Hay masacres
en la historia de la humanidad que se clavan en el alma de los pueblos y de los
hombres de buena voluntad. Una de esas masacres fue la de Sabra y Shatila.
“El 16 de
septiembre de 1982, en medio de la guerra civil del Líbano, la milicia
falangista libanesa asesinó a miles de refugiados palestinos, en su mayoría
mujeres, niños y ancianos, en los campamentos de refugiados de Sabra y Shatila
en Beirut. Ambos lugares se encontraban bajo la supervisión del Ministro de
Defensa israelí y comandante de la operación, Ariel Sharon”.
El cantante
argentino Alberto Cortez escribió una canción homenaje. En su sitio web publicó
la carta que le enviara un ciudadano para defender su canción de los ataques
mezquinos que la tildaban de panfletaria.
He aquí su
texto.
MÁS SOBRE
SABRA Y CHATILA
He recibido
esta carta con el ruego de editarla en este rubro de mi página, con el fin de
sumar datos a los ya expuestos sobre la matanza de Sabra y Chatila. Por ser un
documento me ha parecido justo editarlo.
Gracias.
Alberto
Cortez.
Más sobre
Sabra y Chatila, por José Yapor.
Querido
maestro:
Luego de haber
leído los comentarios de una persona no identificada y tu réplica en tu sitio
de Internet, decidí revisar mis archivos y fue así que encontré una grabación
de una entrevista que allá por 1982 o 1983 -no recuerdo con precisión-
mantuviste con Pinky Satragno en el programa En persona, que posiblemente se
emitía por ATC.
Eran mis años
de adolescencia en Chivilcoy -donde nos honraste con tu presencia en más de una
ocasión-, tiempo en que empezaba a descubrir tu música y tu poesía.
Creo que aquel
testimonio es la mejor respuesta a tan infundada crítica. Debo decirte que la
masacre de Sabra y Chatila me dolió de una manera especial, porque justamente
de un lejano Líbano llegó mi abuelo a este bendito país en los primeros años
del siglo XX.
Con el mismo
énfasis condené los atentados contra la Embajada de Israel, la AMIA y las
Torres Gemelas. Y con el mismo entusiasmo sigo pidiendo justicia por los 30.000
desaparecidos argentinos, en una nueva víspera de aquella infausta jornada del
24 de marzo de 1976.
Hoy asistimos
a un nuevo capítulo de la irracionalidad y no deben cesar las voces y
manifestaciones de condena en todo el mundo, ante el genocidio que se está
cometiendo en Irak.
Finalmente,
debo decirte que me sentí muy molesto frente a la calificación de canción
panfletaria, porque el panfleto no es obra de poetas con mayúsculas como vos.
Sólo puedo hacerlo quien no conoce tu repertorio ni ha profundizado en tu
mensaje de paz y fraternidad como valores fundamentales del hombre de todos los
tiempos.
PD: Abrí el
archivo adjunto y si es posible publícalo en el sitio, que va a venir bien para
aclarar mejor algunas cosas.
ENTREVISTA
Pinky: ¿Cuál
fue el último motivo por el que has llorado con lágrimas, de esas que salen del
alma?
Cortez:
Siempre se llora por dentro, sobre todo quienes tenemos cosas por decir. El
otro día contaba una anécdota que sucedió cuando en el teatro todavía no había
gente. Estaba totalmente vacío. Fue en la ciudad de Sevilla, en el Teatro Lope
de Vega, monumento nacional y además un teatro precioso. El día anterior había
cantado por primera vez una canción sobre la matanza de Sabra y Chatila, en el
Líbano. Tenía mucho temor porque el tema es muy escabroso. Hay una cosa
política que siempre he tratado de evitar y puede dar motivos a malos
entendidos. En consecuencia, estaba muy pendiente de lo que iba a suceder,
aparte de los nervios por el estreno y todo. La cuestión es que pasó, la gente
aplaudió muchísimo y al día siguiente yo me fui un rato antes al teatro, porque
me gusta ir un rato antes de lo normal para meterme con la magia del teatro, el
teatro normal. Me pongo a tocar el piano y a dar gritos solo, absolutamente
solo con los espíritus del teatro. Y cuando estaba tocando el piano, viene un
portero y me dice: «Señor Cortez, lo busca un señor afuera». «Bueno, dígale que
pase», le contesté. Entonces, entró un hombre muy joven, de bigotes negros, que
traía un ramo de claveles rojos en la mano. Con un acento muy claro de no ser
español y, además, de ser árabe concretamente, me dice: «Cortez, ayer estuve en
el teatro y yo perdí gente en Sabra y Chatila. Le traigo estos claveles para
usted». Dio media vuelta y se fue.
P.: Y vos te
echaste a llorar como loco.
C.: Porque es
algo mucho más allá de cualquier ideología, como dijimos alguna vez en un
poema. Era la sensibilidad de una gente que había visto truncada su juventud,
su niñez, frente a un hecho absolutamente deplorable. Estábamos totalmente
solos en el teatro, me dio los claveles, dio media vuelta y se fue. No sé quién
es ni si lo volveré a ver, pero fue como decirme: «Tomá, hiciste bien»…
Hay masacres
en la historia de la humanidad que se clavan en el alma de los pueblos y de los
hombres de buena voluntad. Una de esas masacres fue la de Sabra y Shatila.
