracias al acceso a Internet, con youtube, aunque no están todas las canciones
que quisiera escuchar. Noto sobre todo la falta de Los inteligentes no están de
moda o Carmen, ese poema de Martí que musicalizó y amo como poema y como
canción en su voz.
De su música puedo decir lo que su tema del
mencionado programa televisivo: con dos que se quieran basta.
Desde esta humilde página lo felicito y le
deseo toda suerte de bendiciones. Puede ser muy largo el camino, pero siempre
será hermoso si su música y su voz me acompañan, y me hacen sentir que no estoy
sola, en contra del poema de Salvatore Quasimodo. No estoy sola sobre el
corazón de la Tierra si las canciones de Amaury me acompañan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario