Siempre será muy
especial el 31 de mayo para mí. Desde hace quince años es una especie de fecha
amuleto que me sirve para proponerme metas, igual que el inicio del año o un
nuevo aniversario de vida. Justo el 22 de abril de 2001, ahora Día de la Tierra
o Pachamama, inicié mi trabajo en ese espacio consagrado a las mayores utopías
como lectora, autora y como persona. En esta fecha es celebrada la fundación de
la editorial Gente Nueva. ¡Cuántos libros leídos desde niña que me permitieron
conocer el mundo! Cuántas personas hermosas conocidas, proyectos cumplidos,
sueños revisitados y hechos realidad…
Jamás ha cesado el
hechizo que ejerce sobre mí descubrir ese logo que imagino flor, semilla y
símbolo del nacimiento a la vida de un nuevo libro. Fui muy afortunada de
trabajar allí y es parte de mis recuerdos más bonitos, guardado en ese pedacito
del corazón junto a tantas lindas personas que encontré, con quienes compartí
vivencias, libros y aventuras sin fin.
No toda aventura
empieza necesariamente con el primer paso, sino con la primera idea que se
tiene sobre ella. Así, fue mi pensamiento quien me llevó hasta ella, y quien
descubrió el corazón de la magia en aquel caserón destartalado a escasas
cuadras del litorl norte de La Habana, con personas un tanto decepcionadas por
sus últimos avatares, pero que despertaron de inmediato a la llamada del amor
por las imágenes e historias que podíamos amansar y acunar en las páginas de
los libros y de las revistas, que eran dos en aquellos días: La Edad de Oro en nosotros y En Julio como en Enero. Talento,
entrega, sensibilidad y un corazón de niño anidaban en quienes navegamos con
velas firmes en las aguas de la isla de Nunca Jamás redescubierta. Tantos
recuerdos a veces, todos buenos, porque la memoria se encarga de desvanecer,
con mano piadosa y amable, el gesto que pudo herirnos o la frase punzante. Las
obras nobles solo en nobles pensamientos vuelven a nosotros.
Recuerdo que mi primera
impresión fue devastadora, pero llegaba con un sueño en el alma y quería verlo
hecho realidad. Ahora, en la distancia, sé que fueron años fundacionales
también y a pesar de que en ocasiones solo veo mi nombre asociado a núneros y
fechas sin juicios adicionales, hay historias que se cuentan las páginas
salidas en aquellos días y que se fuerona
revolotear por las mentes curiosas y agradecidas de los más jóvenes.
Recuerdo a mis
compañeros entrañables: Janet, Lida, Gretel, María Elena, Mandy, Mirta,
Esteban, Frank, Iliana, Dany, Rosa María, Lichy, Cary, Alina, Nidia, Amanda,
Norma, Odalys, Mijail, hasta Prima y Mirta que nos alimentaban y otros que
estuvieron menos tiempo pero igual de recordados como Carmen, Abdrel, las
Ilianas de Economía y Diseño… mis queridas Fefita y Jakeline.
Ni qué decir de los
ilustradores que nos colaboraban. En el catálogo de Gente Nueva, además de los
geniales Eduardo Muñoz Bach, Enrique Martínez, Bladimir González Linares,
Rafael Morante, Rapi Diego, contiene muchos nuevos valores de la plástica
cubana y consagrados como Fabelo que realizaron exquisitas ilustraciones para
sus ediciones.
Y sin dudas, los
autores que se acercaron y confiaron siempre, hicieron de la casa editorial su
propia casa y, en asombroso y feliz pacto de almas, crearon y siguen creando los
más hermosos, disparatados e imaginativos mundos para los locos bajitos de
cualquier edad. Gracias a quien fue siempre un puente de amistad y talento entre la editorial y los autores, Enrique Pérez Díaz; a autores entrañables como Espino, Albertico Yáñez, Reynaldo, Celima, Teresa, Luis Rafael, Luis Delgado, Mauri, las Olguitas y Olga Marta, Ivette Vian, los Nelson poetas (Simón y Peraza), Nersys y tantos...
Por eso quiero hacer
un brindis en la distancia, porque sigo considerando mía, en su acepción más
amplia, a esa casa de fantasía y de palabras:
¡Buena salud para lo
que significa Gente Nueva! Contra cualquier pronóstico de tormentas y malos
vientos, tu nombre es sinónimo de sueños y esperanzas.
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