Fotingo de la década del 20, posible autor de fotutazos |
Por:
Fernando Carr Parúas
Una curiosidad: En la parte central
cubana y más concretamente en las zonas más orientales de la provincia de Villa
Clara, en la provincia de Sancti Spíritus y en la parte occidental de la de
Ciego de Ávila, la frase tocar el fotuto
(a alguien), además de que signifique fotutear
(palabra cubana ya incluida en la edición del DRAE de 2001 y que equivale a la
española bocinar, esto es, ‘tocar la
bocina’), no es lo que significa en algunas provincias orientales de Cuba, o
sea, ‘tocar el trasero a alguien’.
En esas zonas del centro del país, tocar el fotuto (a alguien) tiene una connotación
folclórica, pues se trata de una costumbre bastante arraigada en algunas
localidades campesinas y semiurbanas, y que consiste en que, cuando un hombre
es engañado por su mujer —y él lo ignora—, por las noches un grupo de vecinos
se sitúa cerca de la casa y hacen sonar sus caracoles hasta que el engañado
sale y dice algo, como, por ejemplo: “Voy a investigar el caso”. Según la
información que tengo, cuando esto sucede es que existen más que evidencias
notables para los vecinos. Así es que el esposo toma el aviso como algo serio.
Si el engañado se separa de la mujer,
ahí terminó “la fiesta”; pero si se pone de acuerdo con ella y continúan
juntos, pues nuevamente hay “fiesta de fotutazos” y van entonces muchas más personas
con sus caracoles a “tocarle el fotuto” al condescendiente marido, pues la
costumbre exige que el engañado que ha perdonado a su mujer saque una botella de
ron o aguardiente y la dé a quienes tocan el fotuto, para que estos se la tomen
y terminen con el escándalo para siempre.
Algo parecido sucede cuando una pareja
de hombre y mujer que se han separado y cada uno hizo su vida sexual con otra persona,
decide volver a unirse. Tan pronto esto es conocido, van los vecinos a tocar el fotuto, hasta que el marido
salga con la botella de bebida.
Tengo entendido que, en algunas
ocasiones, la cosa acaba mal: insultos por parte del marido y hasta golpes,
pero la “fiesta de fotutazos” continuará, noche tras noche, hasta que el marido
se dé por vencido y saque las correspondientes botellas, que entonces han de
ser más de una, en pago a su testarudez. ¿Qué les parece?
Sucede en nuestro país en pleno tercer
milenio. Por supuesto, es una tradición puramente machista...
No tengo referencia de que “le toquen
el fotuto” a las mujeres de aquella zona cuando sus maridos las engañan...
Un
comentario adicional
En diferentes momentos he tenido que
ofrecer algunos conversatorios acerca del idioma español y sus usos y abusos, a
pesar de que no me gusta tener que hablar en público. Sin embargo, en ellos
incursiono en los casos de cubanismos, pero también me gusta incluir en tales
jornadas el uso de varios regionalismos cubanos, esto es, el significado que tienen
unas palabras o frases en una región que no es el mismo que corresponde en
otras regiones cubanas, así como voces o frases que se emplean en alguna región
del país, con su significado, los cuales son totalmente desconocidos en otra
regiones.
De esto mismo trato en dos columnas
fijas que tengo a mi cargo desde hace varios años en la prensa. Una de ellas es
“Gazapos”, en la revista Bohemia, la
revista más antigua de toda Hispanoamérica, fundada en l908, la cual también
tiene una edición digital. La otra es la columna “Gazaperías”, en el portal
digital de Cubarte.
Digo lo anterior para significar que,
con tantos años escribiendo en estos medios, y la responsabilidad ética que
supone tal trabajo, siempre todo lo que escribo o hablo es el fruto de la
investigación de tantos años acerca de estas cuestiones del habla cubana.
Y decir ante un público cubano, esto
que narro, que “sucede en el siglo XXI”, trae alguna suspicacia entre los oyentes,
pues recordemos que Cuba es uno de los pueblos con el ciento por ciento de su
población totalmente escolarizada, y muchos no pueden creer que cosas como la
narrada sucedan en su propio país.
Comenté este caso en dos oportunidades
en conversatorios en La Habana. La
primera de ellas fue en una reunión de profesionales de la edición de libros.
Cuando terminé, había algunas caras que tenían dibujadas una total
incredulidad. Yo me quedé, después de terminar, callado, pues aquellas caras ya
me parecían como de desaprobación... De pronto, una joven, graduada de
Filosofía, levantó la mano y me dijo que era oriunda de un pequeño pueblo de la
zona más oriental de la provincia de Villa Clara, y me expresó que desde
pequeña vivía en La Habana ,
pero que, en algunas vacaciones, iba a visitar a sus familiares y allí oía los
comentarios de los fotutazos que se
le “sonaban” a Fulanito y a Esperancejo. Quedé más tranquilo, y también el
resto del público, después de su intervención.
Pero, posteriormente, se me invitó a
disertar en la Escuela Militar
Arides Estévez, en La Habana ,
Yo creía que, nada más, era una escuela de cadetes, de jóvenes suboficiales.
Cuando uno de los directivos me introduce en un aula, quedé asombrado. Todos
allí eran oficiales de alta graduación, y muchos de ellos tenían tantos años
como yo, que ya son bastantes. A estos se les ofrecen cursos superiores.
Pues bien, allí hablé de lo humano y
lo divino acerca del uso y el abuso de nuestro idioma... yo solamente veía
caras muy serias, por cuanto los altos militares siempre son muy serios, y para
terminar la sesión —dentro de lo concerniente a los regionalismos de nuestro
propio país—, me dije:
“Voy a narrar lo de los fotutazos para ver la reacción”, y conté
lo que aquí he expuesto. Las caras eran mucho más adustas, más serias, nadie
hizo algún comentario. Bien, ya estaba diciendo yo que con esa cuestión estaba
terminando mi exposición, cuando uno de ellos, con algunas estrellas al hombro,
tomó la palabra: “Eso que usted dice es verdad”, me dijo. Y contó que era nacido
en un caserío de la provincia de Sancti Spíritus, y que hacía poco había ido
allí a visitar a algunos vecinos, amigos de su niñez, como hacía cada vez que
podía, y le contaron que al hijo de Fulano de Tal, le habían estado “sonando” fotutazos la semana anterior, e hizo
algunas anécdotas de otros casos parecidos que, cuando adolescente, habían ocurrido
en tal lugar.... y los de aquella aula terminaron riéndose.
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