En mis ancestros
lejanos deben figurar los celtas. Mi pasión por su cultura, sus mitos y
costumbres están enraizadas en mi ser de una manera que solo explico porque las
haya heredado de algún antepasado (o toda una rama familiar) que haya crecido
en la mítica tierra de Irlanda. Me son afines sus paisajes, sus dioses, las
tradiciones y leyendas que ansiosamente busco. Imagino que sea por la parte
materna, con ese abuelo ibérico, pues es sabido que los celtas habitaron en
casi toda Europa. No se suelen citar desde el
punto de vista étnico, sino cultural, a partir de las lenguas que hablaban, pues
ello originó una cultura. Los historiadores concuerdan en que su presencia se
concentró en las islas británicas y así, llegamos a Irlanda.
Con el correr de los
años hay costumbres o leyendas que se pierden en la bruma del tiempo y se
retoman por entusiastas que especulan y amplían las tradiciones orales que nos
llegan, veladas por la magia.
Sin embargo, con la
celebración de San Patricio, conocido como el patrón o apóstol de Irlanda,
ocurre algo curioso. Los cultos y creencias irlandesas anteriores a él eran
paganos y (tal vez por esa razón) muy fuertemente asentados en toda la región
de la Bretaña, siendo la adoración de tales dioses y la práctica de la religión
por parte de los druidas, un elemento de resistencia contra la ocupación
romana. Los estudiosos coinciden en que los celtas
tenían determinadas características personales, entre las que se incluía
una rebeldía innata. Pues bien, según la historia, a Patricio lo robaron unos
piratas irlandeses cuando tenía 16 años y lo llevaron a Irlanda, pues era
escocés de nacimiento, donde lo vendieron como esclavo. Se dice que su padre
era un oficial romano; según las historias, logró fugarse a Francia, después de
unos años, y se ordenó sacerdote.
Los datos refieren que
regresó a Irlanda en el año 433, a los 46 años de edad, con la idea de
evangelizarla. Allí vivió hasta su muerte, el 17 de marzo de 461. Introdujo y
predicó el cristianismo. Por ello, en esta fecha se
conmemora la adopción del cristianismo como religión por los irlandeses, en
cualquier lugar del mundo en el que se encuentren.
Aunque inicialmente se
le relacionaba con el color azul, pasó a ser el verde su divisa, asociado al
hecho de que San Patricio explicaba la idea de la Santísima Trinidad a partir de la hoja de
trébol: tres hojas con un mismo tronco. El trébol se convirtió en símbolo del nacionalismo a partir de la
rebelión de 1798, aunque es posible que esté relacionado también con el epíteto
dado a Irlanda de Isla esmeralda por el
verdor de sus campos.
Lo cierto es que el Día
de San Patricio el color verde tiñe las ciudades donde los irlandeses celebran
a su santo patrón, incluso las aguas de los ríos; se hacen desfiles y festivales, siendo el mayor el que es
celebrado en Nueva York, donde fue realizado el primero que se recuerda, en
1776. También es celebrado en Dublín y Belfast, Manchester, París, Londres,
Boston, Chicago, Kansas, Montreal, Toronto y Buenos Aires. Recordemos que en
estas ciudades hay importantes asentamientos de irlandeses, la mayoría
emigrados durante la hambruna de la papa ocurrida entre 1845 y 1849. Solo que
es peculiar el hecho de que el primer desfile en Nueva York es anterior a esta
fecha.
Hay costumbres
asociadas a la celebración en cuanto a las actividades y la vestimenta:
vestirse de verde, si es posible a la usanza del duende Leprechaun con sombrero
de copa y barba postiza (preferentemente roja, que es el color del cabello
típicamente irlandés) y beber cerveza.
En el blog La Casa Victoriana aparece esta reseña
de los duendes:
Los duendes son pequeños
seres de no más de tres pies de alto, de carácter reservado, hosco y solitario,
que son unos de los símbolos irlandeses por excelencia. Zapateros de profesión, van siempre vestidos de
verde con un llamativo sombrero y con dos monedas de oro fuertemente agarradas
en sus manos. En una mano llevan una moneda mágica que aunque se gaste siempre
vuelve a aparecer en la palma de la mano, la otra moneda se convierte en
cenizas al ser gastada.
La elección de los
duendes como símbolo irlandés es que ellos eran considerados como los
guardianes de los tesoros de las Hadas. Los Leprechauns esconden una gran olla llena de oro al final del arco iris,
cambiándola de arco iris constantemente para evitar que sea descubierta.
