El pasado 21 de junio
ocurrió el solsticio de verano en el hemisferio Norte, o sea, en la mitad del
planeta que se encuentra encima de la línea del Ecuador (esa que divide
imaginariamente al planeta en dos partes iguales) y en la zona donde se
encuentra el Caribe, claro.
La fecha de ocurrencia
del solsticio va moviéndose cada año y suele ocurrir entre el 20 y el 23 de
junio, siendo en esta última fecha cuando se celebra, sobre todo en España y
algunos lugares de Europa, el inicio del verano por coincidir con la víspera de
San Juan.
La celebración del Día
de San Juan se realiza siguiendo ritos paganos con los que se propiciaba el
calor de sol encendiendo hogueras en las que, de acuerdo con otras tradiciones,
se consumen los objetos que simbolizan energías negativas, de modo que los
humanos participantes se purifican.
El solsticio de verano
marca el día más largo del año y, por tanto, la noche más corta. Durante el 21
de junio, el Sol estuvo más horas por encima del horizonte en nuestro
hemisferio e inversamente para el hemisferio Sur: menos horas el Sol y la noche
más larga. La naturaleza constantemente se encarga de hacernos vivir contrastes
que nos afirman: todo es relativo en el Universo. Nada sucede igual para todos,
en cada momento.
Así, además, ocurre que
el 30 de junio tendrá un segundo más de 24 horas, para corregir la “demora” que
se origina en el movimiento de rotación del planeta.
Hace dos años,
coincidiendo con el 23 de junio, hubo una súper luna, lo cual era de muy buen
augurio.
Esta noche será la víspera
de San Juan y la víspera de la Luna creciente. Cada hecho, por simple que
parezca, es una señal del universo. La interpreto como el anuncio de un período
de crecimiento, florecimiento y maduración de sentimientos, sucesos y actos que
marcan el camino hacia una época aún más próspera y benéfica.
Si a estos augurios sumamos el hecho
de que Júpiter y Venus se citaron con la luna el día 20 y se reencontrarán en
el cielo nocturno el próximo 26 de junio los dos planetas más auspiciosos del
horóscopo, ya la simbología adquiere otro carácter. Si además, tenemos en
cuenta que l sábado 6 de junio, Venus alcanzó su Máxima Elongación, esto es su
mayor distancia angular del Sol, vistos desde la Tierra. En las fechas cercanas
al Solsticio de Junio alcanzará también su máxima altura, mientras Júpiter se
le acerca para un encuentro memorable el 30 de junio, cuando ocurrirá una
impresionante conjunción de Venus y Júpiter.
Ese día ambos planetas, los objetos
más brillantes del cielo después de la Luna y el Sol, quedarán separados por
apenas 0,3 grados. La conjunción será visible al atardecer sobre el horizonte
del Nor-Oeste.
Volviendo al 23 (uno de mis
afortunados días, demostrado por la vida y cuya más reciente confirmación fue
el nacimiento de Diego), hoy es la víspera de San Juan y en el imaginario
familiar es una fecha entrañable, desde mi niñez y adolescencia.
Me trae los recuerdos
de las pequeñas magias que mi madre nos contaba para el día de San Juan. Siendo
joven, esa noche, poníamos una vasija con agua debajo de la cama y escribíamos
en papeles tres o cuatro nombres de muchachos que nos gustaban y en la mañana
comprobábamos cuál de ellos se había abierto. Increíblemente, solo uno de ellos
se abría, y el nombre se leía intacto. Probamos a hacerlo otras noches y la
escritura se borraba y se abrían todos los papeles en blanco. Lo único que la
profecía no se cumplió. O, al menos, hasta ahora no se ha cumplido con ese
nombre, que guardo en secreto. Otra era a las 12 en punto del día echar una
clara de huevo en un vaso de agua. Se formaban las más extrañas figuras, con
finos hilos... para interpretar qué mensaje nos transmitía. Esos recuerdos no
se van de mi mente.
La luna siempre me
guía y acompaña. Astro misterioso que representa las emociones, los
sentimientos, las reacciones afectivas. Es también el símbolo de la mujer, de
la feminidad, de la madre, del hogar y de la familia. Junto a Venus, parte de
la identidad femenina. Indica la actitud ante la maternidad y su relación con
los hijos. Por eso me declaro hija de la luna y de la noche.
Cerca de la medianoche de hoy
haré una hoguera imaginaria. Conjuraré todo lo que no aporta a mi vida energía
positiva y lo lanzaré a las llamas del olvido. Tendré mi luna brillante y
mágica de purificación y sanación, invocando a los espíritus de duendes y hadas
que embellecen nuestras vidas y hacen, de cada instante vivido, un acto de
amor.
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