El tiempo ha sido siempre una obsesión para los
seres humanos por muchas razones. Son infinitas esas razones, pero hay una
fundamental y es que nuestra vida transcurre en un tiempo determinado. De ahí
que también haya muchas formas de medirlo y, a través de la historia del hombre
hayan existido diferentes calendarios, de manera que han celebrado y contado el
tiempo de acuerdo con sus creencias, celebrando su llegada con diferentes
ritos.
El corazón necesita de ritos, como dijera el
principito, para reafirmar lo que considera vital, como si solo fueran
importantes aquellas situaciones o actos humanos a los cuales se les invoca o
festeja con la celebración de un rito.
Los calendarios de las diferentes culturas solo
han tratado de medir el año de acuerdo con los acercamientos o
relación de la Tierra con los astros principales: el Sol y la Luna. Así, las
diferentes culturas han creado calendarios lunares o solares según sus
creencias o religiones. Mientras que las culturas ancestrales se basaron casi todas
en las fases lunares para crear sus calendarios, los actuales son solares,
excepto el musulmán, en el cual perdura el antiguo calendario lunar.
El calendario más antiguo fue encontrado en un
monumento mesolítico de Aberdeenshire, Escocia por arqueólogos británicos. Se
cree que data de alrededor del año ocho mil a.C., y mide el tiempo a partir de
las fases del Sol y de la Luna. Cuando fue encontrado desplazó a otros
descubiertos en Mesopotomia que se
creían más antiguos, pero databan de 5 000 años a.C. Según los científicos,
esas comunidades de recolectores-cazadores necesitaban precisar con exactitud
las estaciones para buscar sus alimentos teniendo en cuenta las migraciones de
los animales según las estaciones. Dicho calendario parece imitar las fases de
la Luna con el fin de realizar un seguimiento de los meses lunares en el
transcurso de un año.
Por su parte, el primer calendario enteramente
solar fue el egipcio, del año 3 000 a.C. Data de principios del tercer milenio
y estaba en pleno uso en tiempos de Shepseskak, el faraón de la dinastía IV y
en el papiro Rhind es donde se menciona por vez primera el año civil egipcio
como un período de 365 días. Estaba dividido en 12 meses de 30 días cada uno,
organizados en tres periodos de 10 días. Al final del último mes de cada año se
añadían los cinco días (epagómenos) que faltaban para completar el año solar,
dedicados a varios dioses egipcios.
Nuestro actual calendario viene de Roma. Fue en «el año 45 a. C., que el
emperador Julio César encargó al astrónomo alejandrino Sosígenes la elaboración
de su calendario. Este fijó la duración del año en 365 días y seis horas,
cálculo asombrosamente exacto dados los rudimentarios instrumentos de la época,
ya que su margen de error fue sólo de 11 minutos y 9 segundos al año, es decir,
menos de un segundo por día, pero con el fin de evitar complicaciones, se tomó
de 365 días de duración, añadiendo diez días al año de 355 días. Censorino
escribió el siguiente texto al respecto: “La confusión fue al final llevada tan
lejos que C. César, el Pontifex Maximus, en su tercer consulado, con Lépido
como colega, insertó entre noviembre y diciembre dos meses intercalares de 67
días, habiendo ya recibido el mes de febrero una intercalación de 23 días, e
hizo así que el año completo consistiera en 445 días. Al mismo tiempo proveyó
contra una repetición de errores similares al renunciar al mes intercalar, y al
adaptar el año al curso solar. Para ello, a los 355 días del año previamente
existente, añadió diez días, que distribuyó entre los siete meses que tenían 29
días, de tal forma que Enero, Sextilis y Diciembre recibieron dos cada uno, y
los otros sólo uno; y estos días adicionales los colocó al final de cada mes,
sin duda con el deseo de no mover los diversos festivales de aquellas posiciones
en cada uno de los meses que durante tanto tiempo habían ocupado. Así, en el
presente calendario, aunque hay siete meses de 31 días, los cuatro meses que
originalmente poseían ese número aún son distinguibles al tener sus nonas en el
quinto día del mes. Por último, en consideración por el cuarto de día que él
consideraba que completaba el año, estableció la regla de que, al final de cada
cuatro años, un único día debía ser intercalado donde el mes había sido
anteriormente insertado, esto es, inmediatamente después de los Terminalia; ese
día es ahora llamado el Bisextum.". Bissextum viene de bis-sexto. El 24 de
febrero era llamado por los romanos "ante diem sextum Kalendas
Martias"; en los años bisiestos, el día 25 era llamado "ante diem bis
sextum Kalendas Martias", a diferencia de los años normales, cuando se le
nombraba "ante diem quintum Kalendas Martias", dando origen al
término bisiesto ("bis sextum", dos veces sexto)». (Wikipedia)
Después seguirían los problemas, al añadir Julio
César un día a julio, mes de su nacimiento y Augusto hacer lo mismo con agosto.
Como estos dos días se los quitaron a febrero, el día del año bisiesto se le
sumó a este último.
El calendario gregoriano, adoptado por la
mayoría de las naciones hoy día, fue creado por los romanos, por orden expresa
del Papa Gregorio XIII en 1582 a Luis Lilio y al jesuita Christopher Clavius y
para salvar los defectos del calendario juliano. Las aproximaciones del
calendario gregoriano tienen un desfase de 1 día cada 3,300 años respecto al año
tropical, debido a lo cual, el error respecto al equinoccio de primavera es de
1 día cada 7,700 años.
No obstante, en la actualidad hay países que no
se guían por este calendario, sino por otros que han sido creados por las
distintas culturas. Así tenemos una
larga lista de catorce diferentes calendarios de los cuales son más conocidos
el chino, el hebreo, el musulmán, el japonés, el persa y el hindú.
