Mirtha González Gutiérrez es una escritora cubana que
ha dedicado a la infancia buena parte de su creación. Y quien se atreve a
acometer esta audacia debe, por fuerza, conocer profundamente a ese público,
para lograr la meta suprema de ser leído y apreciado por él. Es el destinatario
más crítico y sincero, ese que “no tiene pelos en la lengua” a la hora de
valorar lo que le dedicamos.
Una de las actividades que más agrada en los primeros
años de vida es la de imaginar y recortar. Con mucha frecuencia, nuestros hijos
obvian juguetes tridimensionales, de vistosas formas y colores, por sencillas y
torpes figuritas realizadas por ellos mismos con auxilio de una tijera
despuntada, las cuales suplen las carencias imaginativas de un objeto producido
en serie, que puede ser hallado, idéntico, en casa de una amiguita o vecinito,
o que, por su complejidad, permite poco margen a la lógica inventiva del juego
infantil.
Así las cosas, los menores llegan a poblar de recortes
su mundo, en dependencia de sus intereses: vemos a algunos enredarse con
vehículos complejos, que han imaginado a partir de sus sueños o sobre la base
de curiosidades televisivas; a otros, con familias que tengan los miembros
necesarios, pues papá y mamá no bastan y se desea una gran escuela de hermanos;
o a otros, que crean animales fantásticos…
Mirtha, al parecer, también aprendió a soñar con
tijeras, y el personaje central de su libro La ciudad de los recortes es
una pequeña que proyecta toda una urbe con héroes e historias que satisfagan su
sagaz imaginación. A partir de esta visión puramente infantil, la autora
―¿sería ella misma este personaje principal, cuando niña?― desarrolla una
narración donde convergen aventura, creatividad, combate entre el bien y el
mal, emociones positivas y negativas, y, sobre todo, mucho papel. Solo a partir
de esta fibra se vive el tema del libro, en medio de un entorno creado
exclusivamente para fabular.
Como en los mejores finales, al terminar, ni los
lectores ni la protagonista ―y quizás ni siquiera la autora― sabrán si la
fantasía es realidad o viceversa, y en esta resolución del pequeño drama radica
la magia de esta sencilla y maravillosa obra publicada por la Editorial Gente Nueva
en 2008, a manera de pequeño álbum de ilustraciones.
En este sentido, es válido resaltar los valores
plásticos presentes en el diseño de la joven y multipremiada santaclareña
Iranidis Fundora Alonso, quien imita recorterías de papel en sus imágenes, inmersas
en una atmósfera de tonos ocres y textura visual muy singular y apropiada para
el tema.
La ciudad de los recortes es parte de la colección Dienteleche, que incluye libros dedicados
al niño más pequeño, para ser compartidos con los adultos a su cargo. De ahí
que su lenguaje sea adecuado para los infantes de las edades primarias e
incluso para los preescolares: al leerlo un adulto, se escucha como una
narración oral; y al acercarse a la obra el niño mismo, este lo percibe con
total identificación estética y psicológica.
La escritura de Mirtha para la niñez abarca otros
títulos, como El acertijo de las conchas, El cuento de los dibujos,
La niña que salió a buscar un cuento, y Peruso, original historia
en la cual se identifica con un escolar, su hermana y sus amigos, con quienes
comparte travesuras y experiencias.
En la actualidad, Mirtha González Gutiérrez, esta
cienfueguera de edad madura, licenciada en Derecho, y a quien conocí como
directora de la propia Editorial Gente Nueva hace algún tiempo, se desempeña
como presidenta de la Cámara del Libro, labor que esperamos siga acompañando
con la más auténtica creación para la niñez cubana.
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