Carlos Alberto tiene
una perra que se llama Loba porque, si uno la ve de noche, con esa pelambre
gris que parecen hilos de plata, piensa que es un lobo. Eso, por no decir que
si enseña los colmillos, da tremendo miedo.
Loba empezó a engordar
y la panza le creció mucho. Su papá y él la llevaron al veterinario y resulta
que la perra no estaba enferma, solo iba a ser madre.
Esa noche hubo un
desfile de amigas y amigos por la casa: todos querían ver la barriga de Loba.
Ella estaba echada muy tranquila, encima de una alfombra que le puso mamá Irene
para que no durmiera en el suelo frío.
A Pedrito se le ocurrió
una idea muy original y, pidiendo permiso a los demás, la consultó bajito con
Carlos Alberto. Cuando terminaron, el dueño de Loba anunció:
—Si todos están de
acuerdo, les pondremos nuestros nombres a los perritos cuando nazcan.
Papá Pedro salió cuando
sintió la gritería, pues pensó que sucedía algo, pero ellos le explicaron. El
señor se rascó la cabeza, preocupado.
—Estoy pensando que
ustedes son ocho. No sabemos cuántos perros nacerán, si serán machos o hembras…
Entonces, Carlos
Alberto dijo que ya tenía a Loba y acordaron que harían una lista de sus
nombres, en orden alfabético, para nombrar a los cachorros. También hicieron un
pacto: cada cual se llevaría el suyo para cuidarlo como su mascota.
Al cabo de un mes, los
miembros del grupo (al que los padres de Carlos Alberto nombraron Cachorros al
rescate) recibieron una llamada de emergencia: ¡estaban naciendo los perritos!
Enseguida llegaron
todos al nacimiento, con sus padres o abuelos. La casa parecía un campamento,
con tremenda algarabía. Loba, cuando se dio cuenta de que sus hijitos nacerían,
se había metido debajo de la cama de Carlos Alberto. Él y Lía estaban
agachados, con una linterna, mirando los cachorros que nacían y contando. A
cada rato, salía Lía y anunciaba:
—¡Nació otro!
En total, nacieron 6
perritos. Esa noche no se decidió ningún nombre. Había que esperar poder
acercarse a la perra sin peligro de ser mordido.
Al otro día, al salir
de la escuela, fueron a conocerlos. Nacieron cuatro hembras y dos machos, así
que revisaron la lista de nombres. Allí estaban: Ana, Diana, Frank, Iliana,
Lía, Paula y Yovani.
De todos, solo faltó
Paula, así que Ana propuso ponerle los dos nombres y la cachorrita Ana Paula se
pasaría un tiempo con cada una.
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