jueves, 25 de febrero de 2016

JUAN EMILIO HERNÁNDEZ GIRÓ: EL PINTOR DE LA PATRIA


Juan Emilio Hernández Giró. Autorretrato

Lo descubrí mientras buscaba datos históricos de la guerra de independencia cubana en el siglo XIX. De hecho, no recuerdo que se le haya llamado de otra manera a la guerra que se inició en 1895 contra los españoles y que finalizara con la derrota de los colonialistas, pero  no con el triunfo del ejército mambí, traicionado por un tratado espurio, firmado en Europa y que supuso el traspaso del amo europeo al norteamericano.
Creó numerosas obras sobre hechos importantes de la Historia de Cuba: El desembarco de Martí y Máximo Gómez por Playitas, La muerte de Flor Crombet, La invasión de Oriente a Occidente, La Junta de la Mejorana, El Grito de Baire y El incendio de Bayamo. Realizó más de un centenar de dibujos a plumilla para un libro de Historia de Cuba en imágenes.


Junta de La Mejorana


Pero, ¿quién fue Juan Emilio Hernández Giró?

Aunque encontré dos fechas de nacimiento (22 y 28 de mayo), las fuentes coinciden en señalar que nació en Santiago de Cuba en el año 1882 y que se inició desde muy temprana edad en el estudio de las artes plásticas, siendo su padre uno de los primeros maestros.
Como consecuencia del estallido de la guerra del 95, su familia se traslada a Haití y es allí donde realiza estudios en la academia, perfeccionando sus conocimientos y habilidades en el dibujo.
De regreso en Santiago de Cuba pinta sobre el desembarco de Gómez y Marti y la muerte de Flor Crombet. En esta etapa le debe mucho al mecenazgo de Bacardí, viajando entonces a España y otros países europeos, siempre perfeccionando su técnica. Creó sus obras en casi todas las técnicas: acuarela, óleo, plumilla, grabado…


En el sitio de Arte Cubano se expresa que:
«En esta etapa de su vida recibió un apoyo importante de Emilio Bacardí, posteriormente viajó a España, donde residió varios años. Allí continuó dedicándose a la creación artística y a los estudios relacionados con esta, concibió no solo cuadros sino dibujos y bocetos que permiten acercarse a la evolución de su arte y a las preocupaciones inherentes al mismo, más allá del preciosismo técnico. Tuvo también la oportunidad de viajar a Inglaterra, Holanda y Bélgica, donde intimó con otros artistas y amplió su cosmovisión en materia de arte.
»En 1924 regresó a Cuba, era ya un pintor de prestigio y contaba con un arsenal de técnicas que no solo utilizaría en sus obras sino que le permitirían también emprender una carrera como docente en la Escuela de San Alejandro, donde su impronta todavía perdura. Aun lejos de la isla, el ámbito de la realidad que le interesaba plasmar no había variado sustancialmente, incluso fue el autor de los 101 dibujos a pluma que forman parte del libro Historia de Cuba en imágenes. No solo le interesaba la historia propiamente bélica e insular, pues había creado ya La jura de Hernán Cortés y El primer alcalde municipal, entre otras piezas de este corte.
»Otra arista de su trabajo incluye los retratos, entre los cuales se cuentan cerca de 300, entre ellos del poeta José María Heredia, de René Doumic (Real Academia de Francia) y de Mademoiselle Jeanne Hatto, por solo citar algunos. En cuanto a la temática religiosa no fue prolijo, pero sí encontramos la pintura de Nuestra Señora del Carmen y otro cuadro en que se mezclan motivos diversos, de corte más bien histórico: Las ruinas heroicas de la Iglesia de Bayamo. Asimismo, fue el autor de Taita Pablo pilando café cubano, un ejemplo de costumbrismo de altos quilates con afán de trascendencia. Sin duda, un pintor imprescindible de nuestra plástica».
No solo es importante como artista, sino que desde la Secretaría de Educación primero, luego en la dirección de la academia de San Alejandro, organizó e influyó en la enseñanza de las artes plásticas. En 1927 es nombrado Director de Bellas Artes de la Secretaría de Instrucción Pública, organizando la participación de artistas cubanos en las exposiciones de Filadelfia, Baltimore y la de Sevilla de 1929.
Participó con sus obras en muchas exposiciones realizadas en París, en La Habana y en el Salón Iberoamericano de Sevilla de 1929.

Murió en La Habana, en noviembre de 1953, en el año del centenario del apóstol. Una de sus pinturas emblemáticas fue la caída de José Martí. He aquí uno de sus retratos.



Juan Emilio consagró a nuestra Historia buena parte de su obra, Como si hubiera escuchado al Maestro cuando dijo:
No vuelvan los pintores vigorosos los ojos a escuelas que fueron grandes porque reflejaron una época original; puesto que pasó de época, la grandeza de aquellas escuelas es ya más relativa e histórica, que presente y absoluta. Copien la luz en el Xinantecal y el dolor en el rostro de Cuauhtemotzi... Hay grandeza y originalidad en nuestra historia: haya vida original y potente en nuestra escuela de pintura.





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