Ya casi termina este año 2025, con
algunas penas y la gloria inmensa de disfrutar a mi hermosa familia en paz, con
salud, después de una recuperación increíble de mi madre y el gusto de haber
compartido con ella esos días difíciles, igual que con mis hermanas.
Retrocedimos en el tiempo y discutimos como niñas, nos mimamos, disculpamos y
volvimos a pelear… El cariño sigue intacto, así que alguna razón tiene ese
refrán de que La sangre pesa más que el agua, porque con amigos quizás enseguida
renunciáramos, pero con la familia, jamás.
Llegó un nuevo miembro a la familia,
Bastian, otro Tauro que presiento va a tener el carácter de Diego y mío, así que
disfruté verlo y jugar con él, salir una mañana juntos a ver las ardillas que
saltan en las ramas de los árboles cercanos a su casa y descubrir juntos
pequeños lagartos extraños que caminan por la acera.
Por primera vez hice un
viaje en compañía de uno de mis hijos y fue un gusto atravesar aeropuertos y
mares en su compañía. Creo que cada día aprecio más estar cerca de mis hijos
y la familia que han formado.
Mi otra tía querida partió hacia las estrellas y
me quedó el anhelo de verla nuevamente en ese país alejado al sur, Ecuador,
desde donde partió un primo que adoraba, a destiempo, pero su corazón no aguantó
la lejanía, el ostracismo, el verse en ese país frío y huraño. Pero sé que están
en buen lugar y desde acá, les recuerdo y extraño. Como extraño a mis otros tíos que se fueron antes y me protegen siempre.
No pude terminar de escribir
ninguno de los libros que empecé a escribir (son tres), pero ya sé que, sin
avisarme, llegará el tiempo y el deseo de terminarlos, quizás en este breve
descanso del fin de año. Pero quiero despedir este año haciendo votos de paz y
prosperidad. Porque la paz es lo más importante para lograr todo lo que nos
importa en la vida. La prosperidad, para poder compartir con otros nuestra
suerte.
Conjuremos a los malos espíritus y a la infame apatía del desinterés y la
abulia. Que nuestro umbral esté protegido por la luz de los corazones buenos y
el poder de los pensamientos alegres. Mientras existamos en este planeta la
apuesta por la vida y el amor sigue en pie, con más fuerza que nunca: Ad Astra
per aspera (hacia las estrellas a través de las dificultades), porque el camino
será difícil, pero glorioso.