miércoles, 25 de junio de 2014

De Disquisiciones, SUCEDE EN EL SIGLO XXI

Fotingo de la década del 20, posible autor de fotutazos

Por: Fernando Carr Parúas

La Real Academia Española aceptó, desde 1970, oficializar la voz claxon como parte del léxico español, con igual grafía que la inglesa, y con el significado de ‘bocina eléctrica de los vehículos automóviles’. El plural es cláxones, y no “claxons”. De igual forma puede ser usada la voz bocina. En Cuba decimos fotuto a la bocina. En la parte oriental de Cuba, fotuto también es ‘trasero, asentaderas, nalgas’. Fotuto es, en la parte central de la isla cubana —también en otras partes de América—,un caracol cónico, bastante grande, al cual se le abre un pequeño hueco por el ápice que, al soplar por él, se hace sonar. El resultado de la utilización de la bocina, es decir, su ‘acción y efecto’, es bocinazo; del fotuto, fotutazo; y del claxon, claxonazo, pero esta última voz no aparece registrada en el Diccionario. El origen de la voz inglesa claxon está en una antigua marca de bocina.
Una curiosidad: En la parte central cubana y más concretamente en las zonas más orientales de la provincia de Villa Clara, en la provincia de Sancti Spíritus y en la parte occidental de la de Ciego de Ávila, la frase tocar el fotuto (a alguien), además de que signifique fotutear (palabra cubana ya incluida en la edición del DRAE de 2001 y que equivale a la española bocinar, esto es, ‘tocar la bocina’), no es lo que significa en algunas provincias orientales de Cuba, o sea, ‘tocar el trasero a alguien’.
En esas zonas del centro del país, tocar el fotuto (a alguien) tiene una connotación folclórica, pues se trata de una costumbre bastante arraigada en algunas localidades campesinas y semiurbanas, y que consiste en que, cuando un hombre es engañado por su mujer —y él lo ignora—, por las noches un grupo de vecinos se sitúa cerca de la casa y hacen sonar sus caracoles hasta que el engañado sale y dice algo, como, por ejemplo: “Voy a investigar el caso”. Según la información que tengo, cuando esto sucede es que existen más que evidencias notables para los vecinos. Así es que el esposo toma el aviso como algo serio.
Si el engañado se separa de la mujer, ahí terminó “la fiesta”; pero si se pone de acuerdo con ella y continúan juntos, pues nuevamente hay “fiesta de fotutazos” y van entonces muchas más personas con sus caracoles a “tocarle el fotuto” al condescendiente marido, pues la costumbre exige que el engañado que ha perdonado a su mujer saque una botella de ron o aguardiente y la dé a quienes tocan el fotuto, para que estos se la tomen y terminen con el escándalo para siempre.
Algo parecido sucede cuando una pareja de hombre y mujer que se han separado y cada uno hizo su vida sexual con otra persona, decide volver a unirse. Tan pronto esto es conocido, van los vecinos a tocar el fotuto, hasta que el marido salga con la botella de bebida.
Tengo entendido que, en algunas ocasiones, la cosa acaba mal: insultos por parte del marido y hasta golpes, pero la “fiesta de fotutazos” continuará, noche tras noche, hasta que el marido se dé por vencido y saque las correspondientes botellas, que entonces han de ser más de una, en pago a su testarudez. ¿Qué les parece?
Sucede en nuestro país en pleno tercer milenio. Por supuesto, es una tradición puramente machista...
No tengo referencia de que “le toquen el fotuto” a las mujeres de aquella zona cuando sus maridos las engañan...

Un comentario adicional
En diferentes momentos he tenido que ofrecer algunos conversatorios acerca del idioma español y sus usos y abusos, a pesar de que no me gusta tener que hablar en público. Sin embargo, en ellos incursiono en los casos de cubanismos, pero también me gusta incluir en tales jornadas el uso de varios regionalismos cubanos, esto es, el significado que tienen unas palabras o frases en una región que no es el mismo que corresponde en otras regiones cubanas, así como voces o frases que se emplean en alguna región del país, con su significado, los cuales son totalmente desconocidos en otra regiones.
De esto mismo trato en dos columnas fijas que tengo a mi cargo desde hace varios años en la prensa. Una de ellas es “Gazapos”, en la revista Bohemia, la revista más antigua de toda Hispanoamérica, fundada en l908, la cual también tiene una edición digital. La otra es la columna “Gazaperías”, en el portal digital de Cubarte.
Digo lo anterior para significar que, con tantos años escribiendo en estos medios, y la responsabilidad ética que supone tal trabajo, siempre todo lo que escribo o hablo es el fruto de la investigación de tantos años acerca de estas cuestiones del habla cubana.
Y decir ante un público cubano, esto que narro, que “sucede en el siglo XXI”, trae alguna suspicacia entre los oyentes, pues recordemos que Cuba es uno de los pueblos con el ciento por ciento de su población totalmente escolarizada, y muchos no pueden creer que cosas como la narrada sucedan en su propio país.
Comenté este caso en dos oportunidades en conversatorios en La Habana. La primera de ellas fue en una reunión de profesionales de la edición de libros. Cuando terminé, había algunas caras que tenían dibujadas una total incredulidad. Yo me quedé, después de terminar, callado, pues aquellas caras ya me parecían como de desaprobación... De pronto, una joven, graduada de Filosofía, levantó la mano y me dijo que era oriunda de un pequeño pueblo de la zona más oriental de la provincia de Villa Clara, y me expresó que desde pequeña vivía en La Habana, pero que, en algunas vacaciones, iba a visitar a sus familiares y allí oía los comentarios de los fotutazos que se le “sonaban” a Fulanito y a Esperancejo. Quedé más tranquilo, y también el resto del público, después de su intervención.
Pero, posteriormente, se me invitó a disertar en la Escuela Militar Arides Estévez, en La Habana, Yo creía que, nada más, era una escuela de cadetes, de jóvenes suboficiales. Cuando uno de los directivos me introduce en un aula, quedé asombrado. Todos allí eran oficiales de alta graduación, y muchos de ellos tenían tantos años como yo, que ya son bastantes. A estos se les ofrecen cursos superiores.
Pues bien, allí hablé de lo humano y lo divino acerca del uso y el abuso de nuestro idioma... yo solamente veía caras muy serias, por cuanto los altos militares siempre son muy serios, y para terminar la sesión —dentro de lo concerniente a los regionalismos de nuestro propio país—, me dije:
“Voy a narrar lo de los fotutazos para ver la reacción”, y conté lo que aquí he expuesto. Las caras eran mucho más adustas, más serias, nadie hizo algún comentario. Bien, ya estaba diciendo yo que con esa cuestión estaba terminando mi exposición, cuando uno de ellos, con algunas estrellas al hombro, tomó la palabra: “Eso que usted dice es verdad”, me dijo. Y contó que era nacido en un caserío de la provincia de Sancti Spíritus, y que hacía poco había ido allí a visitar a algunos vecinos, amigos de su niñez, como hacía cada vez que podía, y le contaron que al hijo de Fulano de Tal, le habían estado “sonando” fotutazos la semana anterior, e hizo algunas anécdotas de otros casos parecidos que, cuando adolescente, habían ocurrido en tal lugar.... y los de aquella aula terminaron riéndose.

