lunes, 29 de abril de 2013

POR TUS CONSEJOS DE AMOR




Espino y yo en la presentación de Cantacaminos, Matanzas, diciembre 2010


Para mi entrañable amigo Espino


Aguardo fiel la señal
que sabe quien parte y vuelve:
la luna es como un imán
que a mi isla me devuelve.

Y entre las sombras amadas
con que la noche me envuelve
la lluvia solo es tu manto
tierno
          sosegado
                          leve.

Por ti olvido el trillo corto
y las huellas, aunque breves,
dejaré por los hechizos
del caminante que eres.

Me dices tú que este viaje
no termina aunque regrese
y yo, viajera del tiempo,
soy de las que siempre vuelve.



CARTA DE LA ISLA DE NUNCA JAMÁS PARA EL VALLE MUMÍN




Scherezade:
Los amigos siempre son brújula exacta, por eso agradezco tu mensaje como un vikingo en medio de los mares cuando la tempestad arrecia por todas partes.
En fin, qué gusto retomar nuestras conversaciones, las que iniciamos en la isla y van más allá, estos diálogos en los que siempre te siento en ventaja, porque tienes el don de ser tu misma poesía, así que las palabras te son más fieles, es algo que no puedo dejarme callado.
Te dejo el dedal de siempre, el beso como una puntada para acercar a Santo Domingo y Colón, aunque tan solo sea un poquito, y además este poema de mi Asteroide B612, que no sé si está en tu poder cuando te pertenece, y que al releer me parece algo premonitorio.

Consejos
         Para Lady Mirtha

Fiel aguarda la señal
que solo sabe quien parte:
De la luna el claro filo
o una bandada de aves.

No pidas siempre la sombra,
ni que la lluvia te aguarde
en el medio del camino
cariciosa,
               franca,
                             amable.

Olvida el trillo más corto,
tras otras huellas no andes
―Los pies conocen hechizos
ocultos al caminante.

Y recuerda, aunque regreses,
aunque muy poquito tardes,
una vez que se ha partido
no termina nunca el viaje.

miércoles, 24 de abril de 2013

MAGIA Y POESÍA (Presentación y cumpleaños de Diego)



