¿Puedo decirte mi amor
cuando te hablo?
¿Será un secreto amarte
o es tan simple decirlo
como abrir una ventana
en plena madrugada?
¿Podré guardar el alma
de tormentas
cuando naufrague sin
remedio en esos ojos?
¿Cuál será la mejor hora
para pensarte
si es que puedo alejarte
por segundos de mi mente?
¿Sabrás acaso cuánto amo
en ti esa tierna y callada
serenidad de tus
silencios?
¿Debo ocultar lo que
recorre mi piel a puro grito
cuando recibo ese
mensaje y dices “Te deseo”?
¿Son más fáciles estas
preguntas sin respuesta
que responder yo misma,
imaginando
tu sonrisa, el fugaz
roce de tus labios en mi cuello
o la sonrisa dulce,
paciente, enamorada, hermosa
con que acudes ahora
mismo hasta mi mente,
sonríes y te marchas y
regresas
con cada palabra que te
escucho?
¿Acaso puedo
preguntarte, amor, si es que lo sabes,
Por qué ha pasado el
tiempo y tu recuerdo, tenaz
y firme se negó a
marcharse y de pronto retorna
en cada frase de amor y
de esperanza?
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