jueves, 19 de junio de 2014

DEL LIBRO Disquisiciones, de FERNANDO CARR PARÚAS

Fernando Carr Parúas,  Premio Nacional de Edición 2009 en Cuba

La historia de un chanchullo que dio origen a más de una voz

Hace un tiempo, mi amiga Nieves Jiménez Taza, quien es funcionaria de la Consejería de Salud, Consumo y Bienestar Social del Gobierno de La Rioja, en España, me envió un libro publicado —entonces recientemente— por esa Consejería y el Instituto de Estudios Riojanos, titulado Saber bien: Cultura y prácticas alimentarias en La Rioja, cuyo autor lo es Arachu Castro San Juan. Quién me iba a decir que un asunto recogido en él me serviría para mi trabajo en la edición sobre ciertos títulos de la historia española reciente.
Cuando se trata en el citado libro del período de la Guerra Civil Española (1936-1939) y durante la posguerra, conocido como el de “los famosos años del hambre”, y se hace un análisis de los salarios y los precios de los productos de las cartillas del racionamiento y el consumo, allí se expresa: “Los productos perecederos no forman parte del racionamiento, probablemente por la dificultad que hay en esa época de conservarlos o transportarlos a largas distancias. La carne, el pescado, la leche y los huevos se reparten muy pocas veces, y aunque están en venta libre con precios vigilados, hay que acudir al estraperlo [...]”. Más adelante dice: “[...] el estraperlismo es una estrategia consecuente a la implantación de cartillas [...]”.
La voz estraperlo y sus derivadas son de uso común en España, en algunas regiones más que en otras, muy particularmente para referirse a cuestiones relacionadas con la época citada. El término data de 1935 y su primer significado fue ‘práctica fraudulenta o ilegal’, para pasar a ‘comercio de artículos intervenidos por el Estado y sujetos a tasa’, y terminar por ser también sinónimo de ‘contrabando’. El vocablo estraperlo se aplica además al artículo objeto de comercio ilegal, y de forma familiar se usa con el significado de ‘chanchullo, intriga’. La Real Academia Española ha dado carta blanca en su Diccionario no solamente al término estraperlo, sino también a las voces estraperlista (‘persona que practica el estraperlo’), y estraperlear (‘negociar con productos de estraperlo’).
En 1935, en medio de la Segunda República Española, que tenía reglamentado el expedir permisos especiales para los juegos de azar, tuvo lugar un escándalo que dio al traste con el Gobierno, pues, de cuestión meramente judicial, pasó a convertirse en un problema político de España.
Sucedió que unos “negociantes” judíos holandeses, o mejor dicho, neerlandeses —tenían más de farsantes que de otra cosa—, querían poner en marcha en España un tipo de ruleta eléctrica para apuestas que les daría pingües ganancias, pues, además de la precisión que podría tener el artefacto para juegos, estaba bien preparado para hacer trucos, pero a los “negociantes” no les llegaba la autorización para instalar la mencionada ruleta, lo cual los tenía en estado de desesperación.
El aparato en cuestión surgió entonces con la grafía straperlo, acrónimo formado por las primeras letras de los apellidos de los citados “negociantes” judíos. Uno de ellos era David Strauss, quien había tenido igual negocio en el sur de Francia, y salió expulsado de los Países Bajos —con el mismo aparato—, por burlar los requisitos gubernamentales para juegos de azar. Del segundo socio no está claro su origen, pues unos dicen que era italiano de apellido Perlo; otros, que era centroeuropeo —quizás húngaro— apellidado Perle; una tercera versión asegura que también era neerlandés, como el primero, y que su apellido era Perel. Hay quien expresa que estos dos hombres eran los únicos en el negocio, y de ahí que, de Strauss y de Perlo, había salido el nombre straperlo.
Sin embargo, existe otra opinión al respecto, pues también se asegura que eran tres, todos judíos neerlandeses: Strauss, Perel y la tercera persona era una “dama” de apellido Lowmann, quien sería la mujer del primero. Según esta versión, ellos habían denominado a su ruleta straperlo del acrónimo siguiente: stra, de Strauss; per, de Perel; y lo, de Lowmann. Esta versión es la que parece más cercana a lo cierto. También se dice que su participación en el negocio estaba íntimamente relacionada con el número de letras de los respectivos apellidos que habían sido tomados para formar el acrónimo straperlo, a saber: cuatro de Strauss, tres de Perel y dos de Lowmann.
El caso fue, tal expresé antes, que David Strauss estaba verdaderamente desesperado porque no le llegaba el permiso gubernamental para poner en práctica el “negocito”, y entonces se puso a buscar la amistad de personas allegadas a miembros del Gobierno de Madrid, y así contactó con un sobrino del dirigente del Partido Radical y ministro Alejandro Lerroux, quien era, realmente, el hombre fuerte del Consejo de Gobierno, aunque no ocupara su Presidencia —sí la había ocupado antes—. De igual manera, Strauss también trabó amistad con dirigentes de provincias con la misma intención. De tal modo, así logró poner a funcionar sus ruletas en algunas ciudades, como Sitges (en Cataluña), San Sebastián (en el País Vasco) y Palma de Mallorca (en la mayor de las Islas Baleares), todas ellas importantes centros de turismo; pero, finalmente, la policía intervino en el caso y clausuró estos lugares de juego.
Mas, el inefable Strauss llegó tan lejos como hasta el caso de quejarse ante el Presidente de la República, y el escándalo fue tan sonado que Alejandro Lerroux —inocente de los negocios del sobrino— se vio precisado no solamente a abandonar el Gobierno, sino también la jefatura de su partido, y este incidente reforzaría las simpatías crecientes —ante los desmanes de todo tipo del gobierno derechista republicano del período 1933-1936— por los partidos de izquierdas, los cuales, unidos en el Frente Popular, ganarían las elecciones de febrero de 1936.
De entonces acá, el nombre de aquella ruleta fraudulenta, straperlo, ha pasado a tener otros significados que le otorgó en su momento el lenguaje popular del pueblo español, como los antes dichos, y entonces la Real Academia Española incluyó la voz en su Diccionario con la grafía estraperlo.