Durante mi vida con los libros, cuyo inicio se remonta a la edad de 6 años, he asistido a numerosas presentaciones de libros. Entre ellas, claro, la de mis propios libros. Hasta ahora siempre otras personas habían concebido y preparado la presentación de los míos, salvo esta, que la imaginé para celebrar el cumpleaños de esa personita que nació hace un año, el 23 de abril de 2012, y me ha inspirado esos poemas desde antes de nacer y después de venir a este mundo desde el vientre de mi amada Esnorquita: mi nieto Diego.
He tenido mucha suerte en la vida: el amor ha sido mi eterna compañía, conozco y sigo conociendo personas maravillosas en todas partes. A veces nos acerca el trabajo, los libros, un encuentro ¿casual? o la propia familia, que sigue creciendo, pues hasta los que parten de esta dimensión, siguen siendo parte de mí.
Por eso, de todas las presentaciones de mis libros, siempre hay algunas memorables. O sencillamente, experiencias mágicas después de publicarlos. La presentación de El acertijo de las conchas, en Cienfuegos, con el grupo de niños actores de Fifi Cosme que representó un fragmento de la obra en la célebre librería Dionisio San Román de Cienfuegos fue extraordinaria. Ver la soltura con la que los actores hablaban el dialecto eme (inventado por la autora) me hizo reír y conmover hasta lo indecible; la que hizo el poeta José Manuel Espino en una escuela de su Colón natal, y en la cual también los niños representaron un cuento de Talía y sus papeles, fue maravillosa y conmovedora; la de Cantacaminos, también en Matanzas y celebrando el centenario de Dora Alonso, mágica también, como lo fue la de Peruso, por Geysi Rojas en Cienfuegos quien, además, me hizo el regalo de escribir su tesis para graduarse en la Universidad sobre mis libros. Una vez en Cruces una niña con la que me encontré en la calle me dijo: “¡Qué alegría verla! Usted es la que escribió El acertijo…”  Luego, en una marcha del Primero de Mayo, otra niña se me acercó y me dijo: “Yo la conocí en la feria (del libro). Me ha gustado mucho leer su libro”, no supe cuál, porque la abracé y la besé, pero la sorpresa me impidió preguntarle. En la escuela, donde recibí la enseñanza primaria y que escogí para trabajar mi proyecto de “El libro caminante”, una niña escribió un trabajo para participar en el concurso “Sabe más quien lee más”, sobre La niña que salió a buscar un cuento, que me dejó perpleja: la interpretación que hizo de él me descubrió intenciones y aspectos en los que no había reparado… como cuando leí la reseña que hizo Yamil Cuéllar en su blog sobre Peruso, la cual nos hizo conocernos e iniciar una linda amistad. Siendo directora en Gente Nueva, un muchacho director de teatro de la Isla de la Juventud fue a verme para pedir autorización y adaptar para el teatro mi cuento Papirusa, que apareció en El cuento de los dibujos y luego en Los cuentos de Peque.
Puedo citar muchas más anécdotas pero alargaría demasiado el texto y su principal objetivo es referirme a la presentación de Nanas para Diego, en la FIL de Santo Domingo 2013, que fue una presentación diferente a cuantas he hecho.
No fue una presentación del libro: fue la celebración del cumpleaños de mi nieto con poesía y desde la poesía. Como digo en la dedicatoria, que cito:
Mis nanas son para Diego,
porque me anima el deseo
de hacerlo amigo del sueño,
de la canción y del verso…
Porque las palabras vuelan
con todo mi amor,
tu abuela
Martha María recitó dos poemas: Nana para despertar a Diego y Nana para el niño que no duerme; narré la historia de que es el único libro que he publicado cuyo nacimiento no fue pensado. Escribí la primera nana antes de que naciera Diego (el 12 de abril de 2012) y seguí escribiendo poemas y nanas para tratar de hacerle llegar, desde la distancia, la ternura que despierta en mí y todo el amor. Fue entonces que se me ocurrió que, como no estaría presente para darle los abrazos y besos que deseo cuando cumpliera ayer su primer año de vida, publicaría el libro y lo daría a conocer en esa fecha, celebrando su cumpleaños en tierra dominicana.
Se cumplió mi sueño. Fue publicado el libro, se presentó y cortamos un cake, bizcocho o pastel, comoquiera que se le llame en esta u en otras tierras, bebimos refresco y respiramos poesía.
Mi agradecimiento infinito a todos los que colaboraron para hacer una realidad este sueño. A mi querido amigo Ricardo, por sus desvelos y su talento, que lograron esa bella obra que es Nanas para Diego, a mi hermana Elvira, a todos los amigos que hicieron posible el sueño, a quienes les he agradecido por todas las vías.
Fue muy conmovedor saber, al final de la presentación, que un grupo de las presentes son alumnas de un internado de niñas sin amparo filial. Una de ellas leyó un poema y aparece en una foto. Fueron mis nietas durante esa hora y espero poder volver a encontrarnos, ahora en su internado.

Pero agradezco a mis hijos, cuyo amor me sostiene y anima, a Liana y a Dany (el padre de Diego) porque me fortalecen y reconfortan cada día. Mi hijo Alejandro, el feliz tío, ha estado desde que Diego nació, igual que su abuelo Alfredo (orgulloso, porque todos dicen que se parece mucho a él). Liana, al tanto siempre, manteniendo las comunicaciones y acompañando a la feliz mamá cuando ha hecho falta; sus abuelos paternos; sus tíos Mario y Mary; tantos amigos que andan revoloteando alrededor de Diego, mis hermanas y hermanos, sobre todo Elvira, mis sobrinos… Mi madre, su feliz bisabuela, ha sido toda ternura y ese pequeño le ha alegrado la vida.

Por eso gracias, Alena, por este regalo que es Diego y porque es el verdadero autor del libro y una fuente inagotable de amor y de poesía. Que su vida sea tan luminosa como lo ha sido su nacimiento y su primer año. Todo lo puede el amor: la vida me lo demuestra en cada acto y a cada paso. Porque el ser humano es, ante todo, un ser que nace del amor: por él y para él es que vive.
¡Salve, Diego! porque tu amor me salva.




