Hoy es celebrado en República
Dominicana el Día del Maestro. En Cuba es el 22 de diciembre y se debe a que
ese día, del año 1961, la isla fue proclamadaTerritorio Libre de Analfabetismo.
Por coincidencias o el azar concurrente (siempre recuerdo a Lezama en estos
casos), es también la fecha de nacimiento de Dora Alonso.
La campaña de alfabetización fue un
suceso increíble. Miles de adolescentes marcharon a montañas y llanuras a
enseñar a leer y escribir. Ese hecho marcó un precedente en nuestras dolorosas
repúblicas, como le llamara José Martí a las naciones latinoamericanas. Ser
culto es es el único modo de ser libre, diría el maestro de todos los
cubanos. Nadie duda que el oficio de maestro es el supremo, como es la
constitución la ley de leyes en un estado. De los valores que siembre el
maestro, completando la educación de la casa, de la forma en que logre
despertar en sus estudiantes el amor por el conocimiento, la investigación y
¿por qué no?, por la justicia, en tanto es la justicia aspiración legítima del
ser humano y condición que le permite su plenitud vital.
Lo curioso del día es que el primer
comentario que escuché por la radio (no sé cuál era la emisora, si la Z101)
trataba sobre los significados de profesor y maestro, de estudiante y alumno.
Se remitían a términos del latín y leían explicaciones semánticas sobre estos
términos. Asimismo, ya antes me había llamado la atención el que coincidiera
este día con el natalicio de Juan Bosch, siendo este el principal opositor de
Trujillo, gobierno que fue quien instauró esta fecha en 1939.
Quisiera en este Día del Maestro en la República
Dominicana, día en el cual se honra a los maestros, hacer un alto y agradecer
de corazón esa labor, abnegada y casi siempre anónima, de quienes dedican su
vida a enseñar y educar. A los muchos maestros que he conocido acá que se
esmeran, con mucho en contra, por desempeñar su noble profesión con dignidad y
sentido del decoro. A mis compañeros que se esfuerzan por procurar una
bibliografía útil que desarrolle las inteligencias y capacidades de los
estudiantes: Jorge, Altagracia, Ana Iris, Molina, Claudia, Fanny, los Víctor,
María, Henry, Reynaldo, Lili, Blanco, los que no son maestros pero trabajan con
amor esos libros, diseñadores, ilustradores, diagramadores y especialistas… mi
admiración sincera y profundo reconocimiento por su aporte a la educación de este país.
Notables educadores han surgido de este pueblo. Por
pensar en los que más conocimos desde Cuba podríamos citar a los hermanos
Henríquez Ureña, destacando ese genial y consagrado magisterio ejercido por
Camila y de Pedro, como hasta el final de sus vidas consideraron que su labor
más importante era esta, por encima de su valiosa literatura y preclaro
pensamiento.
Otros excelentes educadores son Eugenio María de
Hostos, Socorro Sánchez, Federico Henríquez y Carvajal, Salomé Ureña, Ercilia
Pepín, Urania Montás, por citar de los más importantes.
“Instruir puede
cualquiera, educar solo quien sea un evangelio vivo”, dijo José de la Luz y Caballero. Son
siempre los maestros quienes guían a los pueblos hacia el conocimiento, que es
guiarlos hacia la luz. Más allá de disquisiciones tontas sobre la forma de
llamarlos: que si docentes, profesores o maestros.
Y habrá quienes enseñan y sean
profesores y docentes. De ellos no es este día. Este es el día para venerar a
los verdaderos padres de la patria dominicana, a los que forjan el carácter y el
espíritu cívico y universal de sus hijos: el Día del Maestro.
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