viernes, 13 de junio de 2014

PROMESAS DE UNA TIERRA NUEVA


Por siempre Ámbar se llamó una novela que trasmitíeron por la radio cubana en los años en que era yo una estudiante de secundaria (no puedo decir que ha llovido demasiado desde entonces, pues ha habido terribles épocas de sequía en Cuba, pero ha pasado bastante tiempo). Recuerdo que escuchaba siempre la novela de las 2, como se llamaba el espacio, creo que era por Radio Progreso, y eran casi todas adaptaciones de obras literarias. Los actores y actrices cubanos de aquellos años trabajaban por igual en la radio y en la televisión. Es realmente una pena que esa tradición se haya perdido, al menos no percibo que sea tan masivo como lo era entonces, el seguimiento de las radionovelas. Incluso por adolescentes, como lo era yo en aquella época.

Solo mucho después supe que For ever Amber, su título en inglés, se debía a la autoría de Kathleen Winsor, y, por supuesto, es denostada por estar en la categoría de novela rosa. Jamás he leído la obra literaria, pero no olvido la radionovela, aunque no recuerdo sus protagonistas. Imagino que estarían esos grandes que acostumbraban hacerlas: Raúl Selis, Margarita Balboa, Verónica Lynn, Marta del Río, Ricardo Dantés, Carlos Paulín, Ángel Toraño, Odalys Fuentes, Enrique Almirante, María de los Ángeles Santana, Miguel Navarro, Miguel Gutiérrez, José Antonio Coro, Nilda Collado, Hilario Ortega, Doris García, Parmenia Silva, Alden Knight, Fela Jar, Frank González, Georgina Almanza, José Corrales, Armando Bianchi, Miriam Mier, Rogelio Leyva, Hilda Saavedra, Coqui García, Teresita Rúa, y muchos más.
Pero la referencia a esta novela solo ha sido una mención del recuerdo que me trae el nombre de una colección de la editorial Gente Nueva: Ámbar, y dentro de la cual se publican obras de la literatura fantástica (incluyendo fantasía heroica), de ciencia ficción, policial y hasta de horror. Soy fan de estos subgéneros, aunque en realidad son temáticas de la novela o el cuento, pero esta literatura ha ido formando un corpus que definitivamente la distingue.
En la historia editorial cubana la editorial Arte y Literatura, además de la colección Dragón (que abarcaba la literatura policial y de ciencia ficción), publicó unos volúmenes bastante grandes de selecciones de cuentos de horror y misterio, policiales y de ciencia ficción. Debe haber sido a finales del 60 o en la década del 70. Por ellos conocí a Isaac Asimov, Karel Cápek, Lovecraft, Chesterton y tantos clásicos del mundo. La colección Dragón me permitió leer Las aventuras de Sherlok Holmes, Los crímenes de la calle Morgue, Los espejuelos oscuros, Arsenio Lupin contra Herlok Sholmes… y muchos más.
El antecedente de esta colección en Gente Nueva es la “Suspenso”, que tan excelentemente llevara Juan Carlos Reloba y que se perdió en el silencio editorial de los 90 y cuya esencia rescatara Gretel Ávila en el 2007, cuando pasó a ser subdirectora y más tarde editora de esta casa, y quien fuera, por cierto quien editó mi novela La noche en el bolsillo. Le agradezco mucho el trabajo que hizo con la novela, verdaderamente minucioso.