PUESTA EN CIRCULACIÓN DEL LIBRO “NANAS PARA DIEGO”, de la escritora cubana Mirtha González Gutiérrez. Bella tarde en la XVI Feria Internacional del Libro de República Dominicana.





En la soleada tarde de ayer, a las 5 de la tarde, en el Pabellón cerrado del área infantil pasó el hada mágica que asiste a los niños y con su varita tocó el lugar. Allí se estaba presentando el poemario para niños “Nanas para Diego”, obra de la autora cubana Mirtha González Gutiérrez, quien ha publicado 15 libros como autora y textos suyos aparecen en cerca de una veintena de antologías y selecciones de cuentos y poemas para los pequeños y jóvenes lectores. Este libro fue inspirado por la llegada al mundo de su nieto Diego. El mismo fue diseñado e ilustrado por el dominicano Ricardo Vladimir Pérez. La nostalgia por el ese pequeño y la poesía son admirablemente recreadas por el texto y por las hermosas imágenes y colores que le confieren una armonía estética exquisita.
Se encontraban presentes muchos niños procedentes del internado Doña Chucha, donde se les ha dado un hogar pues no tienen amparo filial. Fue sui generis esta actividad, no solo porque la primera nana fue recitada con mucho entusiasmo por la niña, cubana también, Martha María, residente en República Dominicana y estudiante del 5to año del Colegio Quisqueya, sino porque la propia autora concibió un brindis con la intención de agasajar a los niños asistentes y al mismo tiempo celebrar el primer año de vida de Diego, inspirador de esas nanas que se convirtieron en el hermoso libro presentado.
La magia reinó, pues hasta en la distante tierra cubana se escuchó el canto de los niños dominicanos presentes en la actividad, que le cantaron a Diego su Feliz cumpleaños a través del teléfono celular.
Además estaban presentes muchos amigos y amantes de la lectura, tanto cubanos como dominicanos y la tarde se vistió de niña alegre: todos compartieron el brindis y la ternura de la poesía de la autora.
Por Zoe Ester Martínez Zito

martes, 23 de abril de 2013

DIEGO CUMPLE UN AÑO




Hoy Diego cumple un año. Es también el Día del Libro y del Idioma. Quizás cuando crezca sea poeta, pero sí puedo asegurar que será una excelente persona. “No son inútiles la verdad y la ternura”, dijo José Martí, y sus palabras son proféticas, además de que en la vida de mi amado nieto estén presentes desde mucho antes de nacer, cuando era solo una célula pequeñita en el vientre de mi linda Esnorquita. Ya lo dije, en el prólogo de Nanas para Diego: el día que nació vi una mariposa dorada volando cerca de su cuna: eso quiere decir que su vida será luminosa y sus alas lo llevarán tan alto y tan lejos como desee.
Para esta abuela, ha sido una bendición, a pesar de que la nostalgia por verlo y abrazarlo, a veces me sofoca. Pero solo de saber que existe y respira en ese poblado marino de Jaimanitas, me ayuda a respirar cada día y es una razón muy importante para ser mejor
Creo en los sueños y en los secretos que cuentan las estrellas cuando nos alumbran durante las noches claras. Ellas me contaron que vendría, y me lo describieron tal como es. Por eso luego fui hilvanando poemas que le dieran el recibimiento a nuestra casa grande: la Tierra.
Cuando la emoción es grande, resulta difícil escribir lo que en ese momento pensamos o sentimos, y eso me sucede hoy, cuando él está de cumpleaños y voy a presentar el libro que le he dedicado. Cada verso es fruto de mi inmenso amor por esa hermosa criatura y por su mamá… y por sus tíos… y solo el amor es capaz de lograr obras hermosas, como Diego.


