Es una
convención humana llevar la cuenta del tiempo para organizar, en ordenada
procesión, los sucesos de la vida. Hace un tiempo hablé de la medida del tiempo
y el calendario, por lo que cada mes de enero reflexiono acerca del transcurso
de los días, los meses, los años; las diferencias mínimas entre unos y otros
salvo el clima, los recuerdos y la cotidiana costumbre de estar vivos.
Cada mes
tiene en su memoria sucesos importantes y trascendentes. Ya sean tristes o
alegres se recuerdan: unos para celebrar y otros, para no olvidar. La memoria
colectiva tiene el don de unir a las personas en torno a intereses y
situaciones afines.
Ha comenzado
el mes de enero, en el hemisferio norte un mes del invierno, pero pareciera que
es el despertar del año y de la poesía. Hablé ya de dos poetas, ambos de nombre
Rubén; uno es cubano y el otro nicaragüense. Villena me resulta entrañable,
íntimo y cercano por ser compatriota pero sobre todo por su forma de pensar y
actuar. A Darío lo miro bajo el prisma del poeta latinoamericano que impuso su
obra en la lengua española liderando un movimiento de ruptura. Ambos suscitan
en mí admiración y respeto.
He aquí
entonces que hay un importante aniversario de otro poeta nicaragüense, cuya
vida y obra (literaria y humana) ha sido paradójica. Busco sus datos en varios
sitios de Internet. En Wikipedia, en páginas de poesía como Poemas del alma y algunos blogs.
En “Poemas
del alma”, resumen:
«Ernesto
Cardenal es un poeta nacido en Nicaragua el 20 de
enero de 1925. Desde niño se sintió atraído por las letras y quiso buscar una
forma de cambiar el mundo. Se lo conoce por
sus ideas políticas marxistas y su defensa de la teología como única salida a
los males que aquejan hoy al mundo.
»A causa de sus principios fue despreciado en más de una ocasión por los
líderes de la iglesia católica; sus planteos dejan en evidencia que esta
institución no se parece en nada a la fundada por Cristo. »Para Cardenal, entre
el Cristianismo y el Marxismo no hay diferencia, son dos formas que engloban la
misma manera en la que deben vivir los seres humanos. Dice que ninguna de estas
ideologías se ha llevado a la práctica y que una revolución (pacífica o no)
sería la única solución posible para arreglar el mundo imponiendo ideas más
comunitarias, donde el bien común fuera el objetivo fundamental de toda acción.
»En 1965 fundó una comunidad cristiana en una de las islas de
Solentiname, y publicó su obra El evangelio en Solentiname. Juan Pablo II lo amonestó públicamente por propagar una doctrina contraria a las ideas de
la iglesia.
En varias ocasiones ha estado entre los nominados al
Premio Nobel de Literatura; en 2009 fue condecorado con el Premio
Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda en Chile y a principios del 2012, con el
Reina Sofía de Poesía Iberoamericana».
Ernesto Cardenal cumple años y es muy difícil encerrar en
unas breves palabras tanta vida y tanta buena obra de su quehacer multifacético
y plural, porque conserva su corazón de niño, su capacidad de asombro, de
emprender nuevos proyectos como si le faltaran otros 91 años por vivir, y tiene
razón: su obra irá mucho más allá del existir de su cuerpo físico. Con sus
poemas, prédica y acción ha ido creciendo en la piedra de cada camino, en las
aguas que bañan su entrañable Nicaragua (¡y su Granada!), es fuego y lava
creadora.
Hoy solo quiero que la palabra rinda homenaje a ese hijo
ilustre de la patria americana, escuchemos el canto de los pájaros y se
inclinen, en respetuosa reverencia, las ramas de los más recios árboles en
honor del poeta.
El tiempo y la costumbre
Para
Ernesto Cardenal, en su cumpleaños 91
Esta mañana pienso en el tiempo
en esa cotidiana costumbre de estar
viva
recuerdo los relojes inexorables
del olvido.
Solo nos salva el amor de la rutina
extraña
la que esclaviza y anda
con dos ojos de más para espiarnos
para velar porque sigan nuestros pasos
el sendero fijado
la costumbre de armar las mismas
trampas
para creernos felices e inmortales.
Entonces leo de un hombre en sus
noventa
que ha amado a una mujer en su poesía
la ha cuidado de cualquier presagio
gritó el nombre de Claudia a las
multitudes
y luego fue a compartir su pan en una
isla olvidada
hecha con los colores de la primavera
y la esperanza en el rojiverde de las
plumas
mientras predicaba del amor y la
justicia.
.
¿Se habrá cuestionado el tiempo?
¿Habrá acaso saltado un círculo de
fuego
en su Granada, sofocado con el agua
del lago sus ardores?
¿Cómo pudo burlar la fiera tenaz de la
costumbre,
burlándose en sus fauces, desdiciéndose
una y otra vez,
trenzando caminos diferentes?
Cuídate, Ernesto
cala tu gorra guerrillera
protégete del sol con esos versos
esculpe la silueta de la aurora
mira que hay una rutina persiguiendo la
gloria de rendirte
no dejes ni una palabra suelta
ni un solo resquicio a la costumbre
podrían desaparecer los sueños
los besos
y hasta el nombre de cierta muchacha
que sorteó terremotos y erupciones.
Cuídate, Ernesto
ya
te lo aviso.
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