En la pasada feria del libro, durante la celebración de la merienda de locos se presentaron varios títulos publicados en el 2013 dentro de la colección Ámbar. Me vi gratamente sorprendida, incluso compré otros títulos que vi en Cienfuegos, además de los que ella gentilmente me obsequiara. Fue mi lectura de esos tres meses en Cuba. Hacía mucho que no leía novelas o cuentos de mis contemporáneos porque a veces hasta el mejor lector se cansa de esos experimentos que hacen, donde es común que traten de impresionar con su pseudo intelectualismo y una siente poco o ningún placer ante tantos inventos por subvertir las estructuras tradicionales, el lenguaje o los puntos de vista de la narración. Pues nada, que me sumergí en la lectura de esos libros (¿diez o doce?), muchos escritos por autores cuyos nombres me eran desconocidos en su mayoría, los cuales son muy jóvenes y otros ya publicados como Michel Encinosa o Roberto Bourgeois. Las selecciones Guerras de dragones. Historias del Altipuerto e Hijos de Korad, (varios autores); Promesas de la tierra rota, de Elaine Villar Madruga y Ojos de lagarto, del mexicano Bernardo Fernández están entre los títulos del 2013. También aparecen La mano sin cuerpo, de Fernando Vega Villasante y un libro de la autora ecuatoriana Leonor Bravo: El canto de fuego, un hermoso canto a la armonía entre todos los seres que habitan nuestro mundo. Al lado de otros súper conocidos como Yoss (La voz del abismo), se han publicado en la colección títulos de Charles Dickens, Lovecraft,Robert Ervin Howard, Jordi I Sierra Fabra, entre otros. Y no por accidente mencioné a Yoss junto a los clásicos, porque creo que su novela de ciencia ficción ha abierto en el panorama literario cubano un camino que ahora recorren esos jóvenes. Su novela La voz del abismo es, además de ser un  homenaje a Lovecraft y su mítico Cthulhu, original, criolla y está muy bien narrada.
Este descubrimiento me hizo feliz por varias razones: porque uno se siente parte de esa apertura al descubrimiento, a la búsqueda incesante de nuevos caminos y porque nos demuestra que siempre la vida nos sorprende para bien. Pienso que deben aumentar el rigor en los procesos editoriales, pues pude apreciar algunos errores que denotan la falta de especialistas con experiencia en las áreas de corrección, diseño y edición que restan brillo a los libros.
Pero deseo reconocer el trabajo de Gretel, quien concibió y alentó la colección, pues la balanza se inclina por el bien al final. Extraño en la colección algún título de Daína Chaviano, quien fue de las pioneras en escribir ciencia ficción en Cuba y a cuyos libros volvemos una y otra vez, deseosa yo de encontrarme con alguno de los últimos escritos por ella y que no he leído. Jamás olvido Los mundos que amo.
Enhorabuena a Gretel, a Yoss (pues sé que colabora muy de cerca con este proyecto) y a esos nuevos autores, porque estoy a favor de difundir la mejor literatura de los clásicos misteriosos y visionarios, así como de estimular la creación de los escritores cubanos que, a través de estas obras, nos acercan un poco más a las estrellas.






lunes, 9 de junio de 2014

NIÑOS, AUTORES Y LIBROS: UNA MERIENDA DE LOCOS

En este año 2014 estuve en la Feria Internacional del Libro, en La Habana y en la provincia de Cienfuegos. Participé en el Encuentro Teórico "Niños, autores y libros: una merienda de locos". Estas fueron las palabras que leí en el décimo aniversario de este evento.


Fachada de la sala de San Carlos de la Cabaña donde celebrábamos el encuentro. El nombre de la sala, como aparece en la imagen era La Kasa de las Ideas Lokas.



