En anteriores ocasiones he comentado la calidad y
vigencia de la obra creada, para la infancia cubana, por la escritora
cienfueguera Mirtha González Gutiérrez. En esta oportunidad les presento Talía
quiere cambiar el mundo, un original título que expone cuanto de retador y
atrevido guarda en su interior. Con franqueza puedo asegurarles que el texto
cala hondo en el público al cual va dirigido: toda pequeñuela de cuarto grado,
e incluso muchachitos mayores, al leerlo, lo hacen su libro de cabecera.
El pequeño volumen fue publicado en 2011 por Gente
Nueva, editorial que la propia autora dirigiera durante varios años. La edición
correspondió a Odalys Bacallao López; el diseño y la composición, a Armando
Quintana Gutiérrez; y tanto la cubierta como las ilustraciones interiores son
fruto de la contemporánea imaginación de Leonor Hernández, quien emplea
recursos muy actuales del mundo del cómic, específicamente, los rasgos del
manga.
La autora dedica su libro a la multitud de niñas y
mujeres que la rodean, con la sola excepción de su hijo Alejandro, según aclara
en la primera página. Evidentemente estamos en presencia de una obra
abiertamente feminista, en la amplitud más noble de la palabra. Por ello, no
pocas lectoras, adultas o infantes, nos vemos reflejadas de inmediato en sus
letras.
El argumento aborda la vida cotidiana y llena de
sorpresas ocurrentes e hilarantes de Talía, una niña de 9 años que vive, con su
mamá, en de la sociedad actual cubana —probablemente, Mirtha construye el
personaje a partir de la observación directa y minuciosa de más de una
chiquilla real, seleccionando puntualmente las escenas y secuencias más
originales y pasmosas de sus historias—. Ilustra, así, un fenómeno muy de hoy
en Cuba: según las más recientes estadísticas, más de la mitad de la población
cubana vive en el seno de familias monoparentales cuya cabeza es una mujer.
En estas familias, por necesidad, aun en sus más
tiernas edades los vástagos se convierten en una especie de ayudantes de la
madre. Caben pocas ñoñerías en un ambiente hogareño donde la madre debe
transformarse prácticamente en un veloz pulpo —sobre todo si, como en la obra,
es una profesional— para realizar infinidad de tareas simultáneas que abarcan
desde la sobrevivencia hasta la superación. Por consiguiente, los hijos crecen
a una velocidad y con una sagacidad muy superiores a quienes lo hacen en
hogares más tradicionales; y se crían en un ambiente pleno de valores como la
sinceridad, el sacrificio y la honestidad, al observar con admiración, día a
día, a una progenitora que los saca adelante en soledad. De modo que Talía
posee una personalidad muy fuerte, es rebelde —con causa— y cuestionadora de
todo asunto que le huela a injusticia o desequilibrio.
¿Por qué existe un Día de la mujer? ¿Qué significa, en
realidad, ser mujer? ¿Por qué hay que defender sus derechos, si es que ya los
tienen? Estas son las interrogantes que se hace la niña en el primer capítulo,
“Talía es una mujer”, que concluye con una original definición de la feminidad.
El segundo capítulo presenta a la niña jugando a ser maestra; a manera de
crítica social, expresa los ejemplos negativos que observa en su centro
educacional y delibera acerca del significado de la palabra “obediencia”. En el
tercero, defiende graciosamente los derechos infantiles y su rol decisorio en
la familia. “Problemas con la lengua” es el título del cuarto acápite, que
incluye a la abuela como personaje de referencia y debate sobre el uso de la
lengua, en todos los sentidos posibles. Tanto en este como en el último
apartado, nombrado “¡Hay que cambiar el mundo!”, Mirtha parte de la
interpretación literal que de distintos conceptos del mundo real hace el menudo
personaje, situación dramatúrgica que lleva la lectura a placenteros niveles de
humor, cual divertida comedia de enredos.
Un libro para el goce y la catarsis de abuelas, madres
e hijas, mas también para abuelos, padres y varoncitos. Porque la defensa de
Talía nos viene como anillo al dedo —y se lo agradecemos a Mirtha González
Gutiérrez— en un mundo donde vale la pena preguntarse constantemente por la
solución a tantos problemas pendientes de las mujeres y niñas de hoy, deseosas,
como la protagonista, de cambiar el mundo.
(Publicado en Cubaliteraria por Alina Iglesias Regueyra, 12 de febrero de 2013)
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