Recorro tus fotos en las sombras y te extraño
mientras los relojes de una ciudad lejana te ocultan de
mi vista.
Bebo el brillo de tus ojos con el primer café del día
y me asombro cuando hablo a tus pupilas
de este pequeño milagro del amor.
Ya ves en qué recónditas regiones me refugio
para pensar en ti.
Se encienden poco a poco las luces del planeta
y van desvaneciendo lentamente
las voces de la madrugada.
Amanece.
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