Niños, autores y libros: una merienda de locos.


En la primavera del 2003, luego de dar por terminada la edición anual de la feria del libro, comenzamos en la editorial Gente Nueva a organizar la próxima cita. Desde el año anterior le estábamos dando vueltas a la idea de celebrar un encuentro de escritores, especialistas y educadores para debatir temas relacionados con el mundo del libro infantil y juvenil, así como la preferencia de sus lectores. Lida y Gretel hacían conmigo interminables sesiones donde discutíamos las nuevas ideas para la feria siguiente. El único evento de esta naturaleza que se realizaba en esos momentos en el país era el de Sancti Spiritus, el cual gozaba (y goza) de un gran prestigi,o además de una larga y fructífera vida, organizado por su fundador Julio Llánes.
No existía un evento como ese en la feria del libro y nos enamoramos de la idea de organizarlo. En meses sucesivos nos dedicamos a soñar el proyecto, pensar en el nombre (el cual no fue difícil gracias a mi veneración por Alicia en el país de las maravillas) y cuál sería el perfil del encuentro.
Quisimos acercarlo lo más posible al mundo de nuestros lectores y recrear la auténtica merienda salida de la pluma de Carroll. De tal suerte, la diseñamos como una auténtica merienda alrededor de una mesa de té, donde estuvieran el lirón, la liebre marceña y el sombrerero: ambientar y cuidar los más mínimos detalles.
Conceptualmente el nombre era perfecto: dentro de la obra que marca el surgimiento del non sense en la literatura “para niños y jóvenes” es sin dudas su capítulo VII, “Una merienda de locos”, el más vivo ejemplo del absurdo y el disparate que caracterizan la novela y la corriente literaria que nació con ella. Nada mejor para tipificar la relación que se establece entre los lectores niños y jóvenes, los autores y los libros que estos escriben para aquellos, pues a pesar de que a través de los años se sigue hablando y teorizando sobre temas, géneros, ilustraciones y otras “minucias” relacionadas, sigue siendo algo misterioso lograr escribir textos que disfruten de veras los más jóvenes lectores. Prueba de ello son los diez con los que cuenta en su haber esta merienda.
Con el evento ya concebido, invitamos a Enrique Pérez (a la sazón presidente de la Sección de LIJ de la UNEAC) a conciliar opiniones y pensar los temas y ponentes que se incluirían en la primera edición del 2004. El camino para consumar el hecho fue tortuoso y difícil, preñado de obstáculos que debieron remontarse a lomos de un verdadero burro embravecido, pero venció el tesón. No sé cómo Lida y Gretel consiguieron al artesano que fabricó el servicio para la merienda, exquisitamente logrado de acuerdo con nuestras expectativas; se compraron unas cestas tejidas en las cuales se entregaron los documentos del encuentro y se hicieron recuerdos para los participantes, así como el sombrero de copa para que lo usara el orador de turno durante el evento, la libreta de notas con la ilustración original de Alicia… y otros que ahora se escapan de mi mente y seguro alguno de ustedes recordará.
Uno de nuestros objetivos a la hora de concebir el encuentro es que no fuera académico fríamente: sobre lo que prefieren leer los niños y jóvenes no puede hablarse estirados, con rígidos trajes y corbatas, aunque tengamos en cuenta las advertencias del Principito. Siempre recuerdo que desde sus páginas nos alerta sobre el hecho de que el asteroide B-612 fue reconocido por la comunidad científica cuando su descubridor habló de él vestido de etiqueta. Pero nosotras quisimos darnos el lujo de ser niños auténticos por dos días para tratar de entender a aquellos para quienes escribimos. Claro, las personas mayores impusieron al final sus criterios pues hubo quienes se quejaron del calor, de los sombreros, del polvo… y el encuentro se trasladó de su sede habitual para otra sala de la fortaleza. Finalmente ahora, ha salido definitivamente de ella y, aunque se diga que es parte de la feria, no está celebrándose en su sede principal.
Quiero por tanto, en este décimo aniversario, dar las gracias a Lida y a Gretel porque entre las tres logramos hacer realidad aquel sueño de una tarde de verano; a las personas que nos ayudaron desde el principio; a todos los que se sumaron como participantes de este hermoso proyecto y a quienes han seguido alimentándolo para que viva, como Enrique Pérez y tantos otros escritores y funcionarios, demostrando que su concepción fue acertada y era un espacio necesario para escritores, especialistas y lectores.
Y quiero agradecer a la vida, que me ha permitido estar presente este año, para celebrar este aniversario con tantos buenos amigos, en esta infinita merienda de locos que nos permite cada día renovarnos delante de una taza del mejor té (el de la amistad) y untar con la mantequilla de la fantasía el reloj que cuenta cada palabra que se lee o escribe para los habitantes de la isla de Nunca Jamás. Es imposible no seguir al conejo, pues lo que vale es nuestra fe en el sinsentido. Nuestra única forma de salvarnos en este mundo cada vez más cuerdo y de verdad absurdo.


