Ha llegado marzo, el mes de la primavera, y con él los días se alargan, el aire se llena de aromas frescos y la naturaleza despierta de su letargo invernal. Las flores comienzan a brotar, tiñendo los jardines de vibrantes colores, mientras los árboles renuevan su follaje, anunciando la llegada de una nueva temporada de esperanza.
Es el momento en que las aves regresan de su migración, llenando el cielo con su canto, y el sol brilla con más fuerza, invitándonos a salir y disfrutar del calor suave y las suaves brisas que acarician el rostro. Marzo es también el mes de la introspección, cuando, al igual que la naturaleza, nos preparamos para renacer, dejando atrás lo viejo y abrazando lo nuevo con ilusión y energía.
Este mes, la primavera nos invita a reconectar con nuestro entorno y con nosotros mismos, a sembrar nuevas metas ya florecer en todas las áreas de nuestra vida. ¡Bienvenida, primavera!
Marzo es también el mes de la poesía, cuando las palabras florecen como versos que se deslizan suavemente, llenos de ritmo y emociones. Con la llegada de la primavera, la naturaleza parece inspirar a los poetas, quienes encuentran en el renacer de la vida una fuente inagotable de metáforas, simbolismos y sentimientos.
La poesía, como la primavera, despierta los sentidos y el alma. En marzo, los poetas nos invitan a detenernos, a observar el mundo con ojos nuevos ya sentir profundamente lo que nos rodea: el trino de un pájaro, el perfume de una flor o la calidez del sol al amanecer. Cada palabra, cada verso, es una pequeña semilla que germina en el corazón, llevándonos a reflexionar sobre la vida, el amor, la naturaleza y los sueños.
Este mes es un homenaje a aquellos que han sabido traducir la belleza del mundo en palabras, y una invitación para que todos encontremos poesía en lo cotidiano. Porque, al fin y al cabo, la poesía está en todas partes, solo hace falta abrir el alma para recibir con calidez sus efluvios.
Para los romanos, los idus de marzo eran una fecha clave dentro de su calendario. Los idus se referían al día 15 de marzo, un momento cargado de significado tanto en el ámbito religioso como en el político. Originalmente, los idus de marzo marcaban el primer día de la primavera en el calendario romano y estaban dedicados a la deidad Júpiter, el dios supremo de la mitología romana. En esta fecha, se celebraban festivales y procesiones en honor a Júpiter, y también se consideraba un momento propicio para saldar deudas.
Sin embargo, los idus de marzo adquirieron una relevancia histórica especial debido a un acontecimiento trágico y decisivo: el asesinato de Julio César en el año 44 a. C. En ese día fatídico, César fue apuñalado por un grupo de senadores en el Teatro de Pompeyo, un hecho que marcó el fin de la República romana y el inicio de una serie de conflictos que culminaron en la configuración del Imperio romano bajo el gobierno de su sobrino e hijo adoptivo, Augusto.
La expresión "¡Cuídate de los idus de marzo!" se volvió famosa gracias a la obra de William Shakespeare Julio César. Shakespeare utiliza esta advertencia, "¡Cuídate de los idus de marzo!", como un elemento premonitorio que añade tensión y dramatismo a la trama, subrayando el tema del destino inevitable y las consecuencias de la ambición política. La frase ha trascendido la obra, convirtiéndose en una expresión simbólica que evoca traición, peligro inminente y el inexorable cumplimiento del destino. Hoy en día, "los idus de marzo" se recuerdan no solo por el asesinato de César, sino también como un recordatorio de que incluso los más poderosos pueden sucumbir a las conspiraciones y la traición.
La primavera besaba…
La primavera besaba
suavemente la arboleda,
y el verde nuevo brotaba
como una verde humareda.
Las nubes iban pasando
sobre el campo juvenil...
Yo vi en las hojas temblando
las frescas lluvias de abril.
Bajo ese almendro florido,
todo cargado de flor
-recordé-, yo he maldecido
mi juventud sin amor.
Hoy en mitad de la vida,
me he parado a meditar...
¡Juventud nunca vivida,
quién te volviera a soñar!
Antonio Machado
Mariposa
Quisiera
hacer un verso que tuviera
ritmo de primavera;
que fuera
como una fina mariposa rara,
como una mariposa que volara
sobre tu vida, y cándida y ligera
revolara
sobre tu cuerpo cálido de cálida palmera
y al fin su vuelo absurdo reposara
–tal como en una roca azul de la pradera–
sobre la linda rosa de tu cara…
Quisiera
hacer un verso que tuviera
toda la fragancia de la Primavera
y que cual una mariposa rara
revolara
sobre tu vida, sobre tu cuerpo, sobre tu cara.
Nicolás Guillén
¡De qué callada manera
se me adentra usted sonriendo,
como si fuera
la primavera!
(yo, muriendo.)
Y de qué modo sutil
me derramó en la camisa
todas las flores de abril.
¿Quién le dijo que yo era
risa siempre, nunca llanto,
como si fuera
la primavera?
(no soy tanto.)
En cambio, ¡qué espiritual
que usted me brinde una rosa
de su rosal principal!
¡de qué callada manera
se me adentra usted sonriendo,
como si fuera
la primavera!
(yo, muriendo.)
Nicolás Guillén