Algunos de los antiguos como el maya, el azteca,
el celta, el egipcio, el irlandés, etc., siguen siendo citados según las
celebraciones que aún se realizan, sobre todo el inicio o la terminación del
año calendario.
Así tenemos que el calendario gregoriano inicia
el 1 de enero porque así lo dispuso Julio César, ya que en este día asumían su
cargo los funcionarios del emperador romano.
Los egipcios, primeros en utilizar el calendario
solar, fijaban el inicio de su año calendario de acuerdo con el orto helíaco de
Sirio. Esto quiere decir, su aparición después de estar invisible por un
período. Mediada la primavera, Sirio reaparecía centelleando poco antes del
amanecer en dirección este (izquierda) y en la medida que el Sol se elevaba,
iba extinguiendo la luz de la estrella.
Además, la aparición de Sirio marcaba el inicio de las crecidas del Nilo.
Según la creencia casi universal, los celtas
celebraban el inicio de su año lunar o Sanhaim (Samaín) en la noche del 31 de
octubre al 1 de noviembre, ya que para ellos, era primero la noche y luego el
día. Festejaban el final de la cosecha y la transición de un año a otro como la
apertura al otro mundo. Hace más de tres mil años que se celebra y ya hablé en
este blog sobre cómo trasladaron esta celebración a Norteamérica los irlandeses
que huyeron de la hambruna y crearon la fiesta de Halloween. En lengua gaélica
significa fin del verano.
El origen del calendario chino es dudoso y hay
fuentes que lo atribuyen al primer emperador de China, Huangdi, del siglo III
a.C. mientras otras aseguran que fue la civilización Xia su creadora, mucho
antes, hacia el siglo XXII a. C. No obstante, las primeras evidencias se ubican
en el año 1300 a.C.
Es lunisolar, pero los meses son lunares:
empiezan con la luna nueva y el día 15 es la luna llena. Como además de los
doce meses lunares hay diez días se intercalan para que concurde, a lo largo
del tiempo, con el calendario solar.
Se compone de cinco ciclos de doce años regidos
por los animales que ayudaron a Buda: Rata, Buey, Tigre, Conejo, Dragón,
Serpiente, Caballo, Cabra, Mono, Gallo, Perro y Cerdo.
La celebración de un nuevo año se realiza entre
el 21 de enero y 21 de febrero.
El calendario hebreo es muy parecido al chino en
su concepción lunisolar y muy diferente del musulmán que es lunar solamente o
el gregoriano, que es solar.
Su origen es la Génesis del mundo, la cual es el
7 de octubre de 3760 a. C. por lo que el año 2015 se corresponde con el 5775
del calendario hebreo, que comenzó el 25 de septiembre de 2014 y termina el 13
de septiembre de 2015. El día judío comienza con el ocaso (parecido a los
celtas, que comenzaba por la noche) y termina en el ocaso siguiente.
Para los hebreos, según la Cabalá, el año nuevo
simboliza el comienzo de un camino espiritual nuevo en la vida del hombre, su
nacimiento espiritual. Cuando el individuo vive dentro de su rutina diaria, su
vida pasa y de hecho, no tiene libre albedrio. El proceso de desarrollo de su
vida está dictado completamente por los genes impresos en él y por la sociedad
que lo rodea, y estos puntos marcan absolutamente los eventos de su vida. Llega
el momento en el que comienza a formularse preguntas esenciales, como: ¿para
qué vivo?, ¿por qué vivo?, ¿qué hay después de esta vida? Cuando estas
preguntas se despiertan en él, el hombre está
ya maduro para entrar a un nuevo camino, del que podrá nacer en una
realidad distinta, completa y eterna. Este es el estado espiritual que
simboliza la fiesta de Rosh ha Shaná.
La celebración comienza al anochecer de la
víspera. El shofar se toca durante la plegaria matutina. El sonido de este
cuerno, casi siempre de carnero, llama a los judíos a la meditación, al
autoanálisis y a retomar el camino de justicia o Teshuvá. Es el primero de los
días del regreso e introspección, de balance de los actos y de las acciones
realizadas, de plegaria y sensibilidad especiales que terminan con el Yom
Kippur o Día del Perdón.
También se conoce como el Día del Toque del
Shofár y como el Día del Juicio.
Con la salida de la primera estrella, y
deseándose Shaná Tová (buen año) la comunidad judía celebrarán el Rosh Hashaná (año nuevo).
«No pueden faltar manzanas y miel, que
simbolizan la dulzura. La miel significa el augurio de un próximo año dulce. El
pan jalá y platos sencillos elaborados con pescado o pollo con miel y una copa
de vino dulce ritual es bebida. Se pone en la mesa una cabeza de pescado para
‘ser pescado y no cola’”, contó el rabino y recordó que se come también una
fruta dulce de estación.
En la cena, se realiza una bendición con el vino
y se moja una rodaja de manzana en miel. Para el postre, no puede faltar la
torta elaborada con miel. En la Sinagoga, el sonido del shofar recuerda al que
tocaban en épocas de guerra para asustar al enemigo”. “Para desearse buen año,
se dice ‘shaná tová, jatimá tová’, que significa que sea inscripto y sellado».
(misionesonline.net)
Pues con la llegada del año nuevo para los judíos
les pido a los israelitas que asuman espiritualmente a su Dios, que olviden las
guerras, ellos que han sido perseguidos, humillados y masacrados, que esas
manzanas con miel endulcen sus vidas, pero que no amarguen las de otros con la
muerte y la guerra.
Y que este sea un principio jatimá tová,
Inscripto y sellado, en el corazón de todos los amantes de la vida y de la paz.
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