domingo, 27 de enero de 2013

JOSÉ MARTÍ CUMPLE 160 AÑOS



No se puede hablar del Maestro en pasado. Decir José Martí es decir Cuba. Es ver ondear la bandera de la estrella solitaria, evocar el escudo nacional, escuchar nuestro himno, pero más aún: ver los penachos de las palmas, una carga al machete, el lamento del esclavo y presenciar el desfile increíble de su vibrante poesía… porque Martí, como acostumbramos decirle, es todo eso y las frases que nos acompañan cada vez que nos referimos a cualquier asunto, ya sea terrenal o divino: ¡de tal manera está dentro de cada cubano! Vale decir que no solo siempre en tono serio sino incluso a veces en tono de broma, pero aun así, sabiéndolo genial, respetándolo en su verdadera esencia de patriota, intelectual fecundo y visionario incuestionable de nuestra realidad pasada y futura.
Descubrirlo en la ternura y genialidad literaria y periodística de la revista que dedicó a los niños, La Edad de Oro, en el amante ardiente y apasionado que nos devela su poesía de amor, profundo y desgarrador en sus Versos libres, la humildad en su lirismo de los Versos sencillos, ternísimo y paternal en su Ismaelillo, turbulento y enérgico en sus discursos y en los lúcidos ensayos, hondo y reflexivo en su extenso epistolario… no hay tema, faceta de la vida, sentimiento o estado de ánimo que hayan sido excluidos de su pluma.
Si a lo expresado  sumamos el hecho de su azarosa vida, el dolor del presidio, su quehacer revolucionario intenso aunando voluntades para la guerra de independencia, la fundación del Partido Revolucionario Cubano, las precariedades que sufrió en el exilio y su prematura muerte a los 42 años, sabemos que es una de las personalidades (por no singularizar como quisiera) más importante de Cuba y destacada en Latinoamérica y el resto del mundo.
Precursor del modernismo en la literatura, romántico en esencia pero con una obra cuyas características lo alejan de moldes puramente académicos, nos ha legado una impresionante obra, referente obligado de las letras hispanoamericanas, invaluable tanto en su forma como en el contenido.
El 28 de enero es una de las fechas más importantes de nuestra historia. La humilde casa de la calle de Paula, a la cual hemos acudido la mayoría de los cubanos desde edades tempranas, su fresco patio, no explican cómo pudo nacer de Doña Leonor y Don Mariano ese excepcional ser humano que es, en sí mismo, patria y cubanía.
No podemos pedir que se le imite. No podemos pensar que seremos como él pues no es humano alcanzar su genialidad como pensador e intelectual, atemperado a su tiempo y trascendiéndolo al mismo tiempo: demasiado alto, con el yugo bajo sus pies y la estrella que ilumina y mata en su frente… solo podemos intentar acercarnos, como discípulos ávidos de su magisterio y procurar ser tan honestos como él para la humanidad y anteponer el bien común al propio, alejando los intereses mezquinos y banalidades del diario vivir.
Difícil tarea seleccionar un poema o un fragmento en este día. Me cuesta mucho elegir, pero al fin, muchas son las veces que me refiero a él y seguiré escribiendo, citando o recordándolo. Lo hago todo el tiempo. Me decido por un poema que es entrañable para mí. Siempre me ha conmovido de manera especial su fuerza telúrica.

Dos patrias

Dos patrias tengo yo: Cuba y la noche.
¿O son una las dos? No bien retira
su majestad el sol, con largos velos
y un clavel en la mano, silenciosa
Cuba cual viuda triste me aparece.
¡Yo sé cuál es ese clavel sangriento
que en la mano le tiembla! Está vacío
mi pecho, destrozado está y vacío
en donde estaba el corazón. Ya es hora
de empezar a morir. La noche es buena
para decir adiós. La luz estorba
y la palabra humana. El universo
habla mejor que el hombre.
Cual bandera
que invita a batallar, la llama roja
de la vela flamea. Las ventanas
abro, ya estrecho en mí. Muda, rompiendo
las hojas del clavel, como una nube
que enturbia el cielo, Cuba, viuda, pasa...

Casa natal de José Martí en La Habana





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