Recuerdo que ese panel estaba dedicado a la ciencia ficción, literatura policial y fantástica. Bruno Henríquez está exponiendo. Lo escuchamos atentamente Enrique, Esteban Llorach,  yo, y enfrente están Reynaldo, Esther Suárez y creo que Espino.

miércoles, 4 de junio de 2014

TÓMATE LA NOCHE


 

Muy cerca de la esquina hay un parque infantil y en el parque trabaja de noche un sereno, Pepe, que vela porque nadie rompa los columpios, las canales o el tiovivo. Los niños del barrio le dicen Pepe Lechuza, porque trabaja de noche y duerme de día, exactamente igual a las lechuzas. Solo que esas aves nocturnas salen a cazar de noche y Pepe, por las noches, trabaja. A él le da gracia que le digan lechuza, pero se ve que le gusta el apodo; sabe que es un apodo cariñoso. Pues ese mismo sereno habla con Ale todas las noches, porque es conversador y dicharachero: conoce los secretos que, en las sombras, le cuentan esas estrellas atrevidas a la luna.
Pues ahora Ale está en el portal y le cuenta a su amigo lo sucedido hoy. Resulta que la mamá de Ale se fue de viaje a otra ciudad y en la casa quedaron los dos hermanos con su papá. Al pequeño amigo le gusta a veces que la mamá viaje, porque entonces su papá llega más temprano del trabajo y hacen las tareas juntos. Mire usted, que Ale mismo le enseña al padre cómo se redacta un párrafo.

