Este mes que termina en
el día de hoy ha sido pródigo en acontecimientos visibles y sentimientos.
Quizás para concluirlo de manera espectacular es que tuvimos el eclipse de la súper luna de sangre en
la noche del 27 hasta la madrugada del 28.
Como casi siempre,
buscando información científica y astrológica sobre el evento podemos notar que
este ha sido trascendente, sobre todo para las personas lunares,
entre quienes me incluyo.
Los astros principales,
la Luna y el Sol, tienen características diferentes. El sol, amarillo dorado y
asociado con el calor, la luminosidad del día; la luna, blanca, fría y
plateada, asociada con la quietud y la misteriosa noche. El Sol representa la
fuerza, lo masculino, la energía ardorosa y arrolladora; la Luna encarna la
suavidad, lo femenino, la energía apacible y constante.
La mayoría de los
calendarios antiguos se basaban en la sucesión de las fases de la luna y, en
algunos casos eran lunisolares. Los celtas tenían su horóscopo lunar, veneraban
a diferentes diosas vinculadas a ella y celebraban sus ritos en luna llena u
Oenachs, y los sacerdotes en la luna nueva.
Los calendarios Sequani y de Eleusis
comparten los 55 ciclos de noche para coincidir en una de las festividades
importantes: la llegada del equinoccio de otoño y con ello la necesidad de
prepararse para el invierno y para la “muerte”. Este equinoccio está marcado
como un hecho de gran importancia.
El equinoccio de otoño es la celebración para recibir el invierno, cuya primera fase es el matrimonio sagrado del pueblo con la tierra. El rey,
como representante de la tribu, se casa con la Diosa de la Tierra y recoge su
cosecha. Esto sucede en el mes del caballo, en la mitad oscura del ciclo lunar.
Las constelaciones de Pegasus, Equleus y los ritos en honor a las diosas
caballo (Epona y Macha) en Julio-Agosto. Luego viene una segunda fase para aceptar
el invierno y el fin de la cosecha, así como el final de la propia vida. Las
semillas son el símbolo del potencial de cada uno de nosotros y tenemos que
aceptar la inevitabilidad de nuestra muerte. Las diosas madre celtas son las
representaciones de esta celebración, en agosto-septiembre. Ya en la fase tercera se guarda el fruto del trabajo para sobrevivir al invierno.
Cuando aparece An Tarbh, acompañado de las Híades, y la luna llena pasa
entre ellos, se da por terminado el festival.
Si vamos a hacer la interpretación del eclipse debemos comenzar por
verlo como parte de un ciclo, una tétrada, que comenzó en el 2014 e incluye
cuatro eclipses, o sea, el eclipse lunar de este domingo fue el cuarto de la llamada “luna de sangre” que inició en abril del año pasado y
culminó este 28 de septiembre: cuatro eclipses lunares totales con un
intervalo de aproximadamente 6 meses y sin un eclipse parcial entre ellos, una
sucesión que no se presentaba desde el año 1600.
En realidad el efecto de “luna de
sangre” es común a todos los eclipses lunares, no sólo a esta
tétrada. Durante el eclipse pudimos ver el borde de la Tierra con un
resplandor rojizo.
El eclipse total de luna coincidió
con la luna llena (como ocurre en todos los eclipses de este tipo) y en este
caso con una de las llamadas “superlunas”, por la magnitud subjetiva que cobra
al estar en el perigeo, que es el momento en que el satélite se encuentra más
cercano a la Tierra. Este será el último eclipse de una “superluna” hasta el
año 2033, por lo que hemos sido afortunados de poder verlo.
Para los astrólogos, es la Luna la
regente del signo de Cáncer y asocian a ella muchos comportamientos, aspectos
del carácter y rasgos de la personalidad.
Según varias fuentes, es común pedirle deseos a la luna llena, con o
sin eclipse, solo que en un momento como este en que coincidieron tantos hechos
insólitos, cobraba mayor trascendencia.
Pues pedí deseos a la luna, a muy corto plazo, así que podré disfrutarlos:
confío en que el Universo devolverá todo el amor que se emite, las buenas
energías y el sentimiento puro de las esperanzas de paz para todos los seres
humanos del planeta. Esos fueron mis deseos.
Creo que estos eventos, lejos de anunciar cataclismos o sucesos
apocalípticos, renuevan la conciencia de que habitamos durante nuestra vida un
espacio único y pleno de hechos insólitos, particulares, que nos recuerdan la
grandeza cósmica de la naturaleza que nos asiste y protege. Si, como es el caso
de la luna, influye en las cosechas, las mareas, los minerales, los seres
humanos… entonces, ese eclipse poderoso, que cierra la famosa tétrada de las lunas de sangre de los
dos últimos años, debe traer sin dudas buenas vibras para todos. Que la luna
nos sea propicia e ilumine nuestros mejores sueños, haciéndolos realidad.
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