miércoles, 1 de enero de 2014

PRIMERO DE ENERO


Es el primer día del año. Ayer leí un comentario de un amigo escritor en Facebook que hablaba de su propia superstición sobre cómo terminar y empezar un año, expresando que le gusta hacerlo escribiendo. Debe ser por aquella creencia popular de que lo que estés haciendo a las 12 de la noche será lo que harás mejor durante el año. Yo diría que es una linda costumbre, porque significa que está compartiendo con el mundo sus ideas, los sueños que lo asaltan constantemente y las fabulaciones que acuden a su espíritu. Yo, siguiendo también consejos ancestrales, brindé con mi hijo y amigos, por la salud, la prosperidad y el amor, cantamos y reímos. Será una bendición del universo si esas son las cosas que durante el año se repiten.
Anoche, mientras esperábamos la llegada del tan valiente 2014 (al decir de Mafalda) año con unos amigos cubanos y Alejandro, escuchamos música de Cuba y recordamos que allá,  los 31 de diciembre siempre encendemos la televisión, porque a las 12 en punto ponen las notas de nuestro Himno Nacional y se lee un comunicado. Acá no podía hacerse, claro: la impersonal transmisión televisiva está dirigida a más de un continente, con diferentes husos horarios; tampoco hay Radio Reloj. No sé si en algún lugar del mundo hay una emisora radial como esa, que da la hora minuto a minuto, segundo a segundo, mientras comentan sobre temas diversos y noticias de actualidad.
Es el primer 31 de diciembre que no paso en Cuba. Y ya son muchos. Decididamente, el amor a la patria está compuesto por minúsculas partículas y actos que nos van labrando ese sentimiento indefinible e indefinido, pero avasallador y eterno. En la distancia, todo se nos dibuja como único, original y especial, como Radio Reloj.
En días así uno comprende cuál es el color exacto de la añoranza y la nostalgia: de los seres queridos y de cada uno de los pequeños detalles que hacen inmenso e indestructible nuestro vínculo a la tierra patria.
En medio de tantas esperanzas y sueños quiero, en esta hora de recuento, agradecer a las personas con quienes compartí este año, todas las que me brindaron su cariño y amistad por medios digitales o en persona, porque me han permitido alegrarme con sus notas de humor, confortarme con sus palabras o sencillamente, darme un abrazo de ánimo. Agradecer a la vida por todo lo bueno, menos bueno o triste, porque me hizo feliz o mejor persona; por todo lo hermoso que pude crear; por la sonrisa del mundo; por quienes toleraron mis momentos de desolación o mis lágrimas, a quienes me acompañaron y a quienes compartieron mi tiempo en el trabajo, la alegría y algún mal momento que haya vivido. Todos son parte de mi vida.
Deseo que el mundo sea mejor este año. Y lo será. Lucharé por mis metas, por alcanzar el amor, porque la vida siga siendo lo más importante, y la familia y los amigos nuestros bienes más preciados.
Soy adicta a buscar señales en los hechos que suceden a mi alrededor. El 2014, reducido a un dígito, es un año 7. Este es mi número preferido porque nací un 7 del mes 5. Mi hija nació un 7 y mi hijo un 12, que es 7 más 5. En el universo nada es casual y todo está relacionado. Tengo el presentimiento de que será un año sumamente favorable y feliz, no solo para mí, sino para la humanidad. Pido a Dios y a nuestra querida virgencita de la Caridad del Cobre que así sea. Para todos los cubanos y los hermanos de todo el mundo.
Para ello debemos abrir nuestros corazones al amor. Al más puro y regocijante amor, el que se entrega sin pedir nada a cambio porque el premio es, justamente, sentir esa inefable sensación de amar.

Bienvenido entonces este año. Gracias por la vida, hoy y siempre. 

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