Hoy es el último dia del año y, aunque no queramos o nos
resistamos a ello, solemos hacer un balance, un ajuste de cuentas íntimo y
secreto. Por eso no siempre decimos todo lo que nos robó el sueño, lo que hizo ajusticiarnos (en privado o en público), los libros que nos marcaron, las películas que nos
hicieron llorar, esos amigos que se nos fueron de esta dimensión y nos dejaron
el corazón con dos alfileres que a cada rato vuelven a darnos unas punzadas…
nostalgias y alegrías que van y vienen por nuestra sangre y alma mientras
susurran que todo estará mucho mejor en el 2015: las heridas no dolerán tanto,
extrañarás
mucho menos a quienes tienes lejos, te regocijarás por lo que está cerca,
disfrutarás cada gota de lluvia y cada amanecer como el milagro increíble de la
vida.
Mientras
leo las felicitaciones y los mensajes que los amigos envían por las modernas vías
devenidas correos, pienso en cuantas personas han entrado o salido del camino
que inexorablemente siguen nuestros pasos pienso cada vez más que el mayor privilegio
es estar vivos.
Siempre
digo que por el amor somos y por él vivimos, por ese amor universal, hondo y
diverso que crece gracias a todas las personas, lugares y hasta objetos, que
incontenible aumenta, va, regresa y nos recuerda que somos esos seres humanos frágiles
y misteriosos a quienes el color de una flor puede hacer bailar bajo la lluvia
y una carita mojada hace llorar sin aviso.
Los
amigos, la familia, nuestras cotidianas costumbres, son esa fiel brújula que
nos conduce, farol en mano, por entre los senderos de la vida. Y en este año
conocí personas maravillosas que curaron heridas con su sonrisa y cariño, como
Daniel y Neyda, gracias a poder vivir esa feria del libro de Cuba que es una
parte entrañable de mi vida, reencontrarme con tantos seres que son parte de mí
ya para siempre, en La Habana, en Cienfuegos… descubrir por Internet amigos de
siempre y conversar como si hubiéramos dejado de vernos ayer.
Tener
casi al final del año noticias de mi querido Espino, rojo y tierno vikingo
cuyas palabras son un bálsamo para el viajero perdido en la tormenta ha sido
una fiesta para el alma. Que haya tenido a la mayoría de mis hermanos (solo ha
faltado uno) y de mis sobrinos, junto a mi madre, para celebrar la Navidad y el
año nuevo jamás lo pensé. Allá dentro hacen ruiditos y tratan de salir las
penas por la hija ausente y el bebé que ya me dice abuela, pero recuerdo el
verso de Marti y las amanso y acuesto a dormir para que no vuelen a
contagiarles a ellos las nostalgias.
Estas palabras crecerán durante el dia y la noche, lo sé. Quiero
dejar el testimonio. Mientras, lo publico, inacabado y esperanzado con las
horas que faltan. ¡Salud, 2015! Te esperamos con todo el amor y la fe en
nuestras miradas.
Invoquemos a los espiritus poderosos que traen prosperidad, fortuna, amor y salud, para que todo sea a la medida de nuestros sueños en este año que ha llegado a nuestra puerta.
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