jueves, 2 de julio de 2020

CENTENARIO DE VIDA DE ELISEO DIEGO: GRACIAS POR EL TIEMPO Y LA POESÍA


Hoy hace cien años que nació Eliseo Diego en la ciudad de La Habana, Cuba, país donde nació y creó su obra. 
Pudiéramos decir que es un poeta, o narrador, ensayista... que hizo traducciones, versiones y adaptaciones de clásicos de la literatura infantil como Hans Christian Andersen o los hermanos Grimm; que fue un pedagogo, promotor incansable de la literatura y pensador profundo. Una parte importante de sus lectores y críticos lo ven, fundamentalmente, como miembro del grupo Orígenes, ya que fue fundador de la revista de poesía alrededor de la cual se reunieron importantes poetas cubanos.
Pero la vida y la obra de Eliseo va mucho más allá de su escritura. A él los más chicos le deben en Cuba el trabajo fundacional de la Sala Infantil y Juvenil de la Biblioteca Nacional, la Editora Juvenil (que se convertiría luego en Gente Nueva) y la revista de teoría y crítica literaria En julio como en enero.
Como parte de una investigación de Metodología de la Investigación Social que pretendía establecer las causas de la escasa literatura cubana para niños lo entrevisté. Me concedió la entrevista de una vez, en la UNEAC. Recuerdo su pipa, medio apagada de la cual salía un ligero humo de vez en cuando y sus ojos entrecerrados al hablar de los proyectos, como el de la revista que aún no había salido. Y fue como asistir a una sesión de duermevela en la que se me revelaban los sueños de un alma niña, curiosa e inquieta por hacer realidad las quimeras.
Hubo otros encuentros, asistí a charlas o presentaciones de sus libros y la lectura inevitable de su obra. Su cultura era monumental y callada: jamás alardeó de ella. Brotaba en sus palabras, en su escritura, muy suavemente y casi sin querer. Su obra es amplia y abarcadora: poesía, ensayos, libros de cuentos. Para los más pequeños escribió Soñar despierto, además de todo su trabajo para que pudieran conocer lo mejor de la literatura universal a través de los mejores autores.
Gracias, Eliseo, por legarnos todo tu tiempo de hombre grande y humilde. Feliz centenario para ti, que elegiste quedarte con nosotros.
Para mí siempre ha sido un poema especial su Testamento. Por eso, a cien años de haber llegado a este mundo, lo recuerdo leyéndolo y compartiendo, como su credo y último deseo.

Testamento

Habiendo llegado al tiempo en que
la penumbra ya no me consuela más
y me apocan los presagios pequeños;
habiendo llegado a este tiempo;
y como las heces del café
abren de pronto ahora para mí
sus redondas bocas amargas;
habiendo llegado a este tiempo;
y perdida ya toda esperanza de
algún merecido ascenso, de
ver el manar sereno de la sombra;
y no poseyendo más que este tiempo;
no poseyendo más, en fin,
que mi memoria de las noches y
su vibrante delicadeza enorme;
no poseyendo más
entre cielo y tierra que
mi memoria, que este tiempo;
decido hacer mi testamento.
Es este:
les dejo
el tiempo, todo el tiempo.



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