lunes, 16 de abril de 2012

TALIA Y SUS PAPELES: PAPEL MOJADO




Las cosas tristes lo aprietan a uno por dentro. Parece que no se puede respirar bien y falta el aire. Eso me pasó con Bim. Ya en la casa había perro, o perra, porque Dina es hembra y a mi tía le nacieron unos cachorros que parecían ositos. Tenía tantas ganas de tener uno que mami dejó que lo llevara a la casa, aunque abuela no quería, ¡figúrense!, que si Bim era macho y después se iba a llevar mal con Dina, pero como era tan gracioso, enseguida todos lo quisieron. Tan chiquito así y caminaba como un perrazo de pelea, alzaba la cabeza y rugía igual a un león. Claro, yo pienso que él se imaginaba grande y fuerte, pero en vez de salirle un rugido, era como un ladrido ronco.
Jugaba conmigo y saltaba por arriba de una tabla que le ponía en la puerta, igual que los perros del circo y me miraba con los ojos brillantes, orgulloso como si hubiera saltado una montaña.
Había que vigilarlo para que no se comiera la comida de Dina, porque los perros chiquitos no pueden comer hueso. Abuela le salcochaba boniato y picadillo. Enseguida dejaba la cacharrita brillante, como si la hubiera fregado. Por eso nos extrañó cuando dejó de comer. Fue un domingo. Mamá y yo salimos a buscar un veterinario por el barrio. Lo llevé cargado, casi no tenía fuerzas para caminar. En la calle vomitó una cosa oscura. Después supe que era sangre y me entró miedo. Si uno se hace una herida sale sangre, pero Bim no estaba herido, y es muy malo vomitar sangre. Mami no quería asustarme, pero vi la cara que puso. Fuimos con mi papá a la clínica, pero estaba cerrada. Un viejito nos dijo dónde vivía un veterinario y al llegar allá, el médico le puso un suero a Bim. Él era tan valiente (o sería que se sentía muy mal), que ladró poco, casi no protestó.
Esa noche lo envolvimos en una colchita. Al otro día seguía igual y mamá lo llevó a la clínica a inyectarlo otra vez y lo tuvo en su trabajo hasta por la tarde, pero se veía peor.
Por la noche oímos un grito de él, como de mucho dolor y fui a verlo. Estaba muy quieto.
Por la mañana, al salir, no se había despertado. Ya no se volvió a despertar. Mami se lo llevó y no me dijo adónde.
Me explicaron que la enfermedad era muy mala y él no estaba vacunado. Yo sé que la vacuna costaba mucho dinero, pero hubiera dado cualquier cosa mía para salvarlo. Mejor hubiera sido no llevarlo a la casa si no había dinero para vacunarlo. No sé. Uno nunca piensa que las cosas malas pueden pasar.
Cuando me acuerdo de Bim me río de cómo caminaba y me pasaba la lengua por las piernas y a veces, hasta me daba mordidas y me hincaba con sus colmillos chiquitos que parecían agujas de inyectar. Pero yo sé que era jugando y lo extraño. Me gustaría que estuviera de nuevo aquí, haciéndose el perro grande con Dina. Cuento esto y de nuevo siento algo que me aprieta, veo un poco borroso y hasta se moja el papel.
Si los papeles se mojan con agua uno se pone bravo, pero si se mojan con lágrimas es porque uno está triste. Este papel no es bueno pero yo creo que todo el mundo, de vez en cuando, tiene algún papel mojado.

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