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El 12 de julio de 1904
nació en Parral, Chile, un niño que sería luego uno de los más grandes poetas de
Hispanoamérica. Fue conocido y se recuerda como Pablo Neruda, aunque encuentro
datos contradictorios en su verdadero nombre. En Wikipedia se dice Ricardo Eliecer
Neftalí Reyes Basoalto, y en otros sitios aparece como Neftalí
Ricardo Reyes Basoalto, pero creo que el nombre escogido por él es el que hemos
hecho nuestro: basta decir Neruda y convocamos a la mejor poesía. Eligió
firmar sus obras como Pablo Neruda en homenaje al poeta checo Jan Neruda, y
llegó a legalizarlo en 1946.
Sus primeros poemas aparecen en 1921, solo
tenía entonces 17 años, y su poesía alcanzó fama mundial con la publicación de
Veinte poemas de amor y una canción desesperada, en 1924, justo a sus 20
años.
No es el sentido de esta nota teorizar
sobre su poesía sino en su significado para los millones de lectores que han
vibrado y regresan una y otra vez a leerla.
Recuerdo que leí esos Veinte poemas de
amor... en una edición de bolsillo que se publicó en Cuba, dentro de una
colección en la que apareció también una selección hecha por Raúl Roa de la
poesía de Villena.
Creo que esos poemas han acompañado a los
jóvenes de habla hispana desde su adolescencia, al igual que muchos otros como
su Canto general, Farewell y tantos que resulta una lista interminable.
Trabajando en Gente Nueva tuve la
oportunidad de realizar un proyecto de promoción de lectura con los estudiantes
de Preuniversitario en el campo, en el municipio de Güines. El viaje hasta allá
era bastante agotador, pero invariablemente escogí los poemas de esos grandes
poetas latinoamericanos como Sor Juana Inés, Vallejo, Villena, Roque Dalton,
Gabriela Mistral, Huidobro, Borges y por supuesto, Neruda. El encuentro redimía
la fatiga del viaje: aquellos jóvenes se fascinaban con sus poemas, a veces les
llevaba fotocopia de algunos, dejaba los que teníamos publicados de la
editorial en las bibliotecas, preparamos una selección de los libros en
existencia y les entregamos más de un centenar de ejemplares a cada escuela.
Confío en que hayan llegado a su destino, pero de todas formas, los conocieron,
fuera de las clases de Literatura y descubriéndoles detalles que los hacían más
humanos.
Por eso esta breve nota, para los jóvenes
que hoy quieran leer un hermoso poema de amor, escrito por un extraordinario
poeta, pero también un hombre grande como pocos.
Se lo dedico a alguien que en este momento
está enfermo y sufre. Porque la poesía da aliento y anima: fortalece el
espirítu, sobre todo si, como este poema, lleva en cada palabra la profundidad
de ese tormentoso y profundo sentimiento que es el amor.
TE AMO
Te amo,
te amo de una
manera inexplicable,
de una forma
inconfesable,
de un modo
contradictorio.
Te amo
con mis estados
de ánimo que son muchos,
y cambian de
humor continuamente.
por lo que ya
sabes,
el tiempo, la
vida, la muerte.
Te amo...
con el mundo
que no entiendo,
con la gente
que no comprende,
con la
ambivalencia de mi alma,
con la
incoherencia de mis actos,
con la
fatalidad del destino,
con la
conspiración del deseo,
con la
ambigüedad de los hechos.
Aun cuando te
digo que no te amo, te amo,
hasta cuando te
engaño, no te engaño,
en el fondo,
llevo a cabo un plan,
para amarte
mejor.
Te amo...
sin
reflexionar, inconscientemente,
irresponsablemente,
espontáneamente,
involuntariamente,
por instinto,
por impulso,
irracionalmente.
En efecto no
tengo argumentos lógicos,
ni siquiera
improvisados
para
fundamentar este amor que siento por ti,
que surgió
misteriosamente de la nada,
que no ha
resuelto mágicamente nada,
y que
milagrosamente, de a poco, con poco y nada
ha mejorado lo
peor de mí.
Te amo,
te amo con un
cuerpo que no piensa,
con un corazón
que no razona,
con una cabeza
que no coordina.
Te amo
incomprensiblemente,
sin preguntarme
por qué te amo,
sin importarme
por qué te amo,
sin
cuestionarme por qué te amo.
Te amo
sencillamente
porque te amo,
yo mismo no sé
por qué te amo.
Pablo Neruda.
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