Los cuentos se cuentan en la noche, porque en la noche vive lo sagrado, y quien sabe contar cuenta sabiendo que el nombre es la cosa que el nombre nombra. □ Eduardo Galeano |
Hoy es un lunes luctuoso
porque la muerte holló la sagrada puerta de los escritores grandes. Quizás digamos
que anduvo de prisa para ir de Europa a América y ganarle un aparente pulso a
la vida, pues han partido de esta dimensión física y humana dos seres que
habían escrito, desde hace muchos años, su inmortalidad.
Y es que cuando la
muerte sorprende con lúgubre empeño la creación humana en su grado más digno y
fértil, la ausencia nos golpea y desarma, la fuerza del destino se hace real.
De Gunter Grass leí mucho menos
que de Galeano. Recuerdo mi lectura de El
tambor de hojalata y A paso de
cangrejo. No llegué a leer su autobiografía, quizás la busque ahora, por la
natural curiosidad de conocerlo mejor.
Galeano era entrañable,
no solo por ser del mismo idioma. Siempre me pareció que había un destello de
burla en su mirada. Leí El libro de los abrazos y ya para siempre me acompañó
su palabra.
Las venas abiertas de América Latina, es el himno y la epopeya de nuestras tierras de América,
aunque sea un ensayo. Si Galeano no lo hubiera escrito y dignificado con su
pensamiento posterior y su vida, seguiríamos estando más cerca del silencio que
oculta y que degrada.
Por eso mis palabras
guardan luto por los dos grandes, pero uno de ellos me hace cuestionar la
muerte aunque esta sea, al decir de Martí “la levadura de la vida”.
Por si la muerte es
"La muerte es un silencio pequeño en el
amor"
(Pedro Assef)
La muerte es el silencio
la nada
el desamparo
la muerte es una trampa que devora los sueños
la muerte es cierta o falsa
cuando por un azar
se muere de esperanza
o de fe
o de nostalgia
o de la pura vida;
es cómplice y verdugo
es ceniza en el viento
callado
que retoma el camino descalzo
las memorias de fuego
nacimientos y máscaras
la muerte es una trampa
para fingir la vida
que vuelve en las palabras.
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