Cada año, una sección
nacional del IBBY tiene el honor de ser la anfitriona internacional del Día del
Libro Infantil: elige un escritor representativo y a un reconocido ilustrador
de su país para que elaboren el mensaje dirigido a todos los niños del mundo y
el cartel que se distribuye por todo el mundo, promoviendo la celebración en
las bibliotecas, centros escolares, librerías, etc.
Este
año le correspondió a la sección de Lituania, que divulga el mensaje y la
ilustración de Kęstutis Kasparavičius (1954).
A
continuación te ofrecemos la traducción del mensaje publicado en la web de la OEPLI.
Los libros inspiran
pausa
“¡Voy con prisa!”,
“¡No tengo tiempo!”, “¡Adiós!”… Expresiones semejantes pueden oírse quizá a
diario, no solo en Lituania —en el centro mismo de Europa—, sino en muchas
partes del mundo. Y con frecuencia parecida se oye decir que vivimos en la edad
de la abundancia de información, la prisa y la precipitación.
Sin embargo, tomas un
libro entre las manos y, de alguna manera, te sientes distinto. Y es que los
libros tienen una estupenda cualidad: te inspiran serenidad. Con un libro
abierto y sumergido en sus tranquilas profundidades, ya no temes que todo te
pase de lado a toda velocidad, sin llegar a apreciar nada. Empiezas a creer que
no será preciso lanzarse como loco a tareas de dudosa urgencia. En un libro
todo sucede sigilosamente, en orden y según una secuencia. ¿Será tal vez porque
sus páginas están numeradas y las hojas al pasar crujen tranquilamente y con un
suave efecto relajante? En un libro los acontecimientos pasados se encuentran
plácidamente con los que han de venir.
El mundo del libro es
muy abierto; su realidad sale al encuentro amistoso con el ingenio y la
fantasía, y a veces ya no sabes muy bien dónde —si en un libro o en la vida—
has notado de qué manera tan bella caen al derretirse las gotas del tejado
nevado, o de qué forma tan encantadora cubre el musgo la cerca del vecino. ¿Ha
sido en un libro o en la realidad donde has experimentado que las bayas del
serbal no son solo bellas, sino amargas? ¿Acaso sucedió en el mundo de los
libros, o de verdad estabas tumbado sobre la yerba en verano, y después sentado
con las piernas cruzadas, contemplando las nubes que surcaban el cielo?
Los libros ayudan a no
acelerarse, enseñan a observar; los libros invitan, incluso obligan a
acomodarse, pues casi siempre los leemos sentados, poniéndolos en la mesa o en
el regazo, ¿no es así?
¿Y acaso no habéis
experimentado otra maravilla: ¿que cuando leéis un libro, el libro os lee a
vosotros? Sí, sí, los libros también saben leer. Os leen la frente, las cejas,
las comisuras de los labios, que ahora suben, ahora bajan; sobre todo, por
supuesto, os leen los ojos. Y por los ojos entienden… adivinan… Bueno,
¡vosotros mismos sabéis qué!
No tengo duda de que a
los libros les parece muy interesante estar sobre vuestro regazo, pues una
persona que lee —sea niño o adulto— solo por eso ya es bastante más interesante
que la que se resiste a tomar un libro entre las manos, que la que —siempre con
prisa— no llega a sentarse y no tiene tiempo de fijarse en casi nada. Este es
mi deseo para todos en el día internacional del libro infantil: ¡Que existan
libros interesantes para los lectores y lectores interesantes para los libros!
(Texto
original e ilustración: Kęstutis Kasparavičius. Traducción: Carmen Caro Dugo)
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