Mi lechuza blanca
-regalo del mago-
anda cabizbaja
pues quiere un regalo:
el sueño de un niño
que desde la Habana
se queda despierto
y espera esta nana.
Que bien lo quisiera,
lechuza del alma,
pero es que mi niño
no quiere otra cama
que los brazos suaves
de aquella brujita
que canta y arrulla
al salir la luna.
Ve tú allá, lechuza
que esta bruja abuela
no sabe de hechizos
para hacer que duerma;
dile que lo extraño,
que la noche es larga…
y cuando yo pueda
cantaré mis nanas
bajito en su oído,
suaves como plumas
que el viento regala
para que la luna
-que también le canta-
brille cada noche,
doncella de plata,
junto a su ventana.
Vuela mi lechuza
y lleva esta nana.
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