Durante mi vida con los libros, cuyo inicio se remonta
a la edad de 6 años, he asistido a numerosas presentaciones de libros. Entre
ellas, claro, la de mis propios libros. Hasta ahora siempre otras personas
habían concebido y preparado la presentación de los míos, salvo esta, que la
imaginé para celebrar el cumpleaños de esa personita que nació hace un año, el
23 de abril de 2012, y me ha inspirado esos poemas desde antes de nacer y
después de venir a este mundo desde el vientre de mi amada Esnorquita: mi nieto
Diego.
He tenido mucha suerte en la vida: el amor ha sido mi
eterna compañía, conozco y sigo conociendo personas maravillosas en todas
partes. A veces nos acerca el trabajo, los libros, un encuentro ¿casual? o la
propia familia, que sigue creciendo, pues hasta los que parten de esta
dimensión, siguen siendo parte de mí.
Por eso, de todas las presentaciones de mis libros,
siempre hay algunas memorables. O sencillamente, experiencias mágicas después
de publicarlos. La presentación de El
acertijo de las conchas, en Cienfuegos, con el grupo de niños actores de
Fifi Cosme que representó un fragmento de la obra en la célebre librería
Dionisio San Román de Cienfuegos fue extraordinaria. Ver la soltura con la que
los actores hablaban el dialecto eme (inventado por la autora) me hizo reír y
conmover hasta lo indecible; la que hizo el poeta José Manuel Espino en una
escuela de su Colón natal, y en la cual también los niños representaron un
cuento de Talía y sus papeles, fue maravillosa y conmovedora; la de
Cantacaminos, también en Matanzas y celebrando el centenario de Dora Alonso,
mágica también, como lo fue la de Peruso,
por Geysi Rojas en Cienfuegos quien, además, me hizo el regalo de escribir su
tesis para graduarse en la Universidad sobre mis libros. Una vez en Cruces una
niña con la que me encontré en la calle me dijo: “¡Qué alegría verla! Usted es
la que escribió El acertijo…” Luego, en una marcha del Primero de Mayo, otra
niña se me acercó y me dijo: “Yo la conocí en la feria (del libro). Me ha
gustado mucho leer su libro”, no supe cuál, porque la abracé y la besé, pero la
sorpresa me impidió preguntarle. En la escuela, donde recibí la enseñanza primaria
y que escogí para trabajar mi proyecto de “El libro caminante”, una niña
escribió un trabajo para participar en el concurso “Sabe más quien lee más”,
sobre La niña que salió a buscar un
cuento, que me dejó perpleja: la interpretación que hizo de él me descubrió intenciones y aspectos en los que no había reparado… como cuando leí
la reseña que hizo Yamil Cuéllar en su blog sobre Peruso, la cual nos hizo conocernos e iniciar una linda amistad. Siendo directora en Gente Nueva, un muchacho director de teatro de la Isla de la
Juventud fue a verme para pedir autorización y adaptar para el teatro mi cuento Papirusa, que
apareció en El cuento de los dibujos
y luego en Los cuentos de Peque.
Puedo citar muchas más anécdotas pero alargaría
demasiado el texto y su principal objetivo es referirme a la presentación de Nanas para Diego, en la FIL de Santo Domingo 2013, que fue una presentación
diferente a cuantas he hecho.
No fue una presentación del libro: fue la celebración del
cumpleaños de mi nieto con poesía y desde la poesía. Como digo en la
dedicatoria, que cito:
Mis nanas son para Diego,
porque me anima el deseo
de hacerlo amigo del sueño,
de la canción y del verso…
Porque las palabras vuelan
con todo mi amor,
tu abuela
Martha María recitó dos poemas: Nana
para despertar a Diego y Nana para el
niño que no duerme; narré la historia de que es el único libro
que he publicado cuyo nacimiento no fue pensado. Escribí la primera nana antes
de que naciera Diego (el 12 de abril de 2012) y seguí escribiendo poemas y
nanas para tratar de hacerle llegar, desde la distancia, la ternura que
despierta en mí y todo el amor. Fue entonces que se me ocurrió que, como no
estaría presente para darle los abrazos y besos que deseo cuando cumpliera
ayer su primer año de vida, publicaría el libro y lo daría a
conocer en esa fecha, celebrando su cumpleaños en tierra dominicana.
Se cumplió mi sueño. Fue publicado el libro, se presentó y cortamos
un cake, bizcocho o pastel, comoquiera que se le llame en esta u en otras
tierras, bebimos refresco y respiramos poesía.
Mi agradecimiento infinito a todos los que colaboraron para hacer una
realidad este sueño. A mi querido amigo Ricardo, por sus desvelos y su talento,
que lograron esa bella obra que es Nanas
para Diego, a mi hermana Elvira, a todos los amigos que hicieron posible el
sueño, a quienes les he agradecido por todas las vías.
Fue muy conmovedor saber, al final de la presentación, que un grupo de
las presentes son alumnas de un internado de niñas sin amparo filial. Una de
ellas leyó un poema y aparece en una foto. Fueron mis nietas durante esa hora y
espero poder volver a encontrarnos, ahora en su internado.
Pero
agradezco a mis hijos, cuyo amor me sostiene y anima, a Liana y a Dany (el
padre de Diego) porque me fortalecen y reconfortan cada día. Mi hijo Alejandro,
el feliz tío, ha estado desde que Diego nació, igual que su abuelo Alfredo (orgulloso,
porque todos dicen que se parece mucho a él). Liana, al tanto siempre,
manteniendo las comunicaciones y acompañando a la feliz mamá cuando ha hecho
falta; sus abuelos paternos; sus tíos Mario y Mary; tantos amigos que andan
revoloteando alrededor de Diego, mis hermanas y hermanos, sobre todo Elvira,
mis sobrinos… Mi madre, su feliz bisabuela, ha sido toda ternura y ese pequeño
le ha alegrado la vida.
Por eso gracias, Alena, por este regalo que es Diego y porque es el
verdadero autor del libro y una fuente inagotable de amor y de poesía. Que su
vida sea tan luminosa como lo ha sido su nacimiento y su primer año. Todo lo
puede el amor: la vida me lo demuestra en cada acto y a cada paso. Porque el
ser humano es, ante todo, un ser que nace del amor: por él y para él es que
vive.
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