(Tomado de diariofemenino.com) |
No
puede verse el mundo como una enorme manzana envenenada. En él aún habitan cazadores
que perdonan, bosques acogedores y siete pequeñas razones para creer en el
amor.
El
tamaño de las razones escapa a las unidades de medida, igual que los suspiros y
la esperanza.
La
estatura exacta de los sentimientos es una quimera, inasible cual la brisa que
agita los negros cabellos de la princesa blanca como la nieve.
Es
difícil convencer sin hablar de números —eso ya lo descubrió un pequeño
príncipe perdido en el desierto—, pero cuantificar el tamaño nada tiene que ver
con la bondad y el acto de excavar en las profundidades humanas hasta encontrar
el diamante luminoso del amor. Con amor se amansan tempestades, una mirada de
amor resucita el espíritu dormido en la sima del alma.
Creer
en el amor cuando estás de vuelta del llanto y el engaño, creer a pesar de los
espejos: búscalo una y otra vez, deshace los hechizos y encuéntralo, en el
lugar que nunca sospechaste.
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