Hoy Gente Nueva cumple 52 años: es la más traviesa de las cincuentonas que podrán conocer. Y como ya he escrito varias veces sobre ella, revisando me di cuenta de que no he publicado en este blog las palabras que escribí para celebrar los 15 años que acaba de cumplir en febrero el encuentro Niños, autores y libros: una merienda de locos, fundado en el 2004 por un grupo de visionarios que rinden culto a Alicia y al sombrerero.
He aquí el escrito.
El tiempo es todo un personaje
«El tiempo es todo un personaje», le dice el Sombrerero loco a Alicia
cuando trata de explicar por qué no puede pensarse en matar al tiempo, cuando
ella censura el acto de hacer adivinanzas sin respuesta.
Quizás por eso, celebremos hoy los quince años de un suceso, «Niños, autores y libros; Una
merienda de locos», que nos invitó a compartir un espacio donde cualquier idea, ocurrencia o
hecho era bienvenida, donde la imaginación ha brotado hilarante del sombrero
(real o imaginado) que trata de proteger la creatividad de miradas hurañas y
reinas de corazones que nada entienden del mundo de los más pequeños, esos para
quienes escribimos y creamos personajes con quienes puedan transitar por la
vida sin perder la fantasía y mirando el mundo con los ojos del corazón.
Fue en el 2003, mientras se preparaba la feria del libro del año siguiente,
que surgió la idea de construir La Kasa de las Ideas Lokas y reunirnos en una
merienda interminable que posibilitara hablar de los temas que nos unían a
escritores, editores, promotores, educadores, bibliotecarios: la literatura,
los libros y los niños.
No por azar surgió el nombre del evento. Los habitantes de esta Isla de
Nunca Jamás sabemos que el sinsentido del siglo XIX, nacido del movimiento
romántico, abrió las mentes para que la fantasía ocupara en la literatura el
lugar usurpado por la rigidez dieciochesca de la Ilustración. Ahí estaban la
Liebre marceña, el Lirón, el Sombrerero loco y Alicia para demostrar que la
imaginación desborda y supera cualquiera de las realidades y que solo desde la
imaginación, es posible construir la mejor de las realidades.
Conceptualmente
el nombre era perfecto: dentro de la obra que marca el surgimiento del non
sense en la literatura “para niños y jóvenes” es sin dudas su capítulo
VII, “Una merienda de locos”, el más vivo ejemplo del absurdo y el disparate
que caracterizan la novela y la corriente literaria que nació con ella. Nada
mejor para tipificar la relación que se establece entre los lectores niños y jóvenes,
los autores y los libros que estos escriben para aquellos, pues a pesar de que
a través de los años se sigue hablando y teorizando sobre temas, géneros,
ilustraciones y otras “minucias” relacionadas, sigue siendo algo misterioso
lograr escribir textos que disfruten de veras los más jóvenes lectores.
Mis recuerdos me remontan al momento en que escribimos el primer programa
(que seguramente Gretel atesora), convocar a los participantes, invitamos
a Enrique Pérez (a la sazón presidente de la Sección de LIJ de la UNEAC) a
conciliar opiniones y pensar los temas y ponentes que se incluirían en la primera edición del 2004; cómo ella y Lida se dieron a la tarea de buscar
las teteras y las tazas, las cestas, los sombreros de copa, la propuesta y la
difícil comprensión del nombre para un encuentro a realizar en la feria, para
lo que contamos con el aliento y apoyo de Edel.*
Luego vino el diseño
y la ambientación, de la mano de María Elena y sus duendes, recuerdo a
Albertico, cuestionando y, como siempre, ocurrente y disparatero hasta la
genialidad…
Me viene Martí a la mente, para parafrasearlo: nunca antes estuvimos tan
motivados.
Leí y publiqué en mi blog la reseña que se publicó en Cubaliteraria acerca
del evento y se refiere al espacio, donde se habla de las palabras que
pronunció Espino para clausurar el evento, bellísimas, y cito: «Parecerá que se acerca el
fin, que se acaba; pero el sombrero seguirá de mano en mano, de cabeza en
cabeza, de corazón en corazón, con la esperanza de que lo tomen los niños».
Alimentemos esa
esperanza. Fuimos afortunados quienes lo creamos, al realizar el
sueño de crear el espacio; agradezco que tantas personas después hayan sido
continuadores de ese sueño y hayan convenido con el tiempo la hora de este
fantástico té, como el propio Enrique y Gretel, de que todos cuiden el sueño
del Lirón y continuemos preguntándonos en esta inacabable merienda de la
fantasía: ¿En qué se parece un cuervo a
un escritorio?
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