viernes, 12 de abril de 2013

ANIVERSARIO DE NANA PARA DESPERTAR A DIEGO



Escribí el 12 de abril de 2012 la primera nana dedicada a Diego. Era para despertarlo: nació once días después. Nada ocurre por casualidad. Hoy fui a la Biblioteca Nacional para depositar los ejemplares que estipula la ley. Dediqué los libros, me equivoqué en la fecha y puse 13 de abril. Solo después alguien me dijo, hoy es viernes 12. Y el viernes es mi día de suerte, por Venus, el planeta regente de los Tauro. Entonces los deposité justo al cumplirse un año de que escribiera ese poema para instarlo a despertarse. ¡Y vaya que lo logró! De tan despierto, apenas ha dormido durante este tiempo.
Todo ocurre con un propósito. Y ese libro ha nacido con una suerte increíble. La misma que tendrá ese hermoso y rollizo bebé de ojos que enamoran, como dice Mylena.
Por eso, como hoy cumple su aniversario, traigo de nuevo al blog esa nana, pero ya en las páginas del libro, y con la imagen de Diego a pocas horas de nacido, estirándose... después de su largo sueño.




miércoles, 10 de abril de 2013

NANAS PARA DIEGO




El 23 de abril del 2012, a las 5 y 22 minutos de la tarde habanera, llegaba al mundo Diego. Como todo recién nacido, llorando a grito pelado y los ojitos cerrados en medio de aquella cara rosada y gordita. Pesaba al nacer 8 libras y 14 onzas.
Su padre, por ser médico, pudo estar en el salón durante la cesárea que le hicieron a mi Esnorquita. Filmó todo el proceso. Afuera estábamos sus abuelos maternos, su abuela paterna, su tía abuela paterna, su tío materno Alejandro, su tía abuela Elvira, su prima Ana Carla, su tía Liana y otros familiares y amigos: toda una pandilla.
A pesar de las prohibiciones, entramos furtivamente de tanto en tanto a darle un besito a la mamá, sonriente y feliz. Su hermano, el estrenado tío, fue quien estuvo más tiempo con ella. Habíamos andado La Habana buscando dos ramos de flores para ella y un ramo de girasoles que pusimos en la iglesia de la Virgen de la Caridad del Cobre que está en Centro Habana. Fue pasada la medianoche que la llevaron a la sala y fuimos a buscar el bebé al salón que en Cuba llaman cunero. Ya por los cristales lo habíamos visto, gritando y pataleando a cada rato. A esa hora solo quedábamos en el hospital sus abuelos maternos, el papá de Diego, y sus tíos Liana y Alejandro.
La Esnorquita tenía puesto un suero, sonda, levin… no podía cargar al bebé, por eso tuve la dicha de acunarlo, y a cada rato lo ponía cerca de ella, a su lado, o en su pecho, aunque aún no tenía qué succionar.
Estuvo en el hospital hasta el 25 de abril, día en que salió para el que sería su hogar en Jaimanitas, pueblo costero del norte de La Habana, con su tío Alejandro al timón porque yo lo llevaba en brazos. Su abuela paterna y yo nos compartíamos la ayuda a la nueva mamá, cuya herida sanaba con los días, sin complicaciones. Pero desde entonces comprendimos que Diego se las traía y las llevaba también: tenía los ojos duros, que en Cuba le decimos así a los niños que duermen poco. También fue así su mamá. Lo lleva en los genes.