—Hace falta que mamá dé esta cantidad de viajes —y le enseña los dedos de sus dos manitas— para ver si papá aprende por fin a escribir los párrafos, Pepe. Me demoro mucho explicándole, porque nunca entiende la primera vez.
Pepe Lechuza ríe muy alto y, de pronto, se tapa la boca con una mano: a estas horas hay vecinos que ya están durmiendo. ¡Qué escándalo es este, por Dios! Precisamente él, que vigila por las noches para que todo esté tranquilo. Deja de reírse y sigue escuchando el cuento de Ale.
—Pero lo que ha sido raro de verdad, Pepe, es el recado que me ha dejado mi mamá antes de irse.
Entonces Pepe Lechuza le pregunta:
—¿Por qué es raro? Y, ¿con quién te ha dejado el recado?
Ale se frota la nariz antes de responderle. Cuchichea al responderle, para no despertar a los vecinos:
—Cuando mi mamá se va así, antes de que nos levantemos, deja recados para todos, escritos en papeles, y los pone en la mesa del comedor.
Pepe comprende:
—¡Ah! Ya entiendo. Y ¿qué tiene de raro el mensaje que te dejó?
Ale le susurra con mucho misterio y poniendo voz seria, imitando la de su madre:
—“Ale: Cuando regreses de la escuela cámbiate el uniforme antes de ir a jugar. ¡Tómate la noche! Besos”.
Ahora Pepe Lechuza se sorprende también:
—¡Oh! De verdad es raro el mensaje. ¿Lo recuerdas bien? ¿No habrás entendido mal lo que escribió tu mamá?
En ese momento Pepe Lechuza estaba pensando que Ale hace poco que aprendió a leer, a lo mejor se ha confundido. Entonces el niño saca del bolsillo de su piyama un trozo de papel estropeado y se lo da para que pueda leerlo. Pepe Lechuza comprueba que Ale sabe de memoria lo que está escrito en la nota. Le devuelve el papel y dice:
—Pues sí que está extraño eso de que te tomes la noche —y pone una cara pensativa al hablar.
Ale dice que sí muchas veces con la cabeza:
—Ella siempre me escribe con letras grandes, para que yo entienda, pero esta vez leo lo que escribió, pero no entiendo. ¿Cómo puedo tomarme la noche? La noche se puede mirar, oler, pero yo no sabía que se puede tomar. No quisiera decirle a ella mañana que no me tomé la noche. Por eso quise preguntarle a usted, Pepe. Como trabaja de noche, debe conocerla muy bien y me puede decir cómo puedo hacer para tomarme la noche.
Pepe Lechuza le explica que él conoce mucho de la noche: los pájaros y los sonidos que se escuchan, las mareas, las fases de la luna, pero para beber algo, tomar como se dice, debe ser algo líquido y la noche, que él sepa, no se puede tocar ni echar en un vaso. En todo caso, sigue diciéndole Pepe, lo único que podría beberse sería el agua de la lluvia si acaso llueve de noche, pero claro, eso si se ha puesto un jarro para recoger el agua.
Cuando Pepe le dice eso, al niño se le ocurre una idea. Ya en su casa los demás duermen, así que entra a la cocina y coge del refrigerador su jarra de leche y sale con ella en la mano. Le hace un guiño al amigo.
Cuando los dos miran a lo alto ven que hay muchas estrellas alrededor de la luna, que está entera y redonda como un enorme globo blanco. Patricia dejó una palangana en el portal llena de agua, para la jicotea que trajeron del río. Ven el reflejo de la luna y los brillitos de estrellas. ¿Será eso la noche?
La pregunta la hace Ale en voz alta y Pepe responde:
—No, esa agua no te la puedes tomar, Ale. Puedes enfermarte.
—No, esa agua no, mira —le dice Ale alzando en su mano la jarra de leche.
La sombra del cielo pasea por el borde mismo de la jarra y cae en la leche.
—¡Mira! Ha caído la noche dentro de la jarra… ¿Estará la luna en el fondo?
Pepe Lechuza mira también dentro de la jarra. Luego vuelve a mirar las estrellas y la luna. Ahora no ven la luna, porque la ha ocultado alguna nube. Ale no espera más y se bebe la leche, apurado. Cuando termina, mira bien el fondo y descubre unos granos brillantes como piedrecitas de estrella. Se los enseña a Pepe.
—¡Caramba! Pues sí que cayeron estrellas en tu leche esta noche, Ale —le dice el amigo con una sonrisa enorme, tan grande como la oscuridad de la noche.
Se despide el niño y va a dormir. Afuera, velando sus sueños, queda Pepe Lechuza, quien no deja de mirar al cielo, tratando de encontrar estrellas fugaces para pedirles un deseo.
A la noche siguiente, Pepe demora en ver a Ale. Estuvo muy ocupado porque unos muchachos habían entrado al parque a esconderse. Luego de encontrarlos, los llevó a sus casas.
Cuando regresó a su puesto de guardia, Ale lo estaba esperando. Quería darle las buenas noches.
—Hola, Ale. Es tarde ya, debes irte a dormir.
—Lo sé, pero quería decirte que mi mamá regresó.
El amigo sonríe:
—Me alegro. ¿Hablaste de la noche con ella? —le pregunta.
—Sí, hablamos —responde Ale—. Le he dicho que me tomé la noche y en el fondo quedaron pedacitos de estrellas.
Ahora ríen los dos. Cuando se despide junto a la puerta, Ale se vuelve y le dice a Pepe Lechuza:
—¡Ah! Y parece que volvieron a subir al cielo, Pepe, porque mira cuántas se ven ahora. Quién sabe… a lo mejor nadie se puede tomar la noche de una vez y hay que ir tomándosela poquito a poco todos los días.

 

 

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