viernes, 19 de diciembre de 2014

MI MADRE CUMPLE OCHENTA AÑOS

Mami y Diego, el día del primer cumpleaños del bisnieto en el 2013


Las celebraciones de los aniversarios siempre crean expectativas y deseamos poder expresar a las personas queridas nuestros sentimientos y lo que representan en nuestras vidas. Cuando se trata del cumpleaños de quien nos trajo a la vida, faltan palabras que sean fieles a nuestros sentimientos, a cuánto debemos a sus desvelos, fatigas y ternuras… ninguna frase o texto puede expresar acertadamente la devoción y el amor infinito a nuestra madre.

La sensibilidad exquisita de mi madre me hizo sensible y capaz de apreciar el amor, la belleza y el dolor en una medida que quizás sea mi mejor cualidad como ser humano: su hermosa voz que interpretaba para nosotros las más variadas canciones, sus historias familiares, los cuentos de fantasmas y aparecidos, la magia de sus narraciones e imaginación, fueron una fuente inagotable para estimular mi propia imaginación y fantasía. Su infancia y juventud en el mítico Yaguajay de sus recuerdos fueron revividas por mis hermanos, primos y por mí, con su aliento e incondicional apoyo a nuestras correrías.

Desde muy pequeña, sentí el respeto de mi madre por mis opiniones, mis deseos, mi forma de ser. No interfirió jamás en mis elecciones de escuelas o estudios, mis amores, mis salidas o mis preferencias de lugares para visitar o divertirme… Solo el respeto a su integridad, a su amor por nosotros o simplemente por delicadeza a quien lo sacrificó todo por sus hijos, era una guía de conducta permanente.

La casa de mi abuela, esa abuela que fue como un hada, y mis tíos, que formaban parte de ese mundo mágico y familiar, son la referencia más antigua y armónica de la paz que yo poseo. Si mi padre fue el modelo para la tenacidad y el talento visionario, mi madre lo ha sido de la perseverancia, estoicismo y consagración a la familia, en un increíble concierto de nobleza y amor con la más férrea voluntad.

Solo cuando trabajé en la biblioteca comprendí que mi madre tenía también alma de bibliógrafa: con sumo cuidado guardaba recortes de periódicos o revistas sobre sucesos, monumentos, personalidades de la historia o el arte. Tenía una hemeroteca privada en las gavetas o dentro de los libros, sin clasificar, pero que recordaba con exactitud donde estaba cada uno, pues siempre ha tenido una excelente memoria. Lectora voraz, amante de las novelas, me transmitió esa pasión, igual que la de escuchar la radio, el cine, admirar las obras de arte y los museos…

Creo que si hago un recorrido por mis aficiones o aptitudes no existe una sola que no haya sido heredada de ella, sin imposiciones ni obligaciones, sino con la entera libertad de elección, como quien va “dulcemente a beber agua de una fuente” o sale en medio de la noche a contemplar las estrellas.

Habitualmente las personas se refieren a los ídolos, a aquellos que han dejado huellas profundas en la humanidad por sus ejemplos de vida o por sus aportes en algún campo de la ciencia o del arte.

Hoy, ochenta años después de que naciera, quiero decirle a mi madre que ella siempre ha sido mi ejemplo de persona, de madre, hermana, hija, estudiante o maestra, ser humano ejemplar a quien he tratado y siempre trataré de parecerme, porque es mi paradigma vital y eterno.

Solo me acercaré a ella y le daré un beso y un abrazo; quizás no sepa que a lo largo de nuestras vidas ha viajado, de su sangre a mi sangre, su ejemplo e infinito amor.




No hay comentarios:

LinkWithin