Me separé de él seis días antes de que cumpliera el mes y antes de subir al avión para regresar acá debí tomarme la presión, sufrí un ataque de pánico, tomé pastillas, lloré. Una parte de mí me halaba hacia ese bebé, mi niña que debía enfrentarse sin mí a su cuidado, con las angustias que conozco se sienten en esa etapa de inexperiencia y temores.
El 12 de abril había escrito el primer poema para Diego: Nana para despertar a Diego, pues era inminente su llegada y yo esperaba tan ansiosamente como todos en la familia, sobre todo su mamá, a quien aquella pancita enorme apenas le permitía caminar.
A mi regreso a tierra quisqueyana, con tiempo para escribir y añorarlo, seguí escribiéndole, porque era mi manera íntima y personal de comunicarme con ese pequeño ser salido también de mí, a través de mi hijita adorada. No dudo que mi voz le llegara en la distancia, con rumor de olas y graznidos de gaviotas.
Y le escribí otras nanas, un Canto para Diego cuando cumplió su primer mes de vida… y cuando me di cuenta, había escrito varias y temía que, cuando volviera a verlo, estuviera demasiado grande, no me reconociera… pero lo volví a ver en diciembre y él, que apenas dormía, durmió muchas veces en mis brazos, mientras le cantaba en el sillón de la bisabuela Irene, sus canciones preferidas (pues las tiene desde entonces) y otras. 
Se despertó en la madrugada en que yo regresaba acá. Reía, con esos enormes y hermosos ojos azules, ese color del cielo y a veces del mar, en esa isla infinita de mis amores.
Ya había empezado el libro, con un amigo que es entrañable para mí y que viajó conmigo a Cuba, conoció a Diego, “se enamoró” de él y supo captar la espiritualidad de ese pequeño para llevarla al libro. Nos propusimos publicarlo y mi deseo de que el libro fuera mi regalo para él cuando cumpliera su primer año seguía creciendo. Pero había muchos inconvenientes, sobre todo porque no estaba el dinero suficiente para realizarlo. Se unieron muchas voluntades. Tengo una familia hermosa, esos hermanos a quienes adoro y cuyo amor me sostiene y alienta; su tía Elvira fue la que más me animó y ayudó a conseguir el sueño. Pero mi amigo Ricardo trabajó incansablemente, con ese talento enorme que tiene; los amigos Bernal, Raquel, Zoe, Jose, Alicia, todos, me ayudaron.
Liana y Alejandro se han esmerado en tomarle fotos, vídeos, para que siga su vida cotidiana, para incorporarlas al libro. La que tiene en cubierta tiene mucho que ver con él: es voluntarioso, fuerte de carácter, en fin, un Tauro de pura cepa como esta abuela. 
Por fin, ayer Bernal me trajo el libro de la imprenta y, como un hada madrina, ya había aparecido Leibi Ng para decirme que coordinaba el pabellón infantil de la FIL de Santo Domingo. Le hablé del libro y que Diego cumple un año este 23 de abril y lo incluyó ese día en el programa.
Entonces agradezco a Dios y a la vida, que me ha rodeado siempre de personas lindas, capaces de ayudarme a convertir en realidad las quimeras, por lejanas que parezcan.
Por eso, cuando en la tarde del 23 de abril, abracen y besen a mi nieto en una casa de La Habana porque se cumpla el año de su nacimiento, en esta isla hermana del Caribe, también celebraré su llegada al mundo, presentando a todos mis Nanas para Diego.