“El 16 de
septiembre de 1982, en medio de la guerra civil del Líbano, la milicia
falangista libanesa asesinó a miles de refugiados palestinos, en su mayoría
mujeres, niños y ancianos, en los campamentos de refugiados de Sabra y Shatila
en Beirut. Ambos lugares se encontraban bajo la supervisión del Ministro de
Defensa israelí y comandante de la operación, Ariel Sharon”.
El cantante
argentino Alberto Cortez escribió una canción homenaje. En su sitio web publicó
la carta que le enviara un ciudadano para defender su canción de los ataques
mezquinos que la tildaban de panfletaria.
He aquí su
texto.
MÁS SOBRE
SABRA Y CHATILA
He recibido
esta carta con el ruego de editarla en este rubro de mi página, con el fin de
sumar datos a los ya expuestos sobre la matanza de Sabra y Chatila. Por ser un
documento me ha parecido justo editarlo.
Gracias.
Alberto
Cortez.
Más sobre
Sabra y Chatila, por José Yapor.
Querido
maestro:
Luego de haber
leído los comentarios de una persona no identificada y tu réplica en tu sitio
de Internet, decidí revisar mis archivos y fue así que encontré una grabación
de una entrevista que allá por 1982 o 1983 -no recuerdo con precisión-
mantuviste con Pinky Satragno en el programa En persona, que posiblemente se
emitía por ATC.
Eran mis años
de adolescencia en Chivilcoy -donde nos honraste con tu presencia en más de una
ocasión-, tiempo en que empezaba a descubrir tu música y tu poesía.
Creo que aquel
testimonio es la mejor respuesta a tan infundada crítica. Debo decirte que la
masacre de Sabra y Chatila me dolió de una manera especial, porque justamente
de un lejano Líbano llegó mi abuelo a este bendito país en los primeros años
del siglo XX.
Con el mismo
énfasis condené los atentados contra la Embajada de Israel, la AMIA y las
Torres Gemelas. Y con el mismo entusiasmo sigo pidiendo justicia por los 30.000
desaparecidos argentinos, en una nueva víspera de aquella infausta jornada del
24 de marzo de 1976.
Hoy asistimos
a un nuevo capítulo de la irracionalidad y no deben cesar las voces y
manifestaciones de condena en todo el mundo, ante el genocidio que se está
cometiendo en Irak.
Finalmente,
debo decirte que me sentí muy molesto frente a la calificación de canción
panfletaria, porque el panfleto no es obra de poetas con mayúsculas como vos.
Sólo puedo hacerlo quien no conoce tu repertorio ni ha profundizado en tu
mensaje de paz y fraternidad como valores fundamentales del hombre de todos los
tiempos.
PD: Abrí el
archivo adjunto y si es posible publícalo en el sitio, que va a venir bien para
aclarar mejor algunas cosas.
ENTREVISTA
Pinky: ¿Cuál
fue el último motivo por el que has llorado con lágrimas, de esas que salen del
alma?
Cortez:
Siempre se llora por dentro, sobre todo quienes tenemos cosas por decir. El
otro día contaba una anécdota que sucedió cuando en el teatro todavía no había
gente. Estaba totalmente vacío. Fue en la ciudad de Sevilla, en el Teatro Lope
de Vega, monumento nacional y además un teatro precioso. El día anterior había
cantado por primera vez una canción sobre la matanza de Sabra y Chatila, en el
Líbano. Tenía mucho temor porque el tema es muy escabroso. Hay una cosa
política que siempre he tratado de evitar y puede dar motivos a malos
entendidos. En consecuencia, estaba muy pendiente de lo que iba a suceder,
aparte de los nervios por el estreno y todo. La cuestión es que pasó, la gente
aplaudió muchísimo y al día siguiente yo me fui un rato antes al teatro, porque
me gusta ir un rato antes de lo normal para meterme con la magia del teatro, el
teatro normal. Me pongo a tocar el piano y a dar gritos solo, absolutamente
solo con los espíritus del teatro. Y cuando estaba tocando el piano, viene un
portero y me dice: «Señor Cortez, lo busca un señor afuera». «Bueno, dígale que
pase», le contesté. Entonces, entró un hombre muy joven, de bigotes negros, que
traía un ramo de claveles rojos en la mano. Con un acento muy claro de no ser
español y, además, de ser árabe concretamente, me dice: «Cortez, ayer estuve en
el teatro y yo perdí gente en Sabra y Chatila. Le traigo estos claveles para
usted». Dio media vuelta y se fue.
P.: Y vos te
echaste a llorar como loco.
C.: Porque es
algo mucho más allá de cualquier ideología, como dijimos alguna vez en un
poema. Era la sensibilidad de una gente que había visto truncada su juventud,
su niñez, frente a un hecho absolutamente deplorable. Estábamos totalmente
solos en el teatro, me dio los claveles, dio media vuelta y se fue. No sé quién
es ni si lo volveré a ver, pero fue como decirme: «Tomá, hiciste bien»…
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