martes, 2 de octubre de 2018

PARA MANDY, MI GALÁN DE DÍA (ARMANDO QUINTANA GUTIÉRREZ)





Hace ya dos años que supe de la repentina muerte de Mandy. Busqué en cualquier lugar noticias sobre él y ningún medio siquiera lo había mencionado. Armando Quintana Gutiérrez fue diseñador en Gente Nueva durante muchos años: por sus manos pasaron prácticamente todas las cubiertas de los últimos años. Siempre sonriente, cariñoso, amable. Yo le decía el galán de día, para llamarlo como una flor, pero masculina. Exquisitamente delicado con todos, pizpireto, pero con un corazón enorme, que al final le jugó una mala pasada. Fue el diseñador de mi libro Talía quiere cambiar el mundo. Me escribió un correo amoroso unos días antes de morir. No puedo evitar pensar en él cuando veo mis libros o cualquiera de los que publicó Gente Nueva, donde era difícil, durante todos los años que trabajó, encontrar alguna cubierta que no hubiera sido realizada por él. Pero en el caso de Talía, es diferente: ciertamente es su sobrina y él la llevaba desde pequeña a la editorial. Siempre vivirá en los libros que diseñó. Siempre estará en los libros de Talía. Y siempre estará cerca de mí su espíritu gentil y generoso.
Pero el libro de Peruso también tiene su impronta, así como La noche en el bolsillo que fue publicada por Gente Nueva.
Creo que hay lugares y personas que nos marcan, definitivamente, a pesar del tiempo que compartimos. Y es que hay personas y lugares que son parte de nuestro karma, que encajan perfectamente en nuestras vidas, con quienes no tropezamos ni aunque nos propongamos hacerlo o vivamos experiencias fuertes que pudieran generar desacuerdos. Ejemplos tengo muchos a lo largo de mi vida, pero no es el caso de él. 
Recuerdo cuando edité Scaramouche, cuánto trabajo pasé para evitar que su cubierta se convirtiera en una caricatura. Ahí estaba él, siempre complaciente, dispuesto a cambiar una y otra vez la propuesta hasta que el editor estuviera de acuerdo. Debo decir que a veces uno se encariñaba tanto con una idea que, posiblemente, lo que nos proponían fuera mejor, pero continuábamos aferrados a la inspiración primigenia, sin conceder espacio al concepto nuevo. ¿Cuántas veces asistí al acto de magia que realizaba cuando tomaba un detalle de una ilustración y de ahí brotaba una cubierta? No sabría decirlo.
Ahora releí su último mensaje, enviado con las planas de Talía quiere cambiar el mundo.
Helo aquí:
Querida Mirtha: Me alegro que estés bien, he sabido de ti con gente que se imalea contigo y me dicen que siempre preguntas por mí y me mandas saludos. De más está decirte que estoy muy contento con trabajar tu libro y especialmente con el título que tiene. Me gustan mucho tus cuentos, son muy frescos y divertidos y no padecen del lenguaje bobalicón con que se escriben otros. No sé si ya te enteraste que escribí un cuento para la antología de Reinaldo, así que me acabo de convertir en miembro de tu gremio. Talía (mi sobrina) entró en San Alejandro como siempre deseó y ya está terminando el curso con magníficas calificaciones. La relación que siempre hemos tenido sigue tan linda como siempre, fíjate que me llama “su pequeño bebé ruso”. A cada rato me pregunta por ti, recuerda que tú le dabas tremendo tratamiento y le permitías lo que no permite cualquiera. Bueno, revisa tu libro y después me dices qué te parece, las ilustraciones son de una muchacha nueva que se llama Leonor, y realmente estas son apenas las primeras planas y todavía quedan cosas por pulir, tanto por mí como seguro por Odalys. Bueno, cuídate mucho, espero noticias tuyas, te quiere, tu galán de día y de noche.

Cuando miro los libros que tienen tu sonrisa, me parece escucharte. Gracias por tu ternura, y por tu talento para llevar esa frescura de flor hasta tus hermosas cubiertas. 

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