Hoy es el día instituido por Cuba como Día de la Cultura Nacional. Un día como hoy se entonó por primera vez nuestro himno nacional: La Bayamesa. Dondequiera que esté un cubano, es una de las más electrizantes y conmovedoras melodías que pueda escuchar: las notas de nuestro himno... Pero la Cultura no es solo el himno, es todo: nuestra comida, nuestras costumbres, nuestro arte y literatura, nuestra isla y nuestro corazón fuera de ella y, al mismo tiempo, sin desprenderse de ella, del olor a sal, su sol, sus calles y el olor de sus ciudades... Qué orgullosa cada día de ser cubana. Amo a Cuba y a los cubanos.
Creo que nada
representa tanto la cubanía como ese himno rebelde, vibrante y estremecedor.
Solo la música, las notas de esa marcha contagiosa, anuncian al mundo que es
nuestro.
Al citar los versos
de nuestro Poeta Mayor: el amor, madre a la Patria/ no es el amor ridículo a la
tierra ni a la yerba que pisan nuestras plantas,/ es el odio invencible a quien
la oprime, /es el rencor eterno a quien la ataca[…], me siento invadida por un
dulce sentimiento de nostalgia. Nostalgia por la luz de nuestras ciudades, por
las voces de los pregoneros callejeros que bajan por mi calle cada mañana y se
escuchan hasta la hora en que el sol se
despide, por las plazas y los parques, por esa conversación cómplice entre el
mar y la tierra que recorre hecha murmullo todo el litoral norte de esa ciudad
que habita en mi palabra, a pesar de la distancia.
Cuba, sin
lugar a dudas, es tierra de poetas. Los decimistas improvisadores son los más
genuinos y populares; están los que escriben décima culta y están los poetas de
verso más depurado y galante. Sin embargo, alguna vez escuché decir (no
recuerdo si fue al Indio Naborí) que los cubanos hablamos en octosílabos. Y es
cierto. Todo el que escriba poemas sabe que, inevitablemente, cuando rimamos
siempre es ese el metro que acude, fácil y presuroso, al llamado de la página
en blanco.
Hay tres poetas cubanos que, además de
su genialidad literaria, escribieron profundos y conmovedores poemas a la
patria como José Martí y José María Heredia o se consagraron a la lucha y
dedicaron su aliento poético y vital a ella, también Rubén
Martínez Villena.
Sin embargo, nadie dudaría en señalar,
como el más importante poeta cubano, al apóstol de la independencia, por su
versatilidad, su maestría y genial cultivador de diferentes formas estróficas,
metros y rimas. Desde la sencillez aparente de sus Versos sencillos, los poemas
del Ismaelillo o La Edad de Oro hasta sus Versos libres, que eran, como él
pensaba que debía ser el verso que amaba, de […] sonoridades
difíciles, el verso escultórico, vibrante como la porcelana, volador como un
ave, ardiente y arrollador como una lengua de lava. El verso ha de ser como una
espada reluciente, que deja a los espectadores la memoria de un guerrero que va
camino al cielo, y al envainarla en el Sol, se rompe en alas. […]
Hoy como nunca pienso que la Patria vive en cada cubano, en
el acento que reconocemos sin dudar y en la manera única de reírnos, saborear
un café fuerte, hablar alto o sentir como nuestra cada injusticia o dolor de
otro ser humano. También recuerdo ahora a ese cubano y repito con él,
recordando ese cielo llenito de estrellas casi siempre: Dos patrias tengo
yo: Cuba y la noche…
Dos
patrias…
Dos
patrias tengo yo: Cuba y la noche.
¿O son una las dos? No bien retira
su majestad el sol, con largos velos
y un clavel en la mano, silenciosa
Cuba cual viuda triste me aparece.
¡Yo sé cuál es ese clavel sangriento
que en la mano le tiembla! Está vacío
mi pecho, destrozado está y vacío
en donde estaba el corazón. Ya es hora
de empezar a morir. La noche es buena
para decir adiós. La luz estorba
y la palabra humana. El universo
habla mejor que el hombre.
Cual bandera
que invita a batallar, la llama roja
de la vela flamea. Las ventanas
abro, ya estrecho en mí. Muda, rompiendo
las hojas del clavel, como una nube
que enturbia el cielo, Cuba, viuda, pasa..
¿O son una las dos? No bien retira
su majestad el sol, con largos velos
y un clavel en la mano, silenciosa
Cuba cual viuda triste me aparece.
¡Yo sé cuál es ese clavel sangriento
que en la mano le tiembla! Está vacío
mi pecho, destrozado está y vacío
en donde estaba el corazón. Ya es hora
de empezar a morir. La noche es buena
para decir adiós. La luz estorba
y la palabra humana. El universo
habla mejor que el hombre.
Cual bandera
que invita a batallar, la llama roja
de la vela flamea. Las ventanas
abro, ya estrecho en mí. Muda, rompiendo
las hojas del clavel, como una nube
que enturbia el cielo, Cuba, viuda, pasa..
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