martes, 2 de abril de 2013

LA VELA DE SEBO (Hans Christian Andersen)


(Tomado de http://www.lagranepoca.com/)

Hoy 2 de abril cumple 208 años el destacado autor Hans Christian Andersen, quien dedicó la mayor parte de su obra para los más jóvenes y lectores.
Su obra ha trascendido y se ha perpetuado no solo como textos literarios, sino en las múltiples adaptaciones teatrales, cinematográficas, en las artes plásticas y la música.
Antológicos son sus obras La sirenita, El patico feo, El soldadito de plomo, La vendedora de fósforos, La reina de las nieves…
Con su vida y sus historias se ha convertido en una figura legendaria. Alcanzó en vida el éxito y recorrió Europa, siendo mimado por muchos soberanos de la época y por sus lectores.
Mucho se ha escrito sobre él pero, hace muy poco, en diciembre del 2012, «Un investigador danés que buceaba en los archivos familiares de Hans Christian Andersen encontró por casualidad un manuscrito de 700 palabras bajo el título La vela de sebo, que acaba de ser autentificado por varios especialistas. La importancia del hallazgo radica en que además de inédito, la historia de una vela que tiene muchos problemas para encontrar su lugar en el mundo, podría ser uno de los primeros cuentos del prolífico autor danés»¹.
Ante el descubrimiento de este manuscrito, probablemente escrito en la década de los años 20 del siglo XIX, lo que indicaría que fue escrito primero que sus importantes y reconocidas abras, antes mencionadas. Entonces, qué mejor homenaje que dar a conocer el texto descubierto a sus lectores este día, mientras celebramos el Día Internacional del Libro Infantil,  para que sigamos soñando y vibrando con sus humanas y hermosas historias. Es, como toda su obra, un llamado a no dejarnos guiar por las falsas apariencias y creer en la belleza interior, de que cada quien debe encontrar en la vida su lugar y cumplir su cometido. Es el alma de Andersen, su arte literario y su profunda visión humanista y espiritual, la que late en esta historia. He aquí entonces,
LA VELA DE SEBO
Hervía y bullía mientras el fuego llameaba debajo de la olla, era la cuna de la vela de sebo, y de aquella cálida cuna brotó la vela entera, esbelta, de una sola pieza y un blanco deslumbrante, con una forma que hizo que todos quienes la veían pensaran que prometía un futuro luminoso y deslumbrante; y que esas promesas que todos veían, habrían de mantenerse y realizarse.
La oveja, una preciosa ovejita, era la madre de la vela, y el crisol era su padre. De su madre había heredado el cuerpo, deslumbrantemente blanco, y una vaga idea de la vida; y de su padre había recibido el ansia de ardiente fuego que atravesaría médula y hueso… y fulguraría en la vida.
Sí, así nació y creció cuando con las mayores, más luminosas expectativas, así se lanzó a la vida. Allí encontró a otras muchas criaturas extrañas, a las que se juntó; pues quería conocer la vida y hallar tal vez, al mismo tiempo, el lugar dónde más a gusto pudiera sentirse. Pero su confianza en el mundo era excesiva; este solo se preocupaba por sí mismo, nada en absoluto por la vela de sebo; pues era incapaz de comprender para qué podía servir, por eso intentó usarla en provecho propio y cogió la vela de forma equivocada, los negros dedos llenaron de manchas cada vez mayores el límpido color de la inocencia, que al poco desapareció por completo y quedó totalmente cubierto por la suciedad del mundo que la rodeaba, había estado en un contacto demasiado estrecho con ella, mucho más cercano de lo que podía aguantar la vela, que no sabía distinguir lo limpio de lo sucio… pero en su interior seguía siendo inocente y pura.
Vieron entonces sus falsos amigos que no podían llegar hasta su interior, y furiosos tiraron la vela como un trasto inútil.
Y la negra cáscara externa no dejaba entrar a los buenos, que tenían miedo de ensuciarse con el negro color, temían llenarse de manchas también ellos… de modo que no se acercaban.
La vela de sebo estaba ahora sola y abandonada, no sabía qué hacer. Se veía rechazada por los buenos y descubría también que no era más que un objeto destinado a hacer el mal, se sintió inmensamente desdichada porque no había dedicado su vida a nada provechoso que, incluso, tal vez había manchado de negro lo mejor que había en torno suyo, y no conseguía entender por qué ni para qué había sido creada, por qué tenía que vivir en la tierra, quizá destruyéndose a sí misma y a otros.
Más y más, cada vez más profundamente reflexionó, pero cuanto más pensaba, tanto mayor era su desánimo, pues a fin de cuentas no conseguía encontrar nada bueno, ningún sentido auténtico en su existencia, ni lograba distinguir la misión que se le había encomendado al nacer. Era como si su negra cubierta hubiera velado también sus ojos.
Mas apareció entonces una llamita: un mechero; este conocía a la vela de sebo mejor que ella misma; porque el mechero veía con toda claridad -a través incluso de la cáscara externa- y en el interior vio que era buena; por eso se aproximó a ella, y luminosas esperanzas se despertaron en la vela; se encendió y su corazón se derritió.
La llama relució como una alegre antorcha de esponsales, todo estaba iluminado y claro a su alrededor, e iluminó al camino para quienes la llevaban, sus verdaderos amigos… que felices buscaban ahora la verdad ayudados por el resplandor de la vela.
Pero también el cuerpo tenía fuerza suficiente para alimentar y dar vida al llameante fuego. Gota a gota, semillas de una nueva vida caían por todas partes, descendiendo en gotas por el tronco cubierto con sus miembros: suciedad del pasado.
No eran solamente producto físico, también espiritual de los esponsales.
Y la vela de sebo encontró su lugar en la vida, y supo que era una auténtica vela que lució largo tiempo para alegría de ella misma y de las demás criaturas.
tlaquepaque.olx.com.mx 


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