Hablando de duendes me vinieron a la mente los burlones. Mi familia es del centro de Cuba, algunos nacieron en Caibarién, otros en Yaguajay (como yo), por parte de padre en Sagua la Grande y mi madre tenía parte de su rama materna en un lugar pintoresco llamado Seibabo. Mi abuelo materno había llegado de España y allí conoció a mi abuela y se casaron.
Es increíble la imaginería de esa
zona de Cuba. Está habitada por güijes, madres de agua, aparecidos que
protegían tesoros enterrados. Mi propia madre nos contaba que había visto güijes
debajo del piso de su casa… Así fue como conocí a los burlones.
Había un cuento simpático que
siempre hacía, para demostrar que no hay forma de burlar a los burlones. El
cuento era de una familia que se había cansado de que el burlón del hogar (para
mí es la variante criolla del duende europeo) les jugara trastadas y se mudaban
a cada rato para despistarlo. Invariablemente el burlón los encontraba y se
mudaba a la nueva casa. Cierta vez, lo hicieron muy oculto. No hablaron de eso
y salieron de madrugada al camino real con sus enseres en una vieja
carreta, sin hacer ruido. Cuando se habían alejado unos kilómetros del pueblo,
la mujer le dice al esposo: ¡Ay, viejo,
se me quedó el orinal!, lo cual constituía una contrariedad grande, ya que
en aquella época no había servicios sanitarios en las casas de campo, sino
letrinas, separadas de las casas, por lo que de noche se colocaba un orinal
debajo de la cama. En ese momento escucharon la voz del burlón que les decía: Caminen, caminen, que aquí lo llevo yo.
Este cuento es recurrente en mi
familia para hacer referencia a que no nos libramos de los burlones,
hagamos lo que hagamos y seguimos invocándolos ante sucesos inexplicables,
fuera de lógica.
Eso me inspiró a crear en mi libro El
acertijo de las conchas a estos personajes, peculiares y únicos e
imaginé un escenario digno de ellos: contradictorio. No sé exactamente en qué
año después leí el libro de Luis Cabrera Raúl, su abuela y los
espíritus, ambientado en Yaguajay, y también con un espíritu burlón.
Aquí les presento a los burlones,
los duendes de mi familia. Los personajes de El acertijo de las conchas,
para lo cual he tomado un fragmento de ese libro.
Los
burlones son aventureros y recorren el mundo. Cuando van a salir del bosque
dejan su sombra. Esto tiene su explicación. Ciertamente es muy difícil pasar
inadvertido si tienes una sombra pisándote los talones. Como también son
olvidadizos hubo un tiempo en que al regreso no encontraban su sombra por
ningún lado, lo cual es terrible porque pierden la memoria de sus viajes.
No existe alguien más furioso que un burlón con la sombra perdida. ¿A quién le
gustaría vivir sin recuerdos? Se les ocurrió construir un lugar donde
guardarlas. Hicieron una cabaña grande y fresca, con techo de enredadera y
rodeada de picualas (el olor de las picualas es la gran debilidad de los
burlones. Si alguna vez quieres atraerlos utiliza unas cuantas florecitas. Es
un método infalible).
Midina y
Alejandro fueron recibidos por el Burlón Mayor que es una especie de consejero
de burlones. Antes de explicar el motivo de su visita escucharon unas risotadas
que les estremecieron.
Ellos no
sabían que la noche anterior había regresado el burlón Caminante y era él quien reía estrepitosamente.
El Burlón Mayor se puso de pie.
—No me
esperen, pues para mi satisfacción parece que tenemos una pequeña fiesta. Me
demoraré mucho.
Diciendo
esto se fue sigilosamente y Alejandro, no acostumbrado al trato de los
burlones, se levantó dispuesto a marcharse y Midina le pidió que volviera.
—¡Pero si
tienen fiesta, no nos han invitado y para colmo, se va a demorar!
Con tono
de burla, Midina le explicó.
—Nos
pidió que esperáramos pues iba a regresar pronto; al parecer se ha presentado
algún problema.
—¡Uf!
Estos burlones me van a volver loco.
—Yo los
encuentro divertidos. Es más, vamos a curiosear un poco, pues a ellos no les
molesta en absoluto.
Se
guiaron por el bullicio que se escuchaba y llegaron hasta la Casa de
las Sombras. Se había congregado una gran cantidad de burlones que reían y
se balanceaban.
El burlón Caminante
salió de la cabaña. Venía arrastrando a una sombra. Ella se resistía y
ondulaba.
—Entiendo
por qué encontré a esta sombra, que es mía, en otro sitio donde yo nada
había dejado.
—Todo es
sencillo. Nada tienes que explicar. Esa sombra no es la del burlón Bohemio.
Así continuaron
hablando entre ellos mientras Midina explicaba a Alejandro que se había perdido
la sombra del burlón Caminante.
—Ahora
van a hacer el llamado Número Dos a todos los burlones.
Alejandro
se extrañó.
—¿El qué?
—Es un
llamado de emergencia a todos los burlones para acudir al bosque desde
cualquier lugar del mundo donde se encuentren. Lo presenciaré por primera vez.
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