Debo
esperar la noche que me trae un padre y su lechuza. Es el primer camino
iluminado por la belleza de las piedras y también la increíble noticia de un
contrabando con alas que acompaña la oscuridad del corazón y lo estremece.
Quiero
escribir sobre nosotros y las noches. Una lechuza no es más que una lechuza y
esta verdad no alcanza para amar las lechuzas y las noches.
Me
doy cuenta. Para amar todos nos inventamos un pretexto. La noche puede ser un
buen pretexto.
Julia
descuelga el sol desde su cuarto y las sombras llegan. La noche puede quizá ser
ese pretexto si viene acompañada de un papá, su lechuza y otras piedras. Así
nadie podrá hacer preguntas ni burlarse.
Un
buen pretexto acalla todos los asombros.
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