La tradición dice que si
se ve a uno de estos duendes verdes no hay que perderlos de vista pues así
encontraremos el tesoro al final del arco iris.
Hay una
poderosa oración de San Patricio, conocida como La coraza de San Patricio, la cual
es una poderosa Oración de Protección ante las distintas
adversidades de la vida cotidiana y los combates espirituales, que reza:
"Me
envuelvo hoy día y ato a mí una fuerza poderosa, la invocación
a la Trinidad, la fe en las Tres Personas, la confesión de la Unidad
del Creador del Universo.
Me envuelvo
hoy día y ato a mí la fuerza del Cristo con
su Bautismo,
la fuerza de
su Crucifixión, la fuerza de su Resurrección y Ascensión,
la fuerza de
su venida de el día del Juicio.
Me levanto hoy
por la fuerza de Dios que me guía,
- por el
poder de Dios que me sostiene,
- por la
inteligencia de Dios que me conduce,
- por el ojo
de Dios que mira delante de mí,
- por el oído
de Dios que me escucha,
- por la
palabra de Dios que habla conmigo,
- por la mano
de Dios que me guarda,
- por el
camino de Dios que me precede,
- por el
escudo de Dios que me protege,
- por el
ejército de Dios que me salva de las redes del demonio.
- de las
seducciones, de los vicios,
- de las
inclinaciones. de la naturaleza,
- de todos los
hombres que me desean el mal,
- de lejos y
de cerca, en la soledad y en la multitud.
Me envuelvo hoy
día y ato a mí la fuerza del amor de los
querubines,
la
obediencia de los ángeles, el servicio de los arcángeles,
la
esperanza de la resurrección para el premio,
las
oraciones de los patriarcas, las profecías de los profetas,
las
predicaciones de los apóstoles, la fe de los mártires,
la
inocencia de las santas vírgenes y las buenas obras de los confesores.
Me envuelvo
hoy día y ato a mí el poder del Cielo, la luz del sol,
el
brillo de la luna, el resplandor del fuego, la velocidad del rayo,
la
rapidez del viento, la profundidad del mar, la firmeza de la tierra,
la
solidez de la roca.
Me envuelvo
hoy día y ato a mí la fuerza de Dios para
orientarme,
el poder de Dios para
sostenerme, la sabiduría de Dios para
guiarme,
el ojo de Dios para
prevenirme, el oído de Dios para escucharme,
la palabra de Dios para
apoyarme, la mano de Dios para
defenderme,
el camino de Dios para
recibir mis pasos, el escudo de Dios para
protegerme,
los ejércitos de
Dios para darme seguridad:
-Contra las
trampas de los demonios.
-Contra las
tentaciones de los vicios.
-Contra las
inclinaciones de la naturaleza.
Contra todos
aquellos que desean el mal de lejos y de cerca, estando yo solo o en la
multitud.
Convoco hoy
día a todas esas fuerzas poderosas que están contra
nosotros.
Contra las
encantaciones de los falsos profetas.
Contra las
leyes negras del paganismo.
Contra las
leyes falsas de los herejes.
Contra la
astucia de la idolatría.
Invoco a
Cristo que me proteja hoy día del veneno, el incendio, el
ahogo, las heridas.
Para que
yo pueda alcanzar la abundancia de premio.
Cristo
conmigo, Cristo delante de mí, Cristo detrás de mí,
Cristo en mí,
Cristo bajo mí,
Cristo sobre
mí, Cristo a mi derecha, Cristo a mi izquierda,
Cristo
alrededor de mí.
Cristo en la
anchura,
Cristo en la
longitud,
Cristo en la
altura,
Cristo en la
profundidad de mi corazón.
Cristo en el
corazón y la mente de todos los hombres que piensan en mí,
Cristo en la
boca de todos los que hablan de mi,
Cristo en todo
ojo que me ve,
Cristo en todo
oído que me escucha.
Nos envolvemos
hoy día en una fuerza poderosa,
la invocación
de la Trinidad,
la fe en
las Tres Personas,
la
confesión de la unidad del Creador del Universo.
¡Amén!
Entonces,
en este día de San Patricio, digo en gaélico una de las frases que se usa
durante la celebración: Lá fhéile Pádraig sona dhuit! (Feliz Día
de San Patricio); o mejor aún, Beannachtaí
na Féile Pádraig oraibh: Que el Día de San Patricio los bendiga.
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