Sucedió en la tarde soleada del 23 de abril
de 2012, a las 5 y 22 minutos, las expertas
manos de dos hadas doctoras lograron que
Diego saliera del tibio vientre de la linda Esnorquita. Costó un poco de esfuerzo:
era un bebé grande y gordito que pesaba al nacer 8 libras y 14
onzas. Por eso después le llamarían osito, elefantico, pero es un niño.
Un bebé hermoso que durante todos estos meses ha dormido muy
poco, prendido del pecho de su madre y acunado por esos brazos que pertenecen a
la hermosa hija que un día también fue mi pequeña bebé y aún
sigue siéndolo.
¿Qué decir de Diego? Que fue acunado primero por los brazos de esta
abuela que ha estado lejos y lo ha mantenido en ese nido cálido que
es su corazón, y le ha escrito estas nanas, para ver si consigue hacerlo
dormir.
Un día Diego será grande. Y quizás también se
dedique a escribir poesía. Nació el día del idioma y
del libro.
Que sean estas nanas las que le den su
bienvenida al mundo de la imaginación. Las puertas están abiertas:
las de los corazones que lo aman y las de las páginas
que le dedico. Para que lleguen al suyo las escribí. Sin
adornos ni frases rebuscadas, que no las necesitan. Basta con
el amor. Lo he intentado, pero todo el amor no cabe en estas Nanas para Diego.
No hay comentarios